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el periodico de saltillo

Mayo 2018

Edición No. 351


Incentivar la productividad para distribuir la riqueza

José María González Lara.

El objetivo final de la productividad es incrementar las ganancias, de ahí la necesidad de optimizar los elementos de la producción, es decir más volumen con menos costos y en el tiempo necesario para dar por resultado mercancías con calidad. La productividad así es el mayor beneficio al menor costo para acelerar la acumulación de capital.

Por lo anterior se deben precisar los aspectos operativos que pueden generar más ganancias en el recuento del retorno en el reembolso de la inversión y el excedente y la distribución de la riqueza. El mayor nivel de calidad a través de la transformación de la materia y la integración de las partes se debe a la aplicación especializada de la fuerza de trabajo con sus capacidades y habilidades físicas e intelectuales; asimismo en el menor tiempo posible para acceder más rápido a los mercados, lo que se opera con la innovación tecnológica en las fases de la producción, con determinadas condiciones de optimización de la mano de obra en tiempos y movimientos.

Un aspecto fundamental de la acumulación es el precio competitivo, que se obtiene al reducir costos de producción, lo que se logra eventualmente con menores precios de proveedores sin arriesgar la calidad. Pero si por unidad producida se requieren cantidades exactas de materias primas, unidades determinadas de productos incorporados y depreciación igual, esto implica que la reducción de costos no se presenta en los componentes del producto, sino más bien en la disminución periódica de los salarios por unidad y en el volumen, con la tecnología que desplaza trabajo aplicado.

En mercados abastecidos y aún no abastecidos, si se incrementa la cantidad de productos dispuestos a la venta sin reducir el precio se corre el riesgo de sobre ofertar, y por lo tanto distorsionar el mercado y menguar las ventas de todos los competidores. Así, por competencia es necesario el precio competitivo con reducción de costos salariales, es decir producir más con menos fuerza de trabajo, esto es la optimización del volumen y del tiempo de trabajo.

Precisamente en eso consiste la productividad, en las condiciones que establece la innovación tecnológica para optimizar la mano de obra para la calidad, para una cantidad de producción determinada, en el menor tiempo posible y con disminución salarial. El valor económico como excedente, como ganancia, proviene de la aplicación de las habilidades humanas orientadas a producir en un tiempo determinado.

Paradójicamente, la variable dependiente del proceso de producción es la base laboral porque genera el excedente económico, la variable independiente es el capital invertido, de tal manera que el segundo determina las condiciones tanto del propio proceso como de la distribución de la riqueza que se expresa tanto en salarios-dinero circulante para el intercambio de mercancías como en el reembolso de la inversión y las ganancias expresadas en capital.

El problema radica en dos vertientes: primero en la tendencia natural del sistema a nivel mundial de la inequitativa distribución de la riqueza y su concentración; y segundo también la tendencial disminución de la demanda agregada por el menor volumen de circulante monetario correspondiente a sueldos y salarios. Lo anterior debilita los mercados y por tanto inhibe la inversión directa, impactando al crecimiento económico a nivel mundial y regional.

Según la Comisión Económica para América Latina de la ONU, en nuestro país 210 mil personas -de entre más de 122 millones de habitantes- poseen el 22 por ciento de la riqueza nacional; según la misma fuente, de 2003 a 2014 el rendimiento del capital en México fue de 11 por ciento promedio, mientras que el crecimiento salarial en los mismos años fue de 5 por ciento promedio.

De hecho la reforma laboral del 2012 aplicada a partir del 2013 ha incrementado el número de personas que obtienen de hasta 3 salarios mínimos y por el contrario el número de personas que obtienen de 3 salarios mínimos en adelante se ha reducido.

A reserva de que se ha disminuido la informalidad laboral de 60 a 57 por ciento en cinco años, a finales de abril de este año, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico ofreció cifras reveladoras: de 54.4 millones de personas ocupadas sólo 531 mil reciben percepciones por arriba de 26.5 mil pesos mensuales, sólo el 1 por ciento de la población ocupada formal e informal; de 5 a 10 salarios mínimos mensuales son 2.1 millones de personas representan el 2.4 por ciento de la población ocupada; las personas que obtienen hasta un salario mínimo mensual es el 14.1 por ciento, esto es 7.4 millones de personas; en el año 2005, 4.5 millones de personas percibían cinco salarios mínimos al mes, en 2017 se redujo a 2.4 millones

La distribución de la riqueza debe iniciar desde los acuerdos entre traba- jadores e inversionistas, es decir con incentivos econó- micos y/o en especie a la productividad de la fuerza de trabajo, aparte del salario y sin alterar el precio de los productos, lo cual permitiría el incremento de la acumulación de capital, pero también elevaría el nivel de vida de la clase trabajadora. Asimismo, la recaudación fiscal en el impuesto sobre la renta se incrementaría por el aumento de las ganancias, igualmente el impuesto al valor agregado ya que los incentivos a la productividad, en dinero o en mercancías, elevarían la demanda agre- gada y por tanto el consumo de bienes y servicios.

Por otra parte, si la autoridad hacendaria aplica- ra estímulos fiscales a las empresas por este tipo de estrategias efectivas de incremento de ganancias y de distribución de la riqueza, es decir un monto proporcional deducible del pago de contribuciones impositivas, esto sería un costo de oportunidad positivo importante para el inversionista, ya que es de suponer que decidiría incrementar la productividad de la fuerza de trabajo que resultaría en más acumula- ción de capital.

Una reforma fiscal efectiva debe ser integral y no sólo incrementar montos de recaudación, es decir que dicha reforma debe impulsar el crecimiento y el desarrollo económicos, incluida la distribución y redistribución de la riqueza, por tanto en dicha reforma se deben incluir estímulos fiscales a los incentivos a la produc- tividad de la clase trabaja- dora. Los programas de gobierno deben considerar la equidad con estrategias en las que ganen todas las partes involucradas en el crecimien- to económico, para tender al desarrollo integral de la sociedad.

 
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