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el periodico de saltillo
Mayo 2016
Edición No. 327


La escuela, el laboratorio social

Profesor Evaristo Velasco Álvarez.

Desde el principio de los tiempos en que el ser humano habita este planeta, ha necesitado de un espacio en donde realizar una serie de experimentos en lo cognitivo, en lo social, en lo financiero, en lo lingüístico, etcétera, de tal forma que se ideó, en todo el orbe y sin que hubiera necesidad de comunicárselo de un pueblo a otro, porque forma parte de su naturaleza y porque la curiosidad humana nos lleva a esa misma conclusión, lo que ahora le llamamos Escuela.

Y las hay de Artes y Oficios, de Meditación, de Finanzas, de Cultivo, de la belleza, de Administración, de Manejo, Máquinas y Herramientas, de Elaboración de Alimentos, y de tantas y tan variadas actividades que la lista sería interminable; pero seguramente que en un inicio todas las escuelas sirvieron para desarrollar todo lo ya mencionado.

Y automáticamente surgen los dos actores principales de una escuela: el alumno y el maestro. Y surge la profesión tal vez de las más antiguas y principales en el desarrollo natural de los pueblos: La Educación; la que no tiene otra finalidad más que la de educar al pueblo en un proceso enseñanza-aprendizaje, que vaya gradualmente alcanzando las metas señaladas. Pero queda de manifiesto que otros actores se hacen presentes a lo largo de la historia: los padres de los alumnos, los administradores de la educación, los responsables de los cultos religiosos, los responsables de los talleres o empresas de la comunidad, los comerciantes, etcétera.

Porque todos se incluyen en el proceso enseñanza-aprendizaje, sin escapatoria; aun los que no desean participar, por vivir o formar parte de la comunidad, con su actitud están participando en la formación y educación de los ciudadanos (alumnos); y también los alumnos que no acuden a la escuela o que lo hacen de mala gana, tienen qué ver con lo que los alumnos y la ciudadanía toda están aprendiendo.

Como lo establecen los filósofos de la educación y del comportamiento humano: “el ser humano aprende y adquiere conocimientos al asistir a la escuela, al no asistir, al ser maestro o educador, al ser padre de familia, al ser parte de la comunidad en que se desarrolla un pueblo…”

Y ante la tremenda diversidad de escuelas y conocimientos o saberes que las diferentes sociedades crean y manifiestan, podemos entender y descifrar el nivel cultural o de desarrollo natural de los habitantes en general, de determinado lugar. Así vemos que en un inicio los maestros y los sacerdotes se unificaban o eran uno mismo. Las escuelas servían al mismo tiempo para enseñar y desarrollar modales, oficios, habilidades, actitudes y aptitudes que permitieran a los habitantes de ese espacio tener alguna homogenización de actitudes entre sí. El lenguaje, tanto hablado como escrito, la vestimenta, el sexo; valores como: el valor, la disciplina, tienen una forma muy particular de entenderse, pues es parte de la idiosincrasia de ese pueblo en particular.

Mientras que la fraternidad, el cooperativismo, el amor, la honestidad, el honor, la libertad, el respeto, la tolerancia, etc., son valores universales; es decir que en cualquier parte tienen un mismo significado; lo mismo sucede con la riqueza y el atesoramiento de la misma, aunque lo que se atesora no sea igual en todas partes, pero la actitud de atesorar sí es la misma.

Destaco entonces que la escuela es el espacio en que confluyen, de manera directa, los maestros y los alumnos ineludiblemente; pero que también forman parte del mismo proceso todos los actores ya señalados con anterioridad. También entendiendo como espacio el lugar (no siempre físico), a donde llegan los educandos (alumnos) y los educadores (maestros), pero que es un lugar en donde ambos participan en lograr que los alumnos (principalmente), adquieran conocimientos, saberes; desarrollen actitudes y aptitudes; incluso desarrollen proyectos propios o no, que ayuden a lograr que el conglomerado social a donde pertenecen, vaya avanzando en un progreso constante.

Y debido a la enorme diversidad de los diferentes asentamientos humanos en el orbe, podemos deducir el por qué en algunos lugares las escuelas enseñan esto y en otros lugares lo otro. Pero las clásicas son las escuelas griegas, las latinas y las egipcias en lo conocido como el viejo mundo, pero las escuelas de los pueblos americanos precolombinos son altamente interesantes, como las náhuatl, las zapotecas, las toltecas, las purépechas, las incas, las sioux, las pieles roja, etc.

Todas ellas buscan, conforme a la concepción del mundo y de sus circunstancias, que los integrantes de sus comunidades sean mejores y se apeguen mejor a sus costumbres y creencias. Por esto mismo no podemos en ocasiones entender los comportamientos o las actitudes de algunos pueblos y ciudadanos.

En la escuela se desarrollan proyectos que los controladores de la sociedad o los administradores de la misma preparan para que en el futuro ellos sigan siendo los que gobiernen y los que cosechen las ganancias de lo sembrado en el pueblo. Pero es también en la escuela donde se pueden desarrollar proyectos ciudadanos, independientes y del pueblo mismo, que nos pueden llevar a lugares o estadios mejores.

Todo entonces está en manos de los maestros, pero también de la lucidez de los alumnos, quienes pueden conformar la fuerza que genere la evolución social más grande y más importante. Apoyemos a ambos con nuestra decisión y con nuestro compromiso. Ellos son la salvación de la ciudadanía. Ellos harán ¡Que viva México!

velasco_alvarez@yahoo.com

 
 
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