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el periodico de saltillo
Mayo 2017
Edición No. 339


De cárceles y penitenciarías

Alfredo Velázquez Valle.


“¿Qué hago aquí, en México y en la tierra? Nada mientras no los conozca y los transforme, mientras no los impugne y los niegue y de esta negación se obtenga su transformación verdadera en la libertad y la dignidad humanas.”
José Revueltas.
(1968, prisión de Lecumberri).

 

Pensar en el origen histórico de las cárceles y, posteriormente, en las penitenciarías, es cavilar en los centros especiales donde las sociedades occidentales comenzaron a delinear los centros donde recluir una población excedente que comenzó a ser peligrosa en términos de desestabilización de las nuevas formas de explotación que gradualmente iban imponiendo las exigencias de la realización del capital.

Reflexionar sobre ello, es hacerlo no para discutir sobre la pertinencia de estos centros de encierro, como si pensar en la existencia o no de jardines botánicos se tratara.

En efecto, cavilar, razonar sobre los centros penitenciarios no deberá ser un ejercicio huero, estéril de ejercicio mental per se.

Discurrir sobre todo ello, es decir, sobre los sistemas penitenciarios, apuntará sobre todo a cuestionar el sistema económico social que los ha hecho posibles; es decir, entender su existencia no como producto del tiempo mismo, sino como una necesidad histórica implementada por los agentes favorecidos por esa misma reproducción capitalista iniciada a escala mundial en el siglo XVIII y consolidada en los siglos venideros, disfrazada por ideologías como el modernismo de finales del siglo XIX.

Tarea de la ciencia histórica no es interpretar o “reflexionar” para abonar campos de estudio sin otro aparente objetivo que eso mismo: el conocimiento por el conocimiento mismo.

La ciencia histórica deberá ser herramienta para la denuncia, la develación, la acción y la transformación de la sociedad que ha permitido este tipo de instituciones aberrantes que sólo han demostrado ser centros lúgubres y malsanos donde la dignidad humana ha sido degradada más por norma que por accidente en el largo discurrir de su existencia.

Solamente así, podremos enfocar correctamente y desde una perspectiva de clase y revolucionaria un estudio de estos centros de reclusión-represión no como lo que aparentemente y a través del discurso hegemónico se pretende que sean y no su verdadera finalidad: apartar, eliminar, someter o, en algunos casos -la clara excepción a la regla-, readaptar a los indeseables, a la hez social que el propio modelo de generación y apropiación de riqueza cosecha.

Pretender que los centros de readaptación social sean centros avocados a redimir almas atrapadas por los brazos de la delincuencia, sin cambiar el régimen social que los hace posibles, es poco menos que aceptar la derrota en toda línea de una sociedad imposibilitada desde sus entrañas para generar ciudadanos libres de flagelos sociales, esos que son por los cuales pierde su condición humana y a los cuales nadie escapamos.

Quizá desde el campo de la “academia” se revise, reflexione y critique sin proponerse más que volver a revisar y ocasionalmente preguntar a otros sectores sobre la práctica penitenciaria; sectores como los mal llamados medios de comunicación e información (pensemos en un RCG, Coahuila) a los cuales pudieran considerar de suma ayuda ya que algunos académicos, insisto, sugieren tienen regímenes de verdad que pudieran explicar más, aportar más… eso sugieren.

Pero, si desde el campo de los académicos, especialistas en la materia, se propone recurrir a los medios de difusión de ideologías opresivas y enajenantes no ya para explicar, sino más bien proponer alternativas “al problema que entraña cometer un delito y aplicar un justo castigo por ello”, entonces tendremos que concluir que la Universidad, a través de sus académicos investigadores ha abandonado su tarea esencial: “la conformación de una conciencia crítica la cual ha de reflejarse como conocimiento científico: que no se satisface con conocer la realidad, sino que la transforma.” (Revueltas, 1989).

Bibliografía
Revueltas José (1989). ¿Qué es la autogestión académica? En José Revueltas, México 68: Juventud y revolución (pág. 116). México, D.F.: Ediciones Era.

 

 
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