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el periodico de saltillo
Agosto 2017
Edición No. 342


El PRI, dividido y desconcertado

Jorge Arturo Estrada García.

“El PRI es como un Terminator, siempre puede renacer”.
Pablo Iglesias.

La estrategia es para ganar, las tácticas sólo son para tratar de no perder.
Joseph Napolitan.

 

Cuando se falla en el diagnóstico, los lamentos y las complicaciones llegan pronto. La soberbia y la incompetencia lo arruinan todo. Si los preparativos son escasos y poco adecuados; las decisiones, no son las más atinadas; y además tu gente falla por desidia o torpeza, los resultados serán un desastre. Y, en política, lo único que importa son los resultados. Lo demás son sólo lecciones que podrán ignorarse o aprenderse.

Al PRI le llegó el momento de resolver los problemas. La sucesión está abierta y ya son poco competitivos electoralmente. Si no se intenta comprender el contexto en el que se está inmerso, y se desechan las experiencias anteriores, se entra al terreno de lo incierto. Y ya sabemos que la fortuna no siempre acompaña a la audacia. Ni el voluntarismo supera a la estrategia.

Las decisiones las toma quien tiene el poder para hacer que se ejecuten. Pero el dedazo siempre debe ir respaldado por las matemáticas. La política electoral es una ciencia exacta, se trata de ganar con el mayor número de votos, en no rebasar los topes de campaña, en cumplir los plazos establecidos y en dejar sin esperanzas a los rivales. Y, si se practica la alquimia la regla es: No dejes huellas. Es decir, números y más números, en una ecuación simultánea, compleja, de múltiples variables.

En Coahuila ninguno de los candidatos supo ganar. Sus campañas fallaron estrepitosamente y sólo condujeron a las mesas de los litigios y las negociaciones. Y, por lo pronto, aún están lejos del Palacio Rosa. Los juegos de poder están en marcha, pero el caso Coahuila está enredado en partidas de Palabras Mayores.

La elección de Coahuila ha sido el verdadero laboratorio del 2018. El estado de México fue encapsulado ante el pasmo de Andrés Manuel López Obrador. En este momento, el dirigente de Morena intenta reinventarse y alejarse de su perfil rijoso. Parece dejar sus confrontaciones hasta el 2018.

Al Nuevo PRI de Enrique Peña Nieto la corrupción lo tiene al borde del desplome. La clase política que gobierna al país provoca amplio repudio entre los ciudadanos. Parece que finamente los ciudadanos y sus votos les están enseñando varias lecciones a los arrogantes políticos.

El presidente Peña y sus gobernadores, fallaron en todo, y la corrupción terminó por minar su credibilidad. Si las victorias te vuelven soberbio, las derrotas deberían volverte, si no sabio, por lo menos realista; sin embargo, los advenedizos son lentos para comprender sus nuevos escenarios.

Luego de las elecciones de 2016 y 2017, tan plagadas de derrotas, con la Joya de la Corona salvada de milagro, y con Coahuila en posición incierta y perfilada como pieza de cambio, finalmente el PRI reconoce que su maquinaria no alcanza para ganar la elección presidencial en el 2018. Le tienen miedo a López Obrador.

El tricolor está dividido y desconcertado. Esperan que su asamblea de agosto los ayude a fortalecerse, Peña quiere imponer a su candidato usando la fuerza que le queda. Los gobernadores dudan entre si apoyarlo o no; y el antiguo PRI, que fue desplazado por el Eje Toluca-Pachuca intenta regresar a la palestra. Ante la debilidad, van sobre los estatutos, y hasta piensan en un candidato externo. Ni con los votos de sus rémoras, el Panal y el Verde, les alcanzaría, igual que lo que pasó en Coahuila.

En Los Pinos saben que en el país se ha vuelto un espectáculo nacional linchar políticamente e intentar encarcelar a mandatarios corruptos caídos en desgracia. Es así, como Peña, su gabinete y varios gobernadores tratarán de impedir a toda costa que los opositores los saquen de la presidencia de la república, temen convertirse en los nuevos perseguidos. Los diagnósticos y caminos explorados son interesantes, en una entrevista, César Camacho, el exdirigente del PRI y ahora líder parlamentario dijo: “si no logramos captar la simpatía de la ciudadanía, no ganamos”.

Por su parte, Francisco Labastida opina: “Tiene que ser una gente que tenga la dualidad de poder convencer a la propia militancia y de jalar gente de la sociedad civil, si no, no vamos a ganar. Un requisito para mí es que sea absolutamente honesto, honesto a prueba de bombas, de cualquier cuestionamiento.”

Tras los tropiezos en Nayarit, Estado de México y Coahuila el viejo Manlio Fabio Beltrones regresó juntando gente. El tricolor está dividido, en uno de sus peores momentos, y la asamblea resolverá pocas cosas. El Nuevo PRI está hecho pedazos y repudiado. Necesitan a alguien que pa-rezca honrado y que convenza a los clasemedieros. En nuestra entidad, los clasemedieros son los que arrinconaron a Riquelme entre la derrota y la imposición.

Actualmente, “el antisistémico” López Obrador los trae espantados. El discurso contra el “PRIAN” calcado del partido español Unidos Podemos respecto al PP-PSOE, le va funcio- nando. Aunque sabemos que AMLO ha vivido del sistema durante 50 años. Su partido actual no lo forjaron los ciudadanos de ningún sector social o de alguna ideología, Morena es un Frankenstein que se integró con pedazos del viejo PRI, del antiguo PRD y de algunos otros monstruitos extintos o en vías de extinción.

Para completar el panorama, hasta el Instituto Estatal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder judicial quedarán desprestigiados para las elecciones federales del 2018, luego de la discusión de los casos de Coahuila y Estado de México. Los focos de alarma están encendidos, ahora ya se juega en el escenario nacional. La partida presidencial está en marcha, los demás casos son accesorios.

El caso de Memo Anaya también pende de la cuerda floja y podría correr la suerte de Riquelme, o simplemente ser decretado perdedor. Lo mostrado por Miguel Ángel en la campaña, en la etapa previa y en la posterior, es poco lucidor. Él perdió Torreón y todas las ciudades importantes de Coahuila, con excepción de Saltillo, en donde Guerrero y Guadiana jalaron decenas de miles de votos.

Él hizo campaña a la antigua, sin atender ni comprender a la clase media. Se concretó a movilizar la maquinaria a cambio de programas sociales y a cortejar a los ricos de Coahuila, ninguno de los cuales le aporta ni mucho prestigio, ni mucho menos votos; ellos van por negocios a la sombra del erario, son millonarios sin compromiso social, ni ideología ni liderazgo. Esos mismos personajes que Chema Fraustro le arrima, son los mismos que Juan Carlos Guerra López le junta a Memo. “Son a los que no hay que hacer esperar, porque a los ricos no les gusta esperar. Son con los que tenemos que quedar bien”, considera el nuevo diputado panista por Saltillo, Guerra López.

La defensa del caso Riquelme no es tersa, llega en “arreones”, salpicada de vacíos y pausas, con más voluntarismo y rollo que estrategia. A través de eso se divisan sus problemas. Basta hacer memoria, ¡cuándo habíamos visto una victoria priísta tan “atorada” en Coahuila! Y, así como el IEC le dio una carta de gobernador electo, el INE le dio otra: de responsable de rebasar los topes de campaña.

En junio el IEC y Riquelme fueron reprobados por los coahuilenses. En julio el INE fue desaprobado por el tricolor y condenado por parte de la opinión pública nacional. En estos meses el INE y Riquelme serán enjuiciados por el Tribunal Electoral y los consejeros podrían ser desautorizados en el arranque de la elección del 2018. Así se determinará si Riquelme llega al palacio Rosa o nunca será gobernador.

La debilidad del presidente Peña Nieto lo ha llevado a paralizarse. Los ciudadanos están hartos del Nuevo PRI. Actualmente, está haciendo sus últimas maniobras con poderes casi plenos. Será difícil lograr que la casta en el poder acepte que sus formas de hacer política son obsoletas, pero en el PRI lo van a intentar, no se resignan a ser desplazados hasta el tercer lugar en el 2018.

El nuevo elemento en la ecuación es claro, es evidente, y es poderoso: los clasemedieros alertas y participativos, absorbiendo información, atacando y presionando. Las redes sociales y el internet cambiaron el escenario. Por lo menos, por el momento.

Los ciudadanos se convirtieron en los protagonistas del 2017. Los políticos y sus institu- ciones arcaicas y excluyentes están contra la pared. Ya ganar no será tan sencillo ahora que la clase media participa, se comunica, comparte actitudes y se deja escuchar.

Antes se consumía lo que había, ahora se escoge lo que bloqueas y los que dejas llegar; ignoras, rechazas o descartas a tu antojo en materia de medios y comunicadores. En los medios formales ya no se forma opinión, en gran medida.

Por el momento, los ciudadanos mandan en las urnas. Los partidos deben reconocerlo, y por ello buscan alianzas de cualquier tipo. Hasta el CEN del PRI está consciente de que sus minas de votos estatales no le ajustarán para ganar ante la avalancha de votos de castigo a Peña y a los gobernadores involucrados con la corrupción. En la escena nacional, al parecer ya lo comprenden y se preparan. En Coahuila tal vez no.

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