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el periodico de saltillo
Mayo 2016
Edición No. 327


Transporte ejidal

JABA.

Saltillo es una ciudad que hace rato superó el millón de habitantes, existe una sinergia comercial y social intensa. Para resolver la movilidad de 200 mil personas que no poseen auto (según cifras del 2014), es preciso contar con un sistema de transporte eficiente. Sabemos que no es así. En el 2013, el gobierno de Jericó Abramo intentó poner en regla a los concesionarios de las rutas, y como todos sabemos no pudo con esa gran mafia. Los beneficios serían: contar con rutas “troncales” que cruzaran las principales arterias, recorriendo distancias considerables en tiempos cortos; la renovación de unidades por unas más cómodas y en buenas condiciones; y la regularización de emisiones de contaminantes, entre otras.

De aquel intento quedó el sistema de monederos electrónicos para pagar con tarjeta, también quedó un incremento al costo que no se reflejó en nada, y quedó claro, que el gobierno no cuenta con el músculo suficiente para poner en regla a estas pandillas que ¡vaya que han hecho su agosto!, cobrando el máximo posible y dando el servicio más austero permitido. Después le siguieron los taxis, intentaron regularizarlos con taximetro, pero al ser molestados, éstos decidieron volverse divas y ahora conseguir un taxi pasadas las 10 de la noche, es toda una proeza. Si no les conviene tu destino, o les pides que activen el taximetro, simplemente aceleran y te dejan en la calle parado.

Son las 9:33 pm de un martes, la jornada ha sido dura y es tiempo de volver a casa, pero algo está mal, el camión de la ruta “Periférico” no pasa. Es temprano y seguramente pronto llegará… los minutos pasan y nada. Definitivamente alguien no está haciendo su trabajo.

Es absurdo pensar que una urbe que ha alcanzado dichos parámetros, se rija por conceptos pueblerinos. Es irracional que el transporte deje de pasar a las 9:30 en un martes, dejando varados a un sinnúmero de personas que ocupan el servicio. Personas que laboran, que pagan impuestos; que aportan. Un claro y cínico desaire de la clase política (quienes, por supuesto, no ocupan este tipo de servicios) hacia una población que “no debe andar en la calle a deshoras”.

Vivimos en una ciudad que se gana la vida haciendo autos, sin embargo, su propia movilidad está lejos de estar resuelta. El concesionario sigue estando por encima del usuario, a quien (es justo decirlo), no le interesa refutar y hacer valer sus intereses. Somos una masa pasiva y agachona; aguantamos todo. Y sólo las personas que cuentan con carro tienen la posibilidad de pasear por la noche, el resto no merece ese tipo de privilegios y debe de estar en su casa para las diez.

Es tiempo de que la iniciativa privada aparezca con un servicio que haga lo que el gobierno no ha querido hacer. La alternativa de Uber es factible. Empero, desde antes de que suceda, ya se puede ver la intervención de sindicatos de taxis y camiones y del mismo gobierno, poniendo trabas, deslegitimando, para que la población se siga jodiendo con los mismos servicios pinchurrientos y caros, como ya ha pasado en otras ciudades.

Ese martes, el “Periférico” no llegó y hubo que regresar a pié, haciendo un trayecto de casi dos horas, caminando desde el centro hasta más allá de la central de autobuses, al sur de la ciudad. Surge un pensamiento: con estos “amigos” para qué quieres enemigos…

 
 
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