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el periodico de saltillo
Marzo 2017
Edición No. 337


¡Ah, qué tiempos!

 

Profesor Evaristo Velasco Álvarez.

¡Ah, qué tiempos aquellos señor don Simón!, frase que es inclusive el título de una de las mejores películas del cine mexicano de los 40’s - 50’s, con los extrañados don Joaquín Pardavé y don Fernando Soler (entre muchos otros), actores mexicanos que vinieron a darle a nuestro cine actuaciones que han quedado para la posteridad.

Pero para nuestra generación, ésta que estamos viviendo, recordamos con añoranza los pasados años en que había orden y disciplina gubernamental, donde la figura del señor presidente de la república era sostenida principalmente por su bonhomía, por su honor que respaldaba sus palabras, por la seguridad en sí mismo. Hombres que eran reconocidos por su buena administración, aun allende las fronteras de nuestra patria, que incluso fueron referente para acciones emprendidas en otros países.

Sin embargo de algunos gobernantes para acá, la figura se ha visto desgastada por el sin fin de errores, de acciones que han generado el que estemos así, postrados, desangelados, dolidos y ultrajados; porque ya no les tenemos confianza, porque ya no los vemos como el hombre fuerte y responsable que sacaría el país adelante.

Y los hombres y mujeres que formaban su gabinete, su estado mayor, eran a la par hombres y mujeres en los que se podía creer y confiar. Ahora son personas que ven sólo sus propios intereses y los de sus partidos. Ya los diputados y los senadores no nos representan, dejaron de ser los avocados a encontrar solución a los problemas de la ciudadanía, porque se han dedicado al despilfarro, a la vida fácil, a hurtar a la nación y a prostituir la democracia.

Así mismo vemos los campos abandonados, las ciudades con miles de vagabundos y ninis que no nos dan esperanza, vemos con tristeza que el pueblo nos encontramos huérfanos. Huérfanos de dirigencia honrada y eficaz; huérfanos de educación con claridad de futuro; huérfanos de normatividad que anime y provea a los emprendedores; huérfanos de credibilidad en los sacerdotes pederastas y falsos.

¿Qué hacer para no sucumbir a la depresión y al abandono? Creo que lo que nos queda por hacer es retomar la dirección de las cosas como debe ser, desde el principio; porque nuestros administradores actúan así porque se los hemos permitido. Ellos son nuestros servidores y nosotros sus patrones. Vayamos a exigirles el fiel cumplimiento de sus trabajos y de la promesa que hicieron y que juraron al tomar posesión de los cargos, de defender la población y hacer de nuestro México el espacio donde sus ciudadanos se encuentren felices.

Y tenemos la culpa del despilfarro porque les dimos, con nuestro silencio, permiso tácito para que robaran, para que traicionaran, para que despilfarraran. Por ello creo que es el momento de hacer que las cosas vuelvan al camino bueno. Si hacemos que ellos cumplan con su cometido por el cual están gozando de un cargo y un sueldo digno, todos estaremos contentos de nuevo.

Hagamos que los gobernantes gobiernen conforme a nuestros intereses; hagamos que los representantes nos representen, promoviendo nuestras necesidades; hagamos que los responsables de la educación se dejen de peroratas y permitan a los profesores hacer su trabajo, sin amenazas, sin persecuciones, sino con apoyo, con capacitación y con alegría; hagamos que los ministros de cualquier culto se ubiquen y sean de verdad consuelo y consejo para la feligresía, atendiendo su ministerio con ética. En fin, ejerzamos el derecho de exigir a nuestros empleados que cumplan, para ¡Que viva México!

velasco_alvarez@yahoo.com

 
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