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el periodico de saltillo
Junio 2016
Edición No. 328


La política actual apesta

Adolfo Olmedo Muñoz.

La política es una pasión, es un vicio, una adicción que
envilece cuando rompe la frontera de la idolatría.
“Con la política ocurre como con el amor:
cuando se está practicando, no se piensa en otra cosa”
Caillaux, político francés de principios del siglo XX.

A días de que se lleven a cabo elecciones en trece entidades de la República, doce de ellas para gobernador, pero hay también tanto ahí como en el resto, escrutinios para 965 ayuntamientos y casi cuatrocientas diputaciones, la guerra de heces entre los integrantes de uno u otro partido, está terminando por demostrar que en nuestro país, la política ya no es como antaño se conocía, “el arte de tragar mierda sin hacer gestos”. Hoy todos, políticos y representantes de partido reparten desechos sin discreción en espera de que la calumnia hacia sus oponentes, les beneficie para sus “campañas”.

No sé hasta dónde merezca un estudio profundo de sociología o de psicología social, ya no digamos de la política como una disciplina teórica que, ante las costumbres los hechos han caído en una obsolescencia, difícil de recuperar. Es claro que me estoy refiriendo al caso de nuestro país, aunque los informes de muy diversos puntos del orbe, nos indican que hay una tendencia decadente de respeto por los partidos políticos.

En el caso mexicano, la política es cada vez más cínica y desvergonzada. Se han roto las sutilezas. Antes se decía que las palabras suelen juguetear por entre su simbólico contexto, de la misma manera que las ideas por el entrelineado de su estructura literaria. Pero los hechos son hoy de una contundencia asfixiante en el escenario electoral, que por cierto parasita, en sustrato de muchos miles de millones de pesos, la economía de nuestro país (se habla de alrededor de 20 mil millones…)

La impunidad ha quebrantado, ha rebasado a las palabras; en una sociedad amoral, amorfa, la tarea editorial no puede disfrazar sus desviaciones y crear un mundo de utópica fantasía, pero tampoco creo que resulten pertinentes los señalamientos de toda la caterva de aspirantes al ejercicio del poder público. Por el momento, no hay maquillaje que pueda suavizar un rostro social marcado por el asco de vivir inmersos en un mar de impúdica corrupción. Impudicia que se enseñorea hoy sobre los hombros de la mediocridad y la ignorancia, al abrigo también de una complicidad oficial, omisa, desentendida, que hace de la ley un catálogo de sofismas, y de su cumplimiento un “violín”.

A esa merced, la seducción en busca del poder ya no se enmascara, muestra a flor de piel su cuerpo ajado pero dispuesto al placer de una inagotable codicia de los bienes materiales que ofrece el ejercicio de ese poder, el de la administración pública. Los vicios de hoy no han borrado las viejas prácticas, ¡las han perfeccionado y superado! El problema es hoy más de forma, pues si antes la política era el “arte” de comer excremento sin gesticular, hoy se siguen las mismas prácticas pero los actuales intrusos de la política sí hacen muchos gestos, creando un clima de inestabilidad, en todos sentidos.

No digo que se justifica comer heces, con o sin hacer gestos; quiero puntualizar que hasta en lo más soez se ha caído por falta de oficio, por falta de vocación, por falta de consciencia del bien social; por falta de…todo. Los políticos y con ellos han arrastrado a los partidos, han perdido el poder de seducción, hoy su “arte” ha descendido más allá de la más barata y denigrada pornografía cual modernos “Cicciolinos”.

El farragoso escenario se torna a veces en vodevil ante el cinismo de los participantes, como en el caso de Puebla donde un “influyente” (por su poder de compra de voluntades) candidato a gobernador, actual alcalde con licencia, José Antonio Galí Fayad fue acusado oficialmente por el PRI de enriquecimiento ilícito, con argumentos como el que el “funcionario” contaba en su declaración patrimonial, en el 2009, con 19.9 millones de pesos, y en el 2013, cuando aun era funcionario del SAT, (Sistema de Administración Tributaria), su peculio ascendía a 77.4 millones de pesos. ¡Magazo!

En alguna entrevista posterior, Antonio Gali, argumentó no tener “la culpa de haber nacido en el seno de una familia acomodada”; (De seguro sus ancestros “acomodaron” bien el trasero…) luego de destacar que “los Gali se han dedicado toda la vida a la labor empresarial (SIC); además de llevar más de 35 años en el servicio público”. “¡O mores!”

Tiempo después, el irascible “calderonista” (el interés tiene pies) Javier Lozano Alarcón, vocero de la campaña del tal Gali, contraatacó acusando al PRI de “compra de votos”. “Slogan” que de tan manido se ha desgastado. Aunque a quien sí se le comprobó que estaba (hasta el momento de hacer este comentario no había ninguna réplica) expidiendo cheques de devolución (en su carácter de Alcalde) por “fotomultas” aplicadas en su administración a los automovilistas poblanos y a cuanto visitante se dejara, aunque no de manera indiscriminada… La “ayudita” es sólo pa’ los cuates. Cualquier similitud que pudiera presentarse, por ejemplo con Saltillo, sería pura coincidencia, que conste.

Otro caso que provoca náusea y que también es muy al estilo panista, es el de la candidata a la alcaldía de Aguascalientes, quien queriendo aprovechar las redes sociales (también como lo han hecho siempre) se exhibió en una fotografía con un mensaje que a la letra dice: “Hay que ayudar a los ancianos cuando ya no son inútiles, por que luego son un estorbo para sus familias”.

¡Hágame Usted el “refabrón cavor”!

Algo También para destacar en este período, es que, contrario a lo que se suponía, han sido pocas las aspiraciones de candidatos independientes… todavía no le saben “invertir” o le sacaron a la ola de calumnias. Para mí que es esto último pues el “descalzonadero” esta grotesco.

Y si no, que lo diga el sinaloense Héctor Melecio Cuén, ex rector de la Universidad de esa entidad, a la sazón “candidato independiente” al puesto de gobernador, quien pidió a un juez, (ha de ser maestro de historia, especializado en: La Santa Inquisición), que le prohibiera a una periodista, María Teresa Guerra (en el nombre lleva la fama), volver a mencionar su nombre (¡¿!) en los medios de comunicación. Como dijera Migo Revulgo: “chupaos esa”.

En Oaxaca, Veracruz, Hidalgo y otras entidades, las cosas se pusieron “a peso”, resultó barato para cualquiera acusar de un sinfín de presuntos delitos a sus oponentes electorales: De narcotráfico, de desvío de recursos, de enriquecimiento ilícito, de lavado de dinero; de homofobia y homosexualidades, de traición y oportunismo, etcétera (como dijera hasta cualquier “maestrín” oaxaqueño, eso de “cétera”).

Nada nuevo en el lenguaje político nacional. Con diferencias de forma, pero los políticos están en el período de solicitar: ¡“No hagan olas”!
Espero ver que algunos de ellos, en caso de que triunfen, actúen en consecuencia y ¡legislen! para barrer toda la caca (perdón de antemano a todos los ojitos castos… si los hay…) que tiñe a la política partidista y “aromatiza” ese ambiente al que se refiere tal vez Enrique Peña Nieto.

 
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