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el periodico de saltillo
Junio 2017
Edición No. 340


Violencia familiar

Alfredo Velázquez Valle.


La violencia se ha apropiado de la vida cotidiana de todos los que vivimos, padeciendo, esta realidad que nos ha quitado hasta las seguridades de los más mínimos elementos de sobrevivencia.

Derechos como la asistencia médica (4 millones de mexicanos mayores de cinco años sin seguro popular y los afiliados a éste servicio –más de 50 millones- con apertura mínima en atención de enfermedades) , la seguridad a un trabajo estable (de cada 100 personas económicamente activas, diez se encuentran desocupadas), a la tranquilidad de un entorno que hoy se nos presenta inseguro y amenazante (después de Siria, México el país más violento del planeta), derecho al agua (14 millones de mexicanos sin acceso al vital líquido) al aire libre de contaminantes, (14 mil muertes por año debido a la polución atmosférica) etc., etc.

Pues bien, este mismo entorno propicia, condiciones que generan otras violencias al interior de lo que se conoce tradicionalmentecomo la “célula” de la sociedad: la familia. Es decir, el entorno vivencial (en el que englobaremos lo económico, político y social) determina la calidad de vida que los miembros de familias (generalmente empobrecidas y sobre explotadas) experimentan en términos de violencia física y psicológica.

Además, ésta, la (s) familia (s) ha visto incrementarse, en grado superlativo, la práctica de dichas conductas negativas (67% de las mujeres en México, ha sido violentada alguna vez en su vida) y sin que esto tenga fecha de caducidad por que la desigualdad económica (la primera y fundamental fuente de violencias) se ahonda y recrudece conforme la explotación humana y la degradación ambiental se desatan como peste sobre el planeta Tierra.

Sin embargo, hay quienes participan de otra perspectiva con respecto a éste fenómeno; sobre el desgarrador origen y ejercicio de la violencia al interior de la familia.
Este punto de vista adoptado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, nos dice que la construcción de género es la causa primera del origen y práctica de la violencia en las familias mexicanas.
Desestimando el entorno de violencia que priva en cada uno de los ámbitos del quehacer humano y que el sistema capitalista se ha encargado perseverantemente de cultivar, la C.N.D.H. nos dice que lo verdaderamente importante es enfocar el problema desde dicha construcción habida (de facto) en la conciencia de los integrantes de la familia para desde ahí, desde ese espacio reducido, caótico, de hacinamiento, precario (en más de un aspecto), tenga inicio el cambio de conductas que redundarán, impactarán, en lo social.

Esta toma de conciencia de la justa igualdad de géneros es respaldada, nos dice la C.N.D.H., por un entramado jurídico que apoya, guía y asesora para impartir justicia familiar y social a las victimas habidas (o posibles) por la tradicional construcción de géneros basada en la cultura masculinizada, o patriarcal.

Es decir, desde dos frentes (el familiar y el jurídico), y solo a partir de ellos, se pretende erradicar la desigual relación de los individuos basada en la jerarquización rígida e injusta de los sexos y/o las preferencias amén del color de piel, de credos, de ingresos y demás.
Sin intención de demeritar la labor que dicha Comisión lleva a cabo en lo tocante a la atención de víctimas por delitos de género (por cierto, hoy en día muy cuestionada), se ha de apuntar sobre la necesidad de plantear el problema en una dimensión holística que pondere con la máxima precisión posible los elementos a cuyo origen se pretende culpabilizar a la familia per sé.

Esto, porque querer hacer responsable a los miembros de la familia (así en absoluto) de lo que sucede en su interior y pretender, aún, que del seno de ellas mismas (sin importar un comino su grado de preparación educativa, su nivel cultural, su grado de enajenación por los medios de difusión, sus problemáticas económicas, etc.) nazca la iniciativa del cambio conductual que redunde en niveles aceptables de convivencia libre de violencias, es simplemente pedir que el sentenciado, atado de manos y amordazado, trate de impedir su ejecución a manos del verdugo, al cual, por otra parte, poco importarán los remilgos del sentenciado.

La familia reproduce los parámetros que el entorno económico-social requiere para que el sistema de explotación (que es la primera y fundamental vejación a la dignidad humana) continúe generando riqueza (y su correlativa pobreza); sistema sustentado en una cultura patriarcal milenaria que bien ha sabido hacer que la víctima se culpabilice de su desgracia.

Entonces, convengamos que la crítica fundamental ha de dirigirse a un sistema capitalista hegemónico-patriarcal-blanco-anglosajón que cobijado en aparatos coercitivos e ideológicos ha sabido ocultar su culpa e interés en detrimento de sus víctimas que sumamos todos los que en ese micro mundo machista y poderoso no cabemos.

Si es evidente que en la reproducción de la familia está la reproducción del sistema, es todavía mucho más claro que si ésta, la familia, desconoce los intrincados mecanismos por los cuales ella es así y no de otra forma, jamás logrará salvar su actual y deplorable situación.

El Estado no es una entelequia (como sostuvo la ponente de un taller al que asistí recientemente) ni mucho menos lo fue el Estado de bienestar; el cual ha sido tomado, por estos divulgadores de eso sí “entelequias”de la C.N.D.H., como cosa del pasado, como hecho histórico irremediablemente perdido. Al condenar al pasado a este mismo Estado que un tiempo respetó (toleró, diríamos más exactamente) las conquistas populares, entonces condena ella misma, la C.N.D.H., su propio discurso sostenido en otra “entelequia”: los derechos humanos.

Si el filo de la crítica no logra traspasar la apariencia de las cosas para, en principio, colocarnos en la parte correcta del problema, (para, luego, obrar en dirección adecuada a la solución de lo que entraña la violencia familiar), entonces concluyamos que dicha Comisión ha hecho bien su papel como aparato ideológico del Estado.

En alguna parte del “Segundo Sexo”, S. de Beauvoir nos dice que “Este mundo siempre ha pertenecido a los varones…” para luego afirmar que “La humanidad no es una especie animal: es una realidad histórica.” (Beauvoir, 2012)

Muy seguramente descubrir esta realidad histórica sea develar las razones del por qué la violencia está inscrita hasta en los más inocentes actos del hombre; sí, he dicho el hombre...



Bibliografía
Beauvoir, S. d. (2012). PRIMERA PARTE CAPÍTULO TRES EL PUNTO DE VISTA DEL MATERIALISMO HISTÓRICO.
En S. d. Beauvoir, El segundo sexo Los hechos y los mitos (pág. 22). México, D.F.: DEBOLSILLO.

 
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