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el periodico de saltillo

Octubre 2017

Edición No. 344


Galería de impresentables

José C. Serrano.

Jamás será suficiente todo lo que se ha escrito sobre la tragedia que padecen comunidades y habitantes de los estados de Chiapas y Oaxaca, ocasionada por el sismo del jueves 7 de septiembre pasado, y las más de mil réplicas del mortífero fenómeno.

Las imágenes captadas por los medios de comunicación y los relatos contados al detalle por los pobladores de comunidades otrora puestas en pie, dan cuenta de paisajes tristemente desolados. Los que antes fueron hogares habitados por gente trabajadora, de pronto se convirtieron en capillas fúnebres, velatorios que no figuraban en el inventario del barrio, de la colonia, de la ranchería.

Enrique Peña Nieto, presidente de la República, realizó varios viajes a estas dos entidades para llevar a sus moradores la buena nueva de que pronto su gobierno, en coordinación con los gobiernos estatales y municipales canalizarán los recursos suficientes para la reconstrucción o reparación de las viviendas y otros inmuebles dañados por el temblor de 8.2 grados en la escala de Richter. Ahora se sabe que el monto asciende a 16 mil millones de pesos.

Para actuar con la mayor de las certezas ordenó a sus colaboradores más cercanos, como se decía antes, los hombres del presidente, realizar tareas afines a sus especialidades. Destacó como una alta prioridad la elaboración de un censo de las viviendas dañadas, dicha responsabilidad recayó en Rosario Robles Berlanga, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).

Aurelio Nuño Mayer, quien está al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP), recibió el delicado encargo de preparar un diagnóstico de los planteles educativos, a todos los niveles, que merezcan ser rehabilitados. Otro de los escogidos para encargarse de la reconstrucción de puentes y carreteras es Gerardo Ruiz Esparza, responsable de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Otros miembros de la burocracia dorada, también salieron a cuadro y en las páginas de la prensa escrita, haciendo declaraciones anodinas.

Los escribanos de Los Pinos y de los despachos de las dependencias federales, trabajaron horas extras para preparar las tarjetas con los mensajes que sus jefes leyeron ante mexicanos poco receptivos; sus miradas se mantuvieron fijas, contemplando los escombros de lo que algún día fueron bardas y paredes de sus casas. Oyeron voces impostadas que escupían promesas reiteradas, que jamás llegan a cumplirse. No escucharon una sola palabra que les explicara con claridad, por qué ellas y ellos son siempre las víctimas de desgracias naturales y políticas.

La sociedad tiene memoria y la utiliza para recordar hechos muy graves cometidos o solapados por elementos de la comitiva que ha acompañado al presidente en este infausto periplo. La prensa, la voz de los sin voz, basada en información oficial proporcionada por la Auditoría Superior de la Federación (ASF), ha publicado que entre los años 2013 y 2014 más de 3 mil millones de pesos desaparecieron mediante una estafa maestra, y misteriosamente fueron a parar a empresas fantasmas.

Algunas de las dependencias involucradas en este desfalco son la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), durante la gestión de Rosario Robles Berlanga; el Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos, cuyo director general era Alfredo del Mazo Maza; la Secretaría de Educación Pública (SEP), en la época de Emilio Chuayffet Chemor; el Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Fovissste), encabezado por José Reyes Baeza Terrazas; la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), entonces dirigida por Enrique Martínez y Martínez; la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), con Gerardo Ruiz Esparza como secretario; la Secretaría de Economía (SE), con Ildefonso Guajardo Villarreal.

Dos de estos personajes son identificados por la sociedad por su nada recomendable reputación: Rosario Robles Berlanga y Gerardo Ruiz Esparza; la primera porque desaparició de un teclazo a millones de pobres extremos; el de la cabellera blanca por sus relaciones cercanas con empresas de la construcción, cuya especialidad es la siembra de socavones. Asusta pensar que la titular de la Sedatu comprima tanto el censo que le fue encargado, que el número de viviendas dañadas quede muy por debajo de la realidad; también encoge el alma cavilar que Ruiz Esparza, integrante de esta galería de impresentables, siga construyendo más trampas de la muerte.

 
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