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el periodico de saltillo

Noviembre 2017

Edición No. 345


¿Y por qué ellos no?

Fidencio Treviño Maldonado.

Entonces los hombres quisieron jugar a ser dioses.
Antón Chéjov. 

 

Cuando en este artículo hago referencia a “ellos”, me refiero a nuestros políticos, de los cuales se podría llenar varios tomos -más gruesos que el directorio telefónico de Edomex- de sus acciones, protagonismos y actuaciones.

Vemos con disgusto, lástima y desagrado y a estas alturas ya sin asombro, como los suicidios en este país se han incrementado, sin importar la edad, incluyendo niños de 12 o menos años, y gente de la tercera edad entra al perverso círculo de quitarse la vida. -Si apenas tenía 21 años, ¿que le pasaría?  -Se veía que era una persona muy calmada, pues tal vez se deba a una decepción amorosa. -Fue la depre, la depresión hace que estas gentes lleven a cabo el suicidio. -Cuando menos hubiese dejado una nota. Y a esta letanía de comentarios le siguen otros miles de lamentaciones y opiniones sobre las personas que cometen suicidios y que buscan afanosamente llegar al valle de Josefat.

La mayoría de los suicidas, como han quedado registrados, al menos en nuestro país son de clase media baja o pobres, son gente con enfermedades terminales que ya quieren acabar con el sufrimiento antes de que para ellos se cierre el doloroso telón de la vida. 

Lo curioso de los hombres y mujeres que se quitan la vida, es por motivos aun desconocidos, se llevan sus penas, alegrías, recelos, amores y desamores y desde luego por causas oscuras, confusas y profusas, aunque los psicólogos, psiquiatras, y otros estudiosos de la mente y de la antropología, incluyendo a los “yoyos” que son expertos para todo y difunden tratados, teorías, hipótesis y ensayos sobre el tema, sin remediar nada.

Y aquí la pregunta ¿Por qué nuestros políticos, gente de la Casta Divina, ratas y defraudadores no se suicidan?, tal vez la pregunta sea muy pendeja, si, pero sigue en pie, y dado que nunca hemos sabido que un político de altos vuelos, al menos en México, tome esa determinación, mejor huye y al final enfrenta el brazo incorrupto de la justicia nacional, en donde al rato sale volando más libre y blanca que la paloma de San Juan. 

Mientras doña Cruzita Pérez de setenta años, tiene que estar desde las cinco de la mañana en las banquetas de un hospital, centro de salud, clínica de solidaridad u otro de orden popular para sacar ficha y ser atendida, ¿por qué nuestra clase bendita que manda en el país no hacen eso?, es decir ¿cuándo hemos visto a un diputado, senador o simple presidente municipal haciendo cola para obtener ficha en algún Centro de salud popular, los llamados públicas? ¡nunca! y menos en este país de políticos ricos que su atención de salud está en hospitales de alto costo, algunos en el extranjero y con los últimos adelantos tecnológicos. 

¿Por qué el obrero tiene un salario mínimo decretado y “ellos” no?, y aquí la pregunta es ¿Cuántos meses o años tendrán que transcurrir para que un peón, obrero o trabajador del campo, obtenga en un año, la mitad de lo que uno de nuestra Casta Divina obtiene sólo en el aguinaldo?

¿Por qué Luis “N” aún a casi dos años de ser detenido, no le llega la sentencia por robar dos desodorantes, unos calcetines y un frasco de talco en una super tienda?, mientras miles de ex funcionarios y funcionarios o servidores del pueblo roban miles de millones de pesos, cometen fraudes, hacen desfalcos, crean empresas fantasmas, inclusive mandan golpear periodistas o gente incómoda para ellos, y nada les hace nuestra ínclita y proba justicia nacional, incluyendo el “Hasta las últimas consecuencias”, “caiga quien caiga”, “se aplicará todo el peso de la ley”.

Mientras millones de habitantes de éste aun hermoso país, vivimos con el Jesús en la boca, entre calles oscuras, colonias sin servicios, sobre todo por la inseguridad que campea en todo nuestro territorio sin ley y unos cuerpos policiacos siempre en tela de juicio. Mientras nuestros mandamás siempre rodeados de guaruras hasta para ir al baño, ellos dicen en su triste y miserable mitomanía que los delitos han bajado y que la violencia ha desaparecido, mientras el pueblo no tiene ni donde resguardarse cuando llueve plomo y acero en cualquier calle.     

Para Juvencio Pérez Hernández de 11 años cada mañana es un martirio asistir a su escuela primaria “Cristóbal Colón”, levantarse a las cinco y media de la mañana y salir de su jacal a las seis quince para recorrer los 7 kilóme- tros entre caminos de tierra y brechas con hierba crecida y poder llegar a tiempo. Porque desde hace meses en su comunidad “Las Pitayas” los profesores dejaron de asistir a la escuelita comunitaria de su ejido.

Mientras los hijos de nuestros políticos “ellos” si son merecedores de colegios de paga, quesque porqué la educación pública no sirve, inclusive muchos de estos juniors estudian en el extranjero. Y, así se podrían señalar cientos de felonías que el pueblo sufre, mientras “ellos” jamás se bajarán de la nube de algodón y, cual alfombra mágica vuelan muy alto y a nosotros su servidumbre nos miran como dicen que Dios ve a los conejos: chiquitos, orejones y lo peor, asustados. 

kinotre@hotmail.com   

 
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