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el periodico de saltillo
Mayo 2016
Edición No. 327


¡Que conste,… son reflexiones!

Los políticos

Sócrates A. Campos Lemus.

Los viejos, estamos convencidos de que el poder político es transitorio y, por tal razón, con la experiencia, hemos visto la naturaleza y el tamaño de los políticos y sus actos y, por ello, ni nos asombran ni nos deslumbran.

 

Estoy convencido de que los políticos solamente tienen una palabra: ¡Rájome!

El maestro José Elías Romero Apis, escribía: “…Pareciera que los “caudillos” contemporáneos son de nómina y no de poder. Que son de paga y no de corazón. Que son los de oficio y no de vocación. Que si dejaran sus empleos oficiales y salieran a la esquina de la calle para gritarle al mundo que los suyos los siguieran para hacer la guerra, para hacer la reforma o para hacer la patria, sólo los rodearían -ni siquiera los seguirían- los curiosos que, en todas las urbes, atienden al merolico”.

Es totalmente cierto, los políticos ya no tienen ni ideas ni ideología, no tienen proyecto ni programa, no tienen palabra ni convicciones, solamente tienen intereses y han convertido a la política en una enorme negocio haciendo algo que en el capitalismo y en una sociedad pervertida y cobarde como la nuestra les permitimos: utilizar nuestros bienes y recursos públicos para que ellos hagan grandes negocios privados. Así, cada tres o cada seis años, vemos las “comaladas de ricachones” que, de la noche a la mañana, gracias al puesto público y a que en vez de servir al público se sirvieron del público, se convierten en los nuevos ricos despilfarradores de los fondos y bienes públicos. Piensan que el país es de ellos y no de todos.

Ahora que vemos los famosos debates políticos de los candidatos al gobierno del Estado, que debe ser considerado debacle, entendemos ese proceder de los “caudillos” que, efectivamente, reúnen a su alrededor solamente a los grupos de curiosos. Como éstos se reúnen y ven, para divertirse, a los merolicos. Ya no son las masas, ni siquiera manipuladas las que ocurren pensando en que, con sus afiliaciones y sus votos, someterán la voluntad del cambio.

Muchos de ellos son parte de grupos que se venden y actúan para ser beneficiarios por medio de su líder de obras o de servicios o bien, de fondos públicos, dizque para los grupos sociales y en este perverso reparto de dinero, ellos comprometen el voto al que les paga más, ni siquiera por el que les gusta más. Son cómo prostitutas en la calle que andan ofreciendo sus votos y sus caricias, para darle placer momentáneo al que solamente sabe buscar lo inmediato y no ve por el presente y futuro. No hay compromiso, por esa misma razón, los políticos, no se comprometen, prometen, y claro que, tampoco cumplen.

Así, en ese engañarse mutuamente se pierden los objetivos y no se conocen en la realidad los recursos y su utilización; por esa misma razón, es fácil que los políticos, sus socios y sus cómplices, se puedan llevar miles de millones de pesos a los bancos, los paraísos fiscales o simplemente a sus bolsillos. Y ahora como todo se compra y se vende, gana pues el que goza de mayores recursos y así, sus recuperaciones, que por esa razón, cada vez, aumentan los saqueos, robos y corruptelas en todo el país.

Los políticos de cualquier partido si no se ven favorecidos en las determinaciones de sus dirigentes o bien por los intereses y complicidades que manejan, pueden pasar de un partido a cualquier otro, simplemente, porque así lo determina la mafia de control de cualquiera de los partidos. Ya no hay partidos de masas y menos los hay de ideas y de ideología y programa, proyecto. Confunden la izquierda con la derecha, como si se puñetearan con cualquier mano. Si, son ambidiestros, para cobrar, también son de dos caras en el actuar. Y el cinismo se aprovecha en todos los niveles, se pierden valores y sentimientos y todo lo que priva es el interés comercial por encima del interés popular.

Curiosamente, al perderse la acción en las bases de los partidos y apropiarse de la dirección, suben los maleantes como “dirigentes” y las mafias se reparten puestos y presupuestos de tal suerte que, la política, queda al margen por los intereses de grupo o personales. En este proceso hemos visto que curiosamente, en vez de que los partidos aglutinen fuerzas en su candidato, se van pelando en el camino por ponerse e imponerse en los puestos que ellos consideran servirá a sus intereses, no en los que en verdad tengan capacidad para servir. Les vale, porque como los compromisos son en este camino y no con la sociedad, las fuerzas necesarias para conciliar y acordar el reparto de puesto y de presupuestos sólo es entre dos, entre el gobernador y ellos, y por tal motivo, los recursos se esfuman y nadie tiene la fuerza moral ni para investigar ni para consignar a los responsables de los robos, saqueos y corruptelas.

Todo es negocio, o cuando menos, así lo hemos visto, en los escándalos del pasado, los responsables llegaban ante la institución o el que manejara a la misma en la investigación y repartía parte de su botín con él para quedar en plena libertad. Nadie se responsabiliza por los recursos y fondos públicos, de tal suerte que por ello, vemos que los bienes y los elementos son utilizados no para servir a la comunidad, sino para servir a los familiares de la casta en el poder, para cuidarles o ir con las camionetas oficiales y los operadores, que pagamos todos, al mercado o a llevar a la señora al salón o a los niños a la escuela… sí, estamos jodidos y más…

 
 
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