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el periodico de saltillo

Diciembre 2017

Edición No. 346


Revuelo en el gallinero priísta por el destape de Meade y ascenso de MARS

Jesús M. Moreno Mejía

“La política asemeja una siniestra mascarada”.
Simone Weil.

 

Dentro de los tiempos y límites de la política nacional y estatal, el pasado mes se develaron dos grandes “incógnitas” que se ocultaban en los entretelones del Partido Revolucionario Institucional: El “destape” de su candidato a Presidente de la República en la persona de José Antonio Meade Kuribreña, y la confirmación de Miguel Ángel Riquelme Solís (MARS) como nuevo Gobernador de Coahuila.

Sin embargo, no existió satisfacción generalizada por el “dedazo”, ni por la resolución de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pues éstos consideraron no acreditados los agravios denunciados por los candidatos opositores de la elección del 4 de junio del presente año.

Varios fueron los aspirantes del PRI a ser el abanderado de su partido en la elección principal de 2018, entre ellos el hoy ungido: José Antonio Meade Kuribreña, quien venía desempeñándose como Secretario de Hacienda y Crédito Público; Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación; Aurelio Nuño, Secretario de Educación Pública; José Narro, Secretario de Salud, y Enrique De la Madrid, Secretario de Turismo.

Como suele suceder antes de la víspera del “destape” del candidato oficial del Revolucionario Institucional, los aspirantes antes mencionados, así como otros tres que se mencionaron en su oportunidad, entre ellos Eruviel Ávila, gobernador saliente del Estado de México; el canciller Luis Videgaray, así como la ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, simplemente se “alinearon” y quedaron al margen de la selección.

El hecho es que Meade Kuribreña es hoy “el bueno”, pero seguramente quedan “resquemo- res” en algunos de los eliminados. ¿Fracturas hacia el interior? Tal vez no de manera abierta, pero sí en encubierto, al grado de que ya han surgido rumores de traición a la hora de decidir el voto por parte de ciertos cotos de poder en el seno del PRI, pero eso estará por verse.

Lo cierto es que, como bien dijo la escritora francesa, Simone Weil, “La política asemeja una siniestra mascarada”, entendiendo ésta última palabra como: farsa, enredo o trampa para engañar.

En cuanto al cuestionado triunfo de Miguel Ángel Riquelme en la elección de Gobernador de Coahuila, motivó la judicialización del proceso al demandar los candidatos opositores la anulación del mismo, pero finalmente los magistrados del Tribunal Electoral Federal decidieron desechar las endebles impugnaciones y, por tanto, declarar válido el resultado que favoreció al nuevo Ejecutivo Estatal.

Viene ahora la etapa de la puesta en marcha del gabinete de gobierno de Riquelme Solís, mismo que se considera adelantado desde la víspera al designar el gobernador saliente, Rubén Moreira Valdez, al Fiscal General del Estado a favor de Gerardo Márquez Guevara, supuestamente para “cubrirle las espaldas” en caso de ser acusado de algún ilícito durante su gestión.

También en la víspera, el gobernador electo informa que Blas Flores Dávila, hasta hace poco rector de la Universidad Autónoma de Coahuila (U.A. de C.), es el nuevo Secretario de Finanzas del Gobierno del Estado, con la doble finalidad de un manejo del erario en manos de un saltillense, a la vez que el deseo de ganarse la simpatía del electorado universitario.

Hasta el momento de redactar esta colabo- ración periodística, no se daban nuevos nombra- mientos, pero se consideraba la posibilidad de otorgar algunos a favor de personajes allegados a Riquelme Solís, entre ellos: David Flores Lavenant, Jorge Luis Morán, Miguel Mery, Enrique Mota y Javier Lechuga (quienes lo acompañaron durante su administración municipal en Torreón); Fernando Purón, Ricardo Aguirre, Jericó Abramo, Fernando Gutiérrez, etc.

Una vez resuelto el litigio electoral, el nuevo gobernador dijo convocar a la unidad a todos los coahuilenses; establecer un pacto de colaboración con los 38 alcaldes de la entidad y también con el sector empresarial, dejando a un lado toda diferencia ideológica.

Sin embargo, hay quienes todavía recuerdan su expresión de disgusto con los torreonenses: “ahora le toca que apoyemos a la gente de Saltillo”, al enterarse que fueron pocos los de su ciudad natal que votaron por él en las elecciones del 4 de junio, y de igual manera hicieran perder el candidato priísta a la Presidencia Municipal, así como a los aspirantes a diputados locales.

Falta ver si el nuevo Ejecutivo del Estado cumplirá con sus compromisos. ¿Y usted, amable lector, que opina sobre el particular?
¡Hasta la próxima!

 

 
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