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el periodico de saltillo
Septiembre 2017
Edición No. 343


Donald Trump y el TLC


Augusto Hugo Peña Delgadillo.


El presidente de EEUU está en un plan intratable, procaz y grosero con nuestro gobierno y con los
mexicanos. Esta es una razón más que suficiente y razonable para no renegociar el TLCAN.
Si EEUU quiere salirse del Tratado, que se salga, y en caso que no lo haga y siga en su papel
de padrote abusivo, Peña Nieto por nuestra dignidad y conveniencia debe retirarse de inmediato.

 

La vox pópuli es la principal de las referencias que tengo de Trump, ésta asegura que entre otras cosas es un &%$#¿&¿= #$%&¿&%$#, y tiene por qué serlo, su abuelo paterno Frederick Drumpf, a la edad de 16 años emigró de Kallstadt un pueblo vitivinícola al Suroeste de Frankfort, hacia EEUU para evadir el servicio militar. Fue hijo de Christian Johannes Drumpf y de Katharina Kobe; llegó a Nueva York con solo una maleta y algunos dólares en la bolsa. Trabajó en hoteles y restaurantes que funcionaban como prostíbulos; ya con algo de dinero se fue a Seattle, Washington en donde fundó o compró un burdel y en este trabajo de proxeneta (padrote) logró hacerse de un buen capital, y regresó a Nueva York, dedicándose a los bienes raíces, heredándole el negocio a su hijo, Frederick Drumft Jr., quien cambió el apellido a Trump.

Frederick Trump Jr., engrandeció el negocio de los bienes raíces y se hizo de amigos del Ku Klux Klan y se afilió a esa organización racista y supremacista de gente blanca. Alguna vez cuando menos, fue encarcelado al ser detenido en una marcha del KKK. Este breve historial nos muestra el por qué Donald Trump es como es, un racista empedernido. Su manera de ser y su forma de proceder, lo aprendió de su padre y de su abuelo, por lo que no debe extrañarnos que sea tildado por la vox pópuli, de ser un &%$#¿&¿=¿&%$#, y que los expertos en psiquiatría más connotados, lo señalen como un enfermo mental. La tendencia en mentir y contradecirse nos muestra a un excéntrico sujeto que es capaz de decir o perpetrar cualquier barbaridad con tal de lograr sus cometidos. Esta actitud avasalladora y grosera lo hace absolutamente predecible.

Nuestros políticos que negocian con él y sus secretarios, el Tratado de Libre Comercio México-EEUU-Canadá, fueron en principio sorprendidos, aunque hay qué suponer que a estas alturas, lo mejor es no hacerle caso y negociar con la gente subalterna de Trump, el TLC, o bien, no hacer las negociaciones que Trump pretende, y retirarse de dicho Tratado. El viernes 25 de agosto por medio de un tuit se refirió a México de mala manera y en peor tono; sus palabras fueron: “Con México como una de las naciones con más criminalidad en el mundo, tenemos que tener el muro, y (ese país) lo pagará por medio de rembolso u (otro mecanismo); estamos en un proceso de renegociación del TLCAN (el peor acuerdo comercial que se haya hecho) con México y Canadá. Los dos están siendo muy difíciles. ¿Tendremos que ponerle fin?” Con tantas ofensas que nos ha hecho, lo mejor por nuestra dignidad y soberanía, es no renegociar el TLCAN.

Sin embargo y a pesar de tantas humillaciones y groserías espetadas contra nuestro país y contra los mexicanos de parte de este energúmeno, al parecer Peña Nieto, Videgaray, Guajardo y José Antonio Meade, de forma blandengue y antipatriota, se están empeñando en sacar adelante el TLCAN aún a sabiendas que nuestro país resultara afectado sobremanera, por lo que nuestros diputados y senadores deberían obligar a Peña Nieto a levantarse de la mesa de renegociación, cosa que no harán porque tanto el legislativo como el poder judicial, en la praxis, solo son servidumbre del presidente y se plegarán de la misma forma sumisa y apátrida de Peña Nieto y de sus secretarios Guajardo, Meade Kuribreña y Videgaray, dando como resultado que los intereses de México y de los mexicanos no serán defendidos como debieran ser porque este gobierno considera a los mexicanos como simples monigotes pintados en la pared.

Esta actitud cobarde de nuestros gobernantes más otras corruptelas e ineptitudes de Peña Nieto son razones más que suficientes para expulsarlos de la cosa pública y de nuestras vidas. Con gobiernos como éste, el de Peña Nieto, no necesitamos enemigos de fuera, con él tenemos para dar y repartir. La voluntad y los requerimientos del país y de los mexicanos, van a ser echados por la borda por este gobierno procaz, dejándonos un sabor tan amargo, que el único camino que tenemos, es en principio, la seguridad de reconocer a Peña Nieto y a quienes nos gobiernan, como un enemigo más de México y de los mexicanos. Un enemigo más que no quiere entender que Trump y una gran parte de los estadounidenses nos odia y desprecia, entonces por la dignidad del pueblo y la soberanía de México, cuando menos Peña Nieto debe intentar desligarnos en la medida que se pueda, de sus designios. O, ¿usted qué opina, estimado lector?

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