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el periodico de saltillo
Abril 2017
Edición No. 338


El proceso electoral y la realidad

Jorge Arturo Estrada García.



El homo insipiens (necio y, simétricamente, ignorante) siempre ha existido y siempre ha sido numeroso. Pero
hasta la llegada de los instrumentos de comunicación de masas los “grandes números” estaban dispersos, y
por ello mismo eran muy irrelevantes. Por el contrario, las comunicaciones de masas crean un mundo movible
en el que los “dispersos” se encuentran y se pueden “reunir”, y de este modo hacer masa y adquirir fuerza.
Giovanni Sartori.

No creo en la opinión pública ni en el prestigio de los hombres. (...) Creo que
para un gobernante es igual que los hombres que lo rodean, distribuyan oro o que
asesinen. Esto lo he comprobado en mi administración. Para mí, pues, todo es el éxito.
Victoriano Huerta.


La elección de Coahuila es insólita y los resultados serán más insólitos. La corrupción de la partidocracia, sus ineptitudes, y el daño que han causado en la calidad de vida de las familias han generado indignación ciudadana. Pero, por el momento, no se sabe cómo será canalizado ese malestar social. Tampoco sabemos si se reflejará en las urnas. Y no se percibe a ningún candidato antisistémico metido en la contienda.

Coahuila era tierra fértil para un candidato independiente más bronco que El Bronco neolonés. Es cierto que la iniciativa privada local está dividida; cooptada; que es de bajo nivel; y que no tiene ni prestigio, ni arrastre social, ni poderío, a diferencia de la del estado vecino, pero las circunstancias de rechazo al PRI son inéditas: el 80 por ciento lo quiere fuera del gobierno estatal. No se necesitaba a los empresarios para respaldar un proyecto en el que la clase media, de todas las regiones, apoyara a un candidato independiente.

Sin embargo, en lugar de comprender y utilizar los contextos imperantes en su favor, los propios actores que consideraron la bandera independiente para sus proyectos, se metieron en el torbellino que genera la política electoral partidista en el momento actual. Y, por el momento, estos personajes llevan las de perder. Son los dos partidos “grandes” los que van en la punta.

Armando Guadiana tuvo enorme potencial como independiente pero ahora carga con los lastres de Morena y el protagonismo de López Obrador. El empresario enfrentó y derrotó a Humberto Moreira durante años, pero no logró concretar este prestigio, que se quedó en el Círculo Rojo, en respaldo social; sólo jugó audaz en lo jurídico, pero no comprendió la dinámica de la comunicación del siglo XXI. Y, su proyecto parece anclado en siglo pasado.

Por su parte, Javier Guerrero desperdició mucho tiempo y no luchó con fuerza por su candidatura en el seno del PRI, tampoco construyó un liderazgo social amplio, y fácilmente fue desplazado por Miguel Riquelme. Ahora, como independiente quiere construir un proyecto y convertirlo en viable; trae prestigio y buena vibra, pero el tiempo corre en su contra.

Luis Horacio Salinas, juega de distractor y de comparsa. Él nació con ADN priista, los negocios de su padre y su familia se han hecho a la sombra de los presupuestos públicos; lo mismo construyen banquetas y tapan baches que con- siguen obras para puentes, bulevares y carreteras. Sin carisma, ni propuesta, ni brújula busca restarle votos a los opositores al PRI y meter ruido.

Sin mecanismos de control, en los flujos de la comunicación, la información fluye ampliamente. En este proceso electoral llega la sociedad coahuilense más educada e informada de la historia contemporánea de la entidad. También, tal vez, la más despolitizada. Los medios formales de radio, prensa y televisión están tan desprestigiados como los políticos, sólo algunos esfuerzos individuales de periodismo profesional van manteniendo credibilidad.

Las redes sociales ya son intrincadas junglas en donde vuelan las difamaciones, las mentiras, los insultos y los engaños; conviven al lado de la información útil y valiosa; a las comunidades digitales arriban los mensajes de la gente estimada y también las agresiones de mercenarios anónimos. Los partidos y los candidatos construyeron o alquilan grandes ejércitos de pistoleros digitales, quienes como sicarios bombardean con bits tóxicos las comunidades de los ciudadanos.

Rotos los filtros, lo que pretenden es generar confusión, inundar de basura los canales e infundir miedo en las comunidades digitales, muchas veces se trata de alejar a los ciudadanos de las urnas.

Actualmente, Coahuila está polarizada entre el voto anti-PRI y el voto duro tricolor. Existe polarización entre las clases medias irritadas y las clases populares en donde el PRI construyó durante décadas una sólida base social. Está polarizada entre los que buscarán volver útil el voto de castigo al PRI, y entre los que castigarán a todos los partidos absteniéndose, bajo el lema de “todos son iguales”.

Bajo esas premisas de “todos son iguales” y “no me importa la política”, se construyó la partidocracia que se aprovechó del desinterés de los ciudadanos por los asuntos públicos, para amasar enormes fortunas con base en negocios a la sombra del erario público.

El desinterés en la cosa pública se ha arraigado. Se ha normalizado la violencia, la ineptitud y la impunidad de la clase gobernante. En ocasiones, la indignación surge ante los actos de corrupción y los lujosos trenes de vida de la clase política y sus virreyes. Todos los partidos son vistos con recelo.

Ese desinterés por la política trajo como consecuencia megadeudas enormes; escasa obra pública; hospitales sin médicos ni medicinas; escuelas de baja calidad educativa y poco equipadas; barrios y colonias inseguras; empleos con bajos salarios, pésimos transportes, y muchas mansiones de funcionarios.

Varios de esos virreyes están prófugos acusados de corrupción en México y en los Estados Unidos. Los ciudadanos finalmente se percataron que el presidente Enrique Peña Nieto los protege porque fueron sus aliados cuando construyó su proyecto para rescatar Los Pinos para el PRI; y reprueban sistemáticamente la mediocre actuación del presidente.

Debilitado, sin base partidista propia y con el país desmadrado por sus pésimas políticas públicas, Enrique Peña naufraga. Lo malo es que se llevó entre las espuelas a los mexicanos con: carestía, inflación, altos intereses en casas, autos, tarjetas de tiendas y bancos; salarios miserables, empleos de baja calidad; inseguridad e impunidad.

En Coahuila también quedan muchos pendientes y los aspirantes deberán convencer de que pueden resolverlos. En los indicadores del Coneval se percibe que: el 30 por ciento de los coahuilenses son pobres con alguna carencia, otro 30 por ciento está en riesgo de sufrir carencias y caer en la pobreza. Y sólo un 40 por ciento está en una posición social más cómoda; únicamente el 67 por ciento de los estudiantes llegan a terminar la educación básica superior; y más del 30 por ciento de los coahuilenses no tiene aún empleos formales y prestaciones. Además, sus pensiones serán equivalentes a poco más de un salario mínimo cuando ya tengan más de 65 años de edad.

Además, los clústers en los que se basa la vida económica de las regiones del estado se han desgastado y son casi obsoletos. Vamos con el puro vuelito y se acabó el impulso. La Laguna extravió su vocación productiva y se debate entre industrializarse, en plena era de la innovación y la tecnología, y entre continuar agotando sus recursos naturales y seguir destruyendo su medio ambiente. Todo parece enfocado en engordar a las vacas y a las fortunas de unos cuantos. Es asombroso lo que ocurre en La Comarca Lagunera, las vacas y los sembradíos de melones disponen de agua limpia, mientras que los laguneros deben conformarse con consumir agua contaminada con arsénico en sus hogares y respirar aire que envenena con plomo el organismo de sus familias.

Caso similar es el de la Región Carbonífera en donde se busca mantener viable el negocio de los carboneros a costa de la escasez de oportunidades para los jóvenes de la zona y pagar salarios miserables por laborar en condiciones infrahumanas. Para mantenerles el negocio vigente a los dueños de las minas es indispensable venderle el carbón a su único cliente: la Comisión Federal de Electricidad, que lo usa para alimentar una de las carboeléctricas de Nava, nadie más lo quiere. Por cierto, estas plantas están marcadas para ser cerradas en los próximos años por contaminantes dentro de los acuerdos del protocolo de Kioto firmado por el país.

En Monclova, Altos Hornos también basa su modelo de negocios en el proteccionismo federal, cabildeando altos aranceles para sus competidores internacionales. Sus empleados y proveedores están en riesgo permanente de perder sus trabajos y sus ingresos, mientras los dueños de la acería abultan sus cuentas bancarias, y se dan vida de magnates con jets privados y acompañantes centroeuropeas al estilo Trump. Es urgente evolucionar y diversificar las actividades de la Región Centro.

En el Sureste, la dependencia en los empleos de obreros de bajos salarios para el clúster automotriz limita el dinamismo económico y el desarrollo de los jóvenes. Los egresados de las universidades ganan igual que los operarios de las plantas. Para las armadoras sale más barato sostener una planta con mano de obra saltillense que instalar una fábrica que opere con robots en los Estados Unidos. El trabajo y la calidad de vida de nuestros obreros vale menos que invertir en robots en las modernas plantas norteamericanas.

Bajo estas circunstancias, el tejido social en la entidad está semidestruido. Las familias se van desintegrando para servir y generar ganancias al salvaje modelo globalizador, en el cual casi todos los miembros deben trabajar para poder sostener los hogares, pagar las carísimas microviviendas y los autos que son indispensables porque el transporte urbano es pésimo; adquirir alimentos, mantener sus adicciones a la web, al tabaco, al juego, al alcohol, y sus evasiones. Los fraccionamientos de los operarios están en lugares alejados; mal comunicados; sin vigilancia y a obscuras; con calles en declive al pie de las montañas, rodeados y atravesados por arroyos.

México es un desastre. La debacle financiera es impresionante; la inseguridad aumenta, y la corrupción e impunidad por supuesto que alimentan la irritación social y la indignación.

En estos momentos, los mecanismos de control social están rotos. La partidocracia apenas está ajustándose y aprendiendo a someter a los ciudadanos en el mundo digital. La actividad en redes es asombrosa, pero puede llegar a la confu- sión y a la saturación.

El camino para los candidatos es claro: los coahuilenses pasan más de seis horas al día interactuando en sus comunidades virtuales. En Coahuila, la batalla es por las mentes. Los grupos en el poder buscan desalentar a los ciudadanos presentándose como invencibles y que la legendaria apatía coahuilense persista. En contraste, los opositores intentan contactar con los indignados y así generar la movilización social que culmine con cientos de miles de votos en las urnas. Esto sólo se logrará a través de las redes, y si no se produce será por la ineptitud de los equipos de campaña de los candidatos. El que mejor se adapte y aprenda más rápido será el ganador.

En un contexto tan enrarecido, en el que la confianza se ha perdido, las encuestas irán fallando en sus mediciones. Hasta la última semana de abril se marcarán algunas tendencias más claras.

El proceso electoral en Coahuila se dará en un contexto de escándalos. Humberto Moreira está de regreso en la vida política, ¿cómo ex priísta?; en Texas los juicios contra los exgobernadores prosiguen; la guerra sucia apenas empieza.

La Batalla es por las mentes. La comunicación está en las redes sociales. La indignación social es enorme. Los escenarios son inusuales, los resultados serán más que insólitos.

jjjeee_04@yahoo.com

 
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