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el periodico de saltillo
Julio 2016
Edición No. 329


El problema es cultural

Luis Eduardo Enciso Canales.

Para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado.
Octavio Paz. El laberinto de la soledad.

Me sigue sorprendiendo la idiosincrasia electoral de los mexicanos en la cual se hace evidente una carente falta de madurez democrática y una degradación del debate político que hoy se encuentra por los suelos convertido más en show y un espectáculo que en un avance hacia una ciudadanía más involucrada, participativa y comprometida con la construcción de vías para el dialogo político que tenga como centro las ideas, que posibilite el consenso de acuerdos y así poder avanzar en las grandes tareas pendientes que tiene esta nación.

Por consecuencia hoy tenemos un país dividido y enfrentado, al borde de la bancarrota y en quiebra social. El principal capital de una nación es su gente pero ante la evidente pauperización de ésta, el futuro se cierne impredecible. Después de leer y reflexionar las diferentes columnas y artículos escritos por algunos analistas políticos sobre el pasado proceso electoral del 5 de junio, los cuales desde sus diferentes perspectivas y experiencia, compartieron sus puntos de vista sobre lo sucedido en esta jornada político electoral me queda claro que la gente vota más con las tripas que con la razón.

La gente decidió “castigar”, como si fueran imberbes, al que se portó “mal” y le dio el triunfo al que se portó “peor”, con argumentos como: ¡Sí que se vallan! ¡Porque ya no los queremos! ¡Por un cambio! ¿Cambio algo? ¡Por un gobierno diferente! ¿Diferente? ¡Porque los ciudadanos decidimos! ¿Decidimos? ¡Porque México ya cambió! ¿Cambió? Y así hasta el infinito, en una profunda retórica hueca de propuestas e ideas, el cambio por el cambio como único objetivo, con ello sin saberlo perdemos la posibilidad del verdadero cambio, pero este otro implica trabajo y compromiso y eso quizás es lo que no nos gusta, preferimos endosar esa responsabilidad a los partidos políticos, los cuales ni tardos ni perezosos les cae como dinero al bolsillo el privilegio de decidir a su favor hacia donde quieren que transite este país, así que ellos siguen imponiendo las reglas del juego con las que se decide el futuro de todos. El ejemplo más claro de esto es un Panismo convertido como lo dijo Jorge Zepeda Patterson: en un Frankenstein electoral; lleno de injertos, parches y remiendos, y en una alianza ideológicamente inconcebible con una izquierda degradada y en artículo mortis, esto solo es posible en una nación como la nuestra.

Gracias a la gran ignorancia y apatía galopante de una sociedad empeñada en la evasión mediática se deja regresar a un partido como acción nacional que prácticamente no hizo nada para ganar, sin proyecto y con candidatos habilitados con los más diversos antecedentes que fácilmente se pueden encontrar en la web, cartuchos quemados del PRI, personajes que no encontraron en este el respaldo a sus proyectos personales; de hecho esta pasada elección prácticamente fue de priistas contra priistas donde el color salió sobrando, de pasadita se dejó crecer a la ala más radical de una izquierda virulenta encarnada en una MORENA que esconde unas ansias desmedidas de poder, el problema es que también guarda un gran resentimiento y sed de venganza política, no hay que olvidar que López Obrador también fue priista.

Hay muchas cuestiones de fondo y de forma que se nos están pasando de largo por pensar con la panza, de entrada seguimos sin entender que la democracia y la participación ciudadana en la vida pública son procesos que se llevan un buen de tiempo en consolidar, pero que además es algo en lo que se debe trabajar constantemente, es una labor diaria.

Inevitablemente este escenario me lleva a pensar en Ikram Antaki que se vuelve referencia para entender el entorno actual. Sin tregua alguna, denunció en su momento lo que a su juicio han sido los grandes desafíos por vencer en México: la apatía, la violencia, la intolerancia, la ambición desmedida de poder y la falta de confrontación de las ideas.

Por eso para ella, la reconciliación a través del debate es la única vía para reconstruir el Estado fallido. Es el pensamiento de Antaki y su lucha constante por defender la razón lo que me lleva hoy a refrendar que tenemos un gran problema no político en esencia, ni mucho menos de partidos políticos o independientes, más bien nuestro gran reto a vencer es en lo cultural, en decodificar eso que somos y que a través de nuestras prácticas hemos convertido en desajustes sociales y políticos que han desembocado en movimientos violentos que tanto daño han hecho al país. Hay que ser congruentes con lo que queremos, el cambio jamás llegará externamente siempre hay que comenzar con uno mismo, esperar que ellos hagan lo que uno mismo no ha intentado, eso sería simplemente simular un cambio.

 
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