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el periodico de saltillo

Octubre 2017

Edición No. 344


La corrupción lo carcome todo

Jorge Arturo Estrada García.


“A vos os corresponde destruir al infame político que convierte al crimen en virtud. La palabra político
significaba, en su origen primitivo, ciudadano; y hoy, gracias a nuestra perversidad, ha llegado
a significar el que engaña a los ciudadanos. Devolvedle, Señor, su antiguo significado”.
Voltaire.

 

Como país somos un desastre, México está carcomido. Sólo nos unimos en la tragedia, nos involucramos intensamente en la ayuda a los compatriotas, se salva la emergencia, nos llenan de elogios exagerados, y luego volvemos a permitir que los malos políticos se despachen con la cuchara grande llenando sus cuentas bancarias, desviando recursos, embodegando despensas, realizando proselitismo con los recursos ajenos y haciendo trampa en las elecciones. Cada vez que la molestia ciudadana explota, le arrancamos posiciones a la partidocracia, pero que rápidamente, en cuanto nos descuidamos, las prostituyen.

El país va mal, los problemas se acumulan y perjudican la vida de los ciudadanos. La inseguridad persiste, las policías son inoperantes y el ejército y la Marina deben cargar con ese tema; la economía se hunde, el dólar va a al alza, lo mismo que el precio de los alimentos y la inflación; se agotó la riqueza petrolera y seguimos con 40 por ciento de pobres y un 30 por ciento más amenazados cada día con volver a ella, y los salarios son pésimos. Mientras, la corrupción lo carcome todo.

eloy deweyMéxico ha sido convertido en un país maquilador, pesimista, resignado, dividido y apático. Sin líderes fuertes y prestigiados, el país va a la deriva. En pleno siglo XXI somos, casi, incapaces de unirnos y sacar adelante el país; expulsar a los malos políticos y encarcelar a los podridos. Se repiten los errores del siglo XIX.

Se deja el destino de los mexicanos en manos de los extranjeros, mientras las camarillas políticas solamente piensan en el asalto del poder, para hacer fortunas. El estado es un mecanismo de control al servicio del mercado. En la era del capitalismo salvaje los ciudadanos han vuelto a ser una clase subordinada y explotable. Las trasnacionales y los oligarcas avalan a los políticos depredadores en sus saqueos de las arcas públicas; a cambio, éstos les entregan los recursos humanos y materiales del país.

Así, se desmantelaron Pemex y los ferrocarriles; se otorgaron concesiones mineras y de exploraciones en aguas profundas por petróleo, se dejó de producir gasolina y petroquímica nacional; se renunció a la soberanía del campo y a la producción de alimentos; se desintegró la propiedad ejidal, se sostiene el alto costo del cemento y la varilla para engordar bolsillos de magnates; se permiten altísimas comisiones bancarias y las ridículas tasas para los ahorradores. Los mexicanos hemos sido obligados a bancanizarnos para enriquecer a los dueños de las entidades financieras, transnacionales, ahora debemos hacer largas filas ante cajeros obsoletos, por más de media hora, para poder cobrar los bajos salarios.

Con la globalización nos convertimos en un país campeón, ya con estudios y estadísticas oficiales internacionales, en: Corrupción, violación de Derechos Humanos; opacidad, inseguridad, bajo desempeño académico; pobreza, desigualdad social y marginación

Nuestros políticos son sumisos ante las trasnacionales, los gobiernos extranjeros y los oligarcas mexicanos. Y sólo sirven a los intereses de grandes empresas extranjeras y los magnates. Ellos no pagan impuestos y reciben incentivos, terrenos, obras de infraestructura, contratos y las gracias “por generar empleos y confiar en los mexicanos”.

La partidocracia y la apatía de los ciudada- nos han permitido el surgimiento de varias camadas de políticos multimillonarios, que se ostentan como exitosos empresarios; con enormes ingresos anuales de sus “años de trabajo como destacados profesionistas”; presumen flotillas de taxis y autos de lujo: medios de comunicación electrónicos e impresos; ranchos, enormes mansiones, y fortunas monumentales. Aunque sólo se les conozca su paso por el servicio público, y el modesto hogar y patrimonio que poseían al inicio de sus deslumbrantes carreras políticas. La lista de ejemplos es interminable. La corrupción y la impunidad son los sellos de esta época.

Al hacerse viejos los “cachorros de la revolución” sus lugares en los partidos y los cargos públicos fueron ocupados por modestos aspirantes a clasemedieros que pagaban sus casas en abonos y con apuros, y que con méritos, complicidades e ignominia fueron escalando posiciones.

Estas nuevas generaciones ya ni siquiera fueron líderes de nada, ni de sindicatos, gremios, sectores, colonias, sociedades de alumnos, de concursos de oratoria, de nada. Ellos surgieron como “favoritos” de los viejos priistas, panistas y perredistas que planearon dejar a sus peones en los tableros. Llegaron con hambre, no de justicia sino, de riquezas rápidas.

Los clubes sociales y deportivos están llenos de nuevos ricos: políticos y sus socios. Antes jugaban futbol llanero y hora les da por jugar golf. A Enrique Ochoa, dirigente nacional del PRI, le negaron el ingreso a un exclusivo club capitalino, pese a estar dispuesto a pagar un millón de pesos por la membresía.

Tal vez sea cierto que en México la corrupción es legendaria y sin remedio, como lo ha expresado el presidente Peña Nieto para justificar sus propios padecimientos en el tema. Con la globalización, los organismos internacionales nos impusieron la adopción de organismos de Derechos Humanos, de Transparencia, y de Democracia real. Buscaban que México abandonara su legado de “dictadura perfecta” y que no desentonara entre los países de le OCDE a los que lo habían sumado.

Aprovechando estas coyunturas, los ciuda- danos lograron insertar algunos perfiles valiosos en las nuevas organizaciones, pero los mecanismos de control a los excesos del gobierno siempre son pervertidos y las instituciones que contradicen al poder son atacadas y desprestigiadas sistemática- mente. El IFE que se construyó con base en el prestigio y la calidad moral de los consejeros, destacados ciudadanos, y fue destruido y desman- telado hasta quedar en un organismo, bajo otro nombre, en que los académicos son piezas o peones de los partidos para favorecerlos en los procesos electorales; actualmente el PRI tiene a 5 de 11 consejeros nacionales en el INE y a 6 de 7 en Coahuila, en el IEC.

En la entidad, el Instituto Coahuilense de Acceso a la Información fue la primera víctima del sexenio de Humberto Moreira, con la ayuda de Miguel Riquelme, el resto de los diputados priistas, los consejeros de transparencia Manuel Gil Navarro y Alfonso Villarreal quienes expulsaron al consejero presidente Eloy Dewey, con la excusa de “tener un nombramiento por 7 años”. Así, para acompañar al par de traidores, llegaron los alfiles priistas, Jesús Flores Mier y Teresa Guajardo quien arropaba a su vez, a la ahora, tristemente célebre dirigente del IEC, Gabriela de León. El ICAI se convirtió en una burocracia muy cara al servicio del gobierno como tapadera de los excesos de HMV. Flores Mier, se había vuelto conocido, en las administraciones de Humberto, por ocultar sistemáticamente la información y alegar “que los documentos estaban en auditoría”.

Otra maniobra estrategia de cobertura fue designar Armando Plata como auditor, él se encargó de echarle tierra a las cuentas turbias estatales y municipales. Desde el Instituto Estatal Electoral de Coahuila, Homero Ramos hizo méritos para convertirse en privilegiado moreirista, luego fue designado Secretario de Gobierno y poste- riormente, procurador, sus casos más destacados han sido que se le escaparan los culpables de la megadeuda y la fuga del cadáver de “El Lazca”. Su lugar fue ocupado por Leopoldo Lara Escalante, un notario que había protocolizado, entre otros negocios, la compra de varias estaciones de radio y un canal de televisión por parte de uno de los secretarios particulares de Humberto, Antonio Chaires, en una operación de muchos millones de pesos. Lara Escalante manejó con soberbia, desaseo, opacidad el organismo electoral de Coahuila hasta que terminó por desprestigiarlo. Los ciudadanos fueron expulsados de ahí, y sus integrantes fueron catalogados como burócratas obedientes del poder. Por cierto, en el IEPCC, también “hizo carrera” con jugosos sueldos el “ciudadano” Manuel Gil, repartiendo “cariñitos”.

El Congreso Estatal fue llenado de personajes dóciles e improvisados que le deben todo al gobernador en turno y nada aportaban, ni trabajo ni representación social, sólo obediencia.

armando plataAnte la década de excesos de los virreyes y sus cortesanos, se nacionalizaron los alcances de los organismos electorales, los derechos humanos, y de transparencia. También se incluyeron la reelección para el legislativo y las alcaldías y los candidatos independientes, esto pretendiendo acotar los excesivos poderes de los gobernadores y los monopolios de los partidos, y que los políticos y sus carreras dependieran más de los electores y no de la partidocracia. Sin embargo, los caciques regionales se encargaron de prostituir las medidas.
El sistema anticorrupción surgió ante la irritación social de diversos sectores por la impunidad y los enormes desvíos de fondos por los virreyes estatales y sus castas políticas. Varias organizaciones impulsaron el proyecto a través de las redes sociales, principalmente, y se lograron varios millones de votos en Change.org y de firmas en las plazas de las principales ciudades.

Estas demandas ciudadanas se transformaron, muy lentamente, en el Sistema Antico- rrupción, cuando la partidocracia se vio forzada a integrarlas a las mesas de debates en el Poder Legislativo. Simultáneamente emergieron los conceptos de Tres de Tres y las Declaraciones de no Conflictos de interés. Pero, la partidocracia ha logrado pervertir este esfuerzo, también.

En Coahuila el sistema Estatal de Anticorrupción nació muerto. Fue integrado con prisas, sin pulcritud, en medio de un proceso electoral judicializado y en el que el tricolor es altamente repudiado. Chema Fraustro cumplió con la tarea encomendada, como dócil escudero del poder, y colocó en toda la estructura a una colección de personajes que no representan a los ciudadanos y que ni siquiera tienen trayectorias de luchadores sociales, participantes en combate a la corrupción o liderazgo entre algunas organizaciones ciudadanas. Son más bien, personajes ligados al poder en busca de un buen sueldo, salvo honrosas excepciones. Hasta tuvo que recurrir al “ciudadano”, Manuel Gil Navarro y traerlo desde España. Ellos se preparan para cobrar, cada uno, más un millón de pesos anuales y despojarnos de la Biblioteca Central.

La clase política ha derrotado sistemáti- camente a los apáticos coahuilenses, a los débiles intentos de las frágiles organizaciones sociales, y a los contados líderes empresariales que se han opuesto. Ellos se han mostrado incapaces de penetrar en la opinión pública, no saben comunicar, ni siquiera desempeñarse en redes. Se quedaron obsoletos. No logran colocar sus temas mucho menos generar apoyos, ni en redes ni mucho menos en las calles.

Los virreyes van ganando, ya sometieron al presidente Peña. Su debilidad es extrema, necesita a los gobernadores para intentar colocar a su sucesor y luego hacerlo ganar en el marco de un país que rechaza mayoritariamente al PRI. Los ciudadanos han perdido todas.
Ya se han robado el progreso, la seguridad y hasta los votos. Sólo unidos, los ciudadanos pueden cambiar las cosas. Sólo atentos y vigilantes se podría someter a la depredadora partidocracia y sus castas políticas. jjjeee_04@yahoo.com

 
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