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el periodico de saltillo
Julio 2017
Edición No. 341



Las clases medias y las marchas panistas

Alfredo Velázques Valle.


“La clase media apenas osa conce- bir, desde su punto de vista, el pensa- miento de la eman- cipación…”
K. Marx, 1844



El pasado seis de junio, las capas medias de la ciudad salieron a manifestar su inconformidad por el presunto fraude electoral efectuado por el partido oficial contra su principal opositor, el Partido Acción Nacional en las recién terminadas elecciones para elegir gobernador del estado en Coahuila.

Marcharon estos cientos de personas por la avenida principal de la ciudad de Saltillo conocida coloquialmente como “V. Carranza”; de ahí, al centro histórico hasta llegar al corazón mismo de esta urbe: la “Plaza de Armas”.

Encabezó a esta marea humana la nomenklatura panista, así como dirigencias partidistas opositoras y claramente derrotadas; Margarita Zavala y Ricardo Anaya (líder nacional de este partido) acompañaron en esta jornada (que ya se ha dado en llamar “histórica”) al virtual perdedor blanquiazul, Guillermo Anaya.

Debido a lo anterior, no parece tan descabellado anticipar, vaticinar que la lucha por el poder político del país en las venideras elecciones presidenciales de 2018 será entre dos fuerzas que desplazarán al hoy partido gobernante. Dos fuerzas “antagónicas” que cohabitan en un mismo espacio desde el poder.

Es decir, entre una derecha más militante y masificada y una izquierda legal mejor organizada y con mayor experiencia en la lucha por la defensa de los derechos electorales violentados.

En este contexto hemos de clarificar, por la gravedad que van adquiriendo los eventos, que ninguna de estas dos fuerzas políticas, representan los verdaderos intereses históricos de las clases trabajadoras. Es decir, nuestros intereses como trabajadores, como asalariados, como clase que genera la riqueza de la totalidad del país.

Expliquémonos, entre una derecha que históricamente se ha opuesto a los derechos y conquistas obreras y una izquierda que vive del erario que le asigna el mismo Estado represor, los trabajadores de México continúan como hace ya tiempo lo señalara José Revueltas: sin partido revolucionario; sin organización, sin estrategia ni táctica que defina, que guíe y proponga la acción, SU acción transformadora que redima las aspiraciones de liberación del obrero de las propias garras del capital, que es la propia liberación de la humanidad de las cadenas de la necesidad.

Sin partido, sin ideología propia, sin estrategia de clase que de cohesión y fuerza directriz, la marcha de ayer 6 de junio reveló que las clases medias, e importantes sectores de una población heterogénea de esta región, están dispuestas a dar cara y ser usadas como escuadrones de choque de un sistema económico-político aberrante y cuya cara ideológico-política es el panismo.

En efecto, esta marcha no revela para los trabajadores más que los inicios mismos de un periodo de fuertes confrontaciones en donde sus intereses capitales entrarán en juego y estarán en grave peligro ya que tanto la izquierda institucional como la derecha empresarial buscarán por distintos medios su subordinación (cuando no su extinción), al gran capital, nacional e internacional.

Si el discurso de la derecha (representada por el PRIANRD) en diferentes gradaciones, ha conducido al movimiento obrero a su cuasi bancarrota, no menos ha hecho la coalición de partidos de izquierda (como el PRD, PT, MORENA), al proponer y aplicar con ahínco la colaboración de clases, de ricos y pobres, en provecho de la patria (capitalista y opresora).

Estos partidos, cantan el mismo himno, alaban las mismas instituciones opresoras, todos ellos están fuertemente atados al aparato jurídico-político de Estado; ese mismo que termina por echar tierra y sepultar las distintas y disímiles luchas populares.

Quizá sea tiempo de reflexionar sobre la importancia “histórica” de esta marcha. Marcha que representa el ascenso de un movimiento que a nivel mundial ha dado la pauta para que personajes como Temer, Bachelet, Macri, Santos, Pedro Pablo u otros lleguen al máximo poder político de sus respectivos países golpeando a los pobres, a los obreros, a los campesinos; personajes que han perseverado en la desestructuración tanto de los movimientos como de las conquistas obrero-populares.

Estos movimientos son, en última instancia, la expresión encolerizada de una clase media que ha visto precarizarse sus respectivos niveles de vida; una clase media que tiene miedo de caer en la indigencia en la cual se encuentra la clase trabajadora.

Este miedo, esta desesperación visceral, la ha llevado a la calle y la ha lanzado de lleno a demandar lo que parece irse por entre los dedos de sus manos: su status quo. De entre esto, agudizándose las contradicciones de clase y acuciada por la crisis económica, surgen los batallones dorados, las bandas armadas, las guarimbas, que no solo desestabilizan los regímenes “legalmente” constituidos, sino que terminan siendo el brazo ejecutor de las dictaduras para-militares.

En esta condición delicada se encuentra la clase obrera, los trabajadores de todos los sectores económicos, los campesinos sitiados cada vez más por las grandes trasnacionales mineras y las clases bajas empobrecidas hasta la desesperación.

La ausencia del partido histórico de la revolución es la condena a muerte de la clase trabajadora como tal, como clase y su descenso seguro a condiciones de esclavitud como ya se está viendo en ciertas regiones del mundo donde los trabajadores, perdidos todos sus derechos laborales, son tratados como objetos de producción, a destajo, sin protección a las más elementales garantías humanas.

En su Programa de Transición de 1938 León Trotsky alertaba:

“Las bandas fascistas sólo pueden ser contrarrestadas victoriosamente por los destacamentos de obreros armados que sienten tras de sí el apoyo de millones de trabajadores. La lucha contra el fascismo no se inicia en la redacción de una hoja liberal, sino en la fábrica y termina en la calle…” (Trotsky, 1938)

Pues bien, la clase trabajadora requiere un partido que apueste por la aniquilación (y no por un simple cambio de camarillas delincuenciales) de todo un sistema económico-social que degrada la dignidad del hombre, al hacer posible la reproducción de lo que hasta ahora se conoce como “vida” a partir de la explotación del hombre por el hombre.

Ello, la existencia del partido del proletariado, permitirá darle cara a sus demandas, llevarlo a la calle y confrontar (en el terreno que se precise) a nuestros enemigos y su razón; razón que no es la nuestra…


Bibliografía
Trotsky, L. (1938). https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm. Recuperado el 8 de junio de 2017, de https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1938/prog-trans.htm

 
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