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el periodico de saltillo

Diciembre 2017

Edición No. 346


/// Del Tintero ///

La extinción, ¿mito o realidad?

Fidencio Treviño Maldonado.

La autodestrucción del hombre es un juego natural muy simple en esa intrínseca propiedad biológica de poder que tiene el animal humano y que lo funda en la más profunda satisfacción de pertenecer a una supertribu, que catastróficamente nos acabamos mordiendo unos a otros. En un lugar llamado tierra (hasta el nombre es una utopía, porque en nuestro planeta predomina el agua y la sal) no hay lugar para cobardes y los que se arrojan y apuestan, poco o nada les interesa sus vecinos o familiares, no es la barbarie, es entre otros rasgos la ambición y algo que caracteriza al hombre desde la noche de los tiempos, cuando se descolgó del árbol: El poder.

Desde el profeta Juan y su bíblico Apocalipsis, que entre bestias, la ramera, los caballos y trompetas las calamidades llegarán y será nuestro fin, hasta la edad media con Michel Nostradamus y sus metáforas proféticas el final y la extinción de la raza humana que está por venir. La naturaleza, esa madre de todas las criaturas del universo es tan poco conocida que sólo nos acordamos de ella cuando está de mal humor y cuyos resultados son irreversibles y de las que nunca hay modo de prevenirlas, como tampoco de remediarlas.

Los más de 7 mil millones de humanos que se dice habitamos este planeta, apenas nos estamos dando cuenta de que nosotros y nada más que nosotros somos los depredadores de la vegetación, la fauna y todos los recursos renovables y no renovables. Podemos culpar a los monopolios, a la globalización de la producción intensiva en todo lo que genera alimentos y éstos ya convertidos en unos Frankenstein, alimentos plásticos, medicamentos genéricos oliendo a petróleo, semillas modificadas, el consumo de monstruos disfrazados de animales que genéticamente pierden su simetría y estética, con una precocidad que espanta, cultivos in vitro con semillas no sólo transgénicas, híbridas sino plantas clonadas, sabores y aromas no del campo sino de laboratorio, quesos que no son elaborados con leche, carne de origen vegetal. Se comenta que existen en el mundo cerca de tres mil millones de productos envasado, que tienen, color y sabor a la fruta que promueven, cuando ni siquiera se utiliza una pizca de esa fruta que se anuncia en el jugo, la India y Brasil encabezan la lista con miles de estos productos, en fin el exterminio de la flora en todo su esplendor, esa si es catástrofe.

Entre los más de 7 mil millones pobladores de este endeble planeta, la UNESCO asegura que mil millones de hermanos padecen de hambre, los desamparados de agua y comida y muy socorridos por las enfermedades propias de la desnutrición, los gobernantes de estos países más preocupados en armamentos que en producir alimentos. La papa y el trigo un tubérculo y un grano fueron por generaciones los salvadores de la humanidad, ahora escasean, los desiertos ganan terrenos, las tierras fértiles son escasas, los bosques y selvas pierden la batalla contra el hacha del posmodernismo, el agua potable se embotella y es cara, la de los ríos y algunos mantos acuíferos está contaminada, el destino está cobrando el desatino y desorden del descuido que se le ha brindado a la naturaleza ya que como está la situación y a estas alturas del tiempo, la tecnología de nada ha servido en esta ruta de retroceso y que todos al parecer estamos tomando los caminos hacia el desastre y el caos.

Vemos con indolencia, costumbre y hasta apatía cómo los acaparadores y devoradores de petróleo cada día crecen, factorías, industrias, talleres, monumentales maquinarias, miles de millones de motores y miles de millones de vehículos que circulan en caminos, carreteras y autopistas diariamente en donde transmutan el petróleo por energía y contaminación. Dice por ahí un premio Nobel (Molina) sobre la devastación de los recursos naturales que “los gobernantes dejen de pregonar que en tal año plantaron X cantidad de árboles, etc., cuando parte del remedio está en que se conserven los que ya están de pie”. Esto en los que corresponde a México, en donde nuestra tecnología es en todos los rublos una mala copia de la modernidad que nos ofertan otros países y esta misma tecno- modernidad nunca va encaminada al mejoramiento de los recursos, siempre a seguir mordiendo lo poco que nos queda de este endeble planeta, lo curioso es que cada día nos grita la naturaleza, pero nosotros con esa sordera que nos caracteriza seguimos machacando. Tal vez por eso somos los ciegos e ilusos que queremos talar el árbol, que no nos deja ver el bosque.

kinotre@hotmail.com

 

 

 
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