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el periodico de saltillo
Julio 2017
Edición No. 341



Los “civilizatorios”

Alfredo Velázquez Valle.

Hoy, en estos días en los que con certeza sabemos se dirime en el plano internacional un nuevo orden civilizatorio y donde al parecer también se juega la vida de todo ser vivo que en el habita, los proyectos alternativos que apuestan por la vida están siendo vistos con suma atención, por miradas inquisitivas y su puesta en práctica en regiones apartadas de la “civilización que mata”. Esto, por supuesto, en la medida en que el modelo económico depredador dominante lo permite.

Una aparente antinomia se presenta entre la ciencia al servicio del capital y la Tierra como punto de convergencia de la vida; entre la cultura occidental europea blanca y la cosmovisión de las culturas originarias; entre el agresor opresivo y las culturas madre; entre la visión masculinizada del capitalismo violador y explotador y la vida entendida como el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza; entre los seres vivos y la pachamama.

El neoliberalismo (avasallando el conocimiento científico) ha dado muestras de hasta dónde puede llegar la explotación desmedida de los recursos naturales del planeta en aras de lo que se ha constituido como objeto de veneración: el progreso, el desarrollo, la productividad, la competitividad. Todo ello, máscaras de la reproducción de capitales (trabajo muerto).

El sujeto sobre el cual derrama su maná este discurso sin fin es el uno por ciento (algunos sostienes que es un dígito que bien enterados se reduce a una ínfima parte del mismo), que tiene su ubicación geográfica allende la frontera norte de nuestra nación, en la ciudad que antiguamente fue fundada como Nueva Amsterdam: Nueva York.

La visión que sobre la vida tienen los pueblos originarios de América(es decir, aquellos que habitan estas tierras antes de la invasión que a partir de 1492 llevaron a cabo y sistemáticamente los europeos occidentales) es distinta en cuanto que al disponer de distintos esquemas referenciales su vida se construye a partir de un entendimiento horizontal con los elementos que le rodean y con los cuales interactúa para su sobrevivencia (lo cual no excluye elementos de relaciones verticales y de sumisión).

Los elementos que componen el mundo en que se desenvuelve el individuo son respetados y son protegidos porque se sobreentiende que cuidándolos se cuida así mismo la vida del individuo –“El ser humano es parte-igual al interior de la naturaleza- (Farías, 2017). Aquí no hay beneficiarios y perjudicados; no existe un uno por ciento y una legión de desposeídos. No hay ecocidio. Existe la idea y práctica de comunidad (no solo humana, holística) en oposición de individualidades desmedidas y suicidas.

Los espacios que han salvado su paisaje de la garra civilizatoria occidental tienen el aparente voto de su parte al ser elemento testimonial de dicho discurso: han sabido preservar (siempre en franca y dramática lucha desigual con la otra visión) los espacios en que habitan del deterioro ambiental.

Dos concepciones de la práctica de la vida, dos oposiciones que sin embargo no ofrecen una respuesta a la altura de los graves peligros que se van acumulando conforme el paso de los acontecimientos, le están dando sentido trágico al transcurrir del tiempo.

Del neoliberalismo poco o nada hay que abonar a su favor, solo el mérito (dudoso, por cierto) de reunir las tempestades, las hoces y cuchillos para quitar las garras al gavilán capitalista, neoliberal, blanco anglo-sajón y protestante. La salvación de la propia especie humana, ya no digamos del hábitat que le circunda, no ha de venir del “progreso” neoliberal.

Del otro modelo, el de las cosmovisiones indígenas, podemos extraer un sin número de buenas intenciones y prácticas locales excelentes, efectivas que abonan contra el cambio climático, mas no al cambio social-económico de explotación dominante. De aquí la, solo aparente oposición entre una y otra visión; y es que estos modelos indígenas de sobrevivencia no apuntan a una genuina revolución social; más bien, a una re-vuelta campesina: vuelta al pasado pre colonial, pre-capitalista.

Sucede, sin embargo, que estamos inmersos en la dinámica de un modelo hegemónico mundial (aun cuando datos objetivos y contundentes nos digan que este modelo está envuelto en una lucha por su propia supervivencia) que sigue marcando el paso de lo que ha de producirse, del cómo ha de producirse y de la manera en que hemos de estar (des) organizados para producirlo.

Por lo que la lucha de todos los oprimidos (contra sus opresores) y de entre ellos en primer término los obreros de la industria, tendrá que plantearse en estos términos (no locales, regionales) ya que la clase trabajadora (la única que resume las aspiraciones y los objetivos de las clases creadoras), la única capaz de poner en jaque al sistema neoliberal-capitalista, tiene precisamente esa tarea histórica: liberar a la humanidad en su totalidad de la explotación del hombre por el hombre y el irracional uso de los recursos naturales; es decir iniciar el proceso de finiquitar el papel histórico del capitalismo.

Con todo ello, solo quiero subrayar que en tanto no se parta de un programa mínimo de clase, de luchas obrero-campesinas reivindicativas y organizadas para la defensa de las demandas económicas de los mismos y la lucha (armada) por el poder político del Estado al cual han de terminar aboliendo estas mismas clases, las luchas regionales, las reivindicaciones campesinas e indígenas por muy ecológicas que resulten ser, poco o nada podrán.

En la ausencia de un partido revolucionario de eminente corte marxista, la misión histórica de “los civilizatorios” (Toledo, 2017) como también se les ha dado en llamar a estos sujetos portadores de estas propuestas de los pueblos indígenas, quedará como otras tantas utopías: abandonada; quizá en un próximo día antes del último día por venir.



Bibliografía
Farías, M. F. (19 de junio de 2017). https://www.rebelion.org/. Recuperado el 22 de junio de 2017, de https://www.rebelion.org/: https://www.rebelion.org/
Toledo, V. M. (20 de junio de 2017). http://www.jornada.unam.mx/2017/06/22/opinion/018a1pol. Recuperado el 22 de junio de 2017, de http://www.jornada.unam.mx/2017/06/22/opinion/018a1pol: http://www.jornada.unam.mx/2017/06/22/opinion/018a1pol

 
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