publicación Online
 
 
el periodico de saltillo
Diciembre 2016
Edición No. 334


Ni de aquí ni de allá

Sócrates A. Campos Lemus.


En el país existen más de 280 mil empacadores en los supermercados que son adultos mayores de más de sesenta años. Empacan y reciben propinas...

 

Hace días platicaba con una señora cuyos hijos se fueron hace mucho a los Estados Unidos. Allá, me contaba, tienen trabajo y casa, los tres tienen vehículos propios, televisión, estufa de gas, aire acondicionado, luz todo el tiempo, teléfono, refrigerador, cuenta de ahorros, escuela para los niños y las niñas, alimentos baratos, ropa barata, zapatos baratos… pues ¿qué más quieren? Ya no vienen casi, mandan por el banco algo de dinero para los viejos, terminamos la casa de material y tenemos una troca para ir al campo a ver a los animales y cargar la cosecha o ir al mercado. Yo quiero que se vengan, pero los niños ya no hablan bien el español, cuando llegan les hacen burla, les dicen pochos, no los reconocen aunque sean sus primos y es de pura envidia. Los hijos ya no se acostumbran al campo, mejor quieren ir a la empresa y estar allá, ya hablan inglés, y los patrones les tienen confianza. Usted cree que se van a hallar por acá, sin trabajo, con la violencia por todos lados, sin escuela… pues yo creo que los perdí, si, perdí a mis hijos porque acá no tuvieron ni escuela, ni trabajo ni apoyos ni nada.

Es lo que le digo a mi viejo, ya deja de andar de aprontón con los políticos, muchas sonrisas y muchos apapachos cuando andan en campaña, después, ya ni te reconocen ni te pelan y eso por andar de aprontón, de ofrecido, así, deberías andar ofreciéndote para arreglar la casa no que candil de la calle y oscuridad de tu casa. ¡Ay pinche viejo!, pero le encanta el mitote y la cerveza y el mezcal y el baile y la juega. Él si goza lo que mandan los hijos y le digo: guarda, a lo mejor con este viejo mechudo del Trump, los corren de allá y tienes que guardar para tener algo para empezar de nuevo al dale y dale, a ver si los niños se acostumbran a lo que ya no se van a acostumbrar. Ya no van a ir al baño y a jalarle, no, ahora, tendrán que ir al monte en muchos casos, caminarán, no hay televisión ni sirven sus mugres compus. Aquí, no jalan. Yo no sé qué van a hacer mis niños, si ya no son ni de aquí ni de allá… solo rezo para que no les toque la migra y los saque de donde ya tienen su casa y su forma de vida.

Creo que unos sí tienen papeles, pero otros no, se confiaron, no vieron que venía la chinga. Seguro, se preocupa la doña, ya no se van a sentir bien, las cosas son diferentes, cuando voy para allá, me abruman con tantos mercados y tantas cosas que si la leche que azucarada, sin sabor, sin lactosa, con frutas, la fruta bien bonita pero sin sabor, la carne congelada, el pollo barato, todo el día pueden tragar pollo, pero no es carne buena, sabe rara. La televisión todo el día prendida, los gritos y los llantos se quedan dentro de la casa, los niños no saben jugar afuera, no corren, no caminan, están panzones y bofos. Mis hijos eran fuertes y sanos, robustos pues, pero ahora son gordos, las viejas fodongas, no saben ni lavar… para que no les entienda pues hablan en inglés, y antes, yo les hablaba en zapoteco a mis hijos, pero ellas decían que no jodieran, que parecían indios… y pues qué tiene ser indio si es lo que somos, digo yo…

Unos compadres que también tienen a sus críos por allá, del otro lado, dicen que ellos mejor están vendiendo sus casas y tramitando el regreso. Que más vale y no esperar a que les llegue la migra y los enganche, porque entonces los meten a la cárcel y no les dejan sacar sus cosas… por eso estoy en la rezadera pues, todo el día es lo que hago, me levanto rezando y me acuesto rezando y llorando de angustia por lo que les va a suceder a mis niños. Lo peor es que saben que acá tienen todo, pero no igual que allá y creo que no se ajustarán sus hijos ni sus señoras, usted cree que van a poner el nixtamal para la tortilla, no, que va, usted cree que van a ir a ordeñar la vaca… y ahora, no sé qué hacer… la verdad, yo creo que se viene la tragedia, así pasa cuando parece que todo está bien… mientras, el viejo en la borrachera al lado de los políticos que le hacen fiestas solamente para que termine pagando la peda… ésta, es la realidad…Y ya ve, todo nuestro dinero se lo vienen robando ese Jorge “El Coco” o el Gallino, ese... Espero que el joven Alejandro Murat, los meta a la cárcel y no le haga al tío Lolo, porque ya no aguantamos a más rateros y corruptos, así que hay esperanza pero a ver… hasta no ver no creer.

 

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino