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el periodico de saltillo
Octubre 2015
Edición No. 320



La historia de la civilización, los cinco primeros siglos del cristianismo

Salomón Atiyhe Estrada.

Uno de los asistentes a un curso de oratoria y debate que impartí, en el espacio de preguntas y respuestas, me lanzó la siguiente interrogante: ¿Cuál es el libro, de los que ha leído, que más le ha impactado e influenciado para que se interesara en la oratoria? Guarde silencio por un breve momento, la respuesta revoloteaba en mi mente y en cada segundo agarraba más fuerza, como un tornado amenazando con volcar todos mis recuerdos por la boca; logré apaciguar mi ansia lírica, frené el torrente de palabras y con calma reprimida sólo le dije el título del libro y el nombre del autor: se llama La Civilización, en los cinco primeros siglos del cristianismo; de Emilio Castelar.

El libro que obra en mi poder es de la primera edición del 22 de diciembre de 1947, un año después de mi nacimiento; editado en Buenos Aires, Argentina, para Librería y Editorial “El Ateneo”. Son lecciones pronunciadas en el Ateneo de Madrid. De 769 páginas.

Cuándo y cómo llegó al librero de la sala de la casa de mi abuela Serafina Gaytán Díaz, en la colonia Polvorera, no lo sé, yo lo descubrí cuando frisaba los 14 años de edad y comencé a leerlo a ratos. Don Emilio Castelar y Ripoll me atrapó de inmediato, su amplia cultura envestida de sabiduría, él nació el año de 1832 en Cádiz y educado en Elche -Alicante-; huérfano de padre logró educarse no sin tantas privaciones y dificultades, diríase que fue un digno ejemplo de la cultura del esfuerzo. En 1854, contando con 22 años de edad, pronunció el histórico discurso que lo elevó a la cumbre del más grande orador español, cuya fama fue universal; la famosa oración castelarina (profesión de fe política, que convirtió a Castelar en definidor supremo de las ideas y doctrinas democráticas, liberales en España), antes de un año estaba traducida al francés, al inglés, al italiano y al alemán y se divulgaba por toda América, sirviendo de credo civil a todos los hombres progresivos de Europa y del Continente Occidental.

A los 23 años de edad, por oposición y previa dispensa de edad, era profesor de la Universidad Central. Allí acudían nutridísimos públicos a escucharle, más que atraídos, arrastrados por el saber y la fama del nuevo maestro.

“La Civilización en los cinco primeros siglos del cristianismo” son las conferencias que pronunció en el Ateneo de Madrid desde 1857 a 1867, contenidas en este libro re editado en 1947. En las Cortes Constituyentes participa como diputado por Zaragoza en 1869, pisando por primera vez los escaños y multiplicando las victorias parlamentarias con su “cátedra asombrosa de grandilocuencia” al decir de Taine, “jamás en la tribuna parlamentaria de España alcanzó una y más bella expresión el arte de hablar que en aquel asombroso discurso contestando al gran Manterola, una de las eminencias de la iglesia española de aquellos tiempos; improvisó la histórica réplica, que millones de bocas, de dos generaciones, recitaran con fervor idolátrico”.

Emilio Castelar murió en 1899. Queda su obra literaria, histórica, política, además de haber escrito para los diarios de España y América. “Recuerdos de Italia” es una obra insuperable. Lo recuerdan como el Gran profesor, el maestro arrebatador y arrebatado; como el gran conferenciante y un gran escritor, pero antes que nada, como un tremendo orador. Cuentan, los que discutían las portentosas virtudes de Castelar, que tenía más de lírico que de didáctico, que subyugaba más que persuadía y que por su grandilocuencia lograba sobre los auditorios efectos excesivos y a veces peligrosos.

Castelar se decide al estudio de las ciencias históricas, los primeros siglos del cristianismo, porque ve en ellos “el prólogo del mundo moderno y el epílogo del mundo antiguo”. La historia es para Castelar “la realización del espíritu en el tiempo y en el espacio.” Define a la Civilización como “conjunto de manifestaciones útiles, artísticas, morales, sociales, científicas y religiosas en el pueblo y en la humanidad.”

Don Emilio, califica la libertad de “santa idea sin la cual la religión sería engañosa mentira, la ciencia vano fantasma, la justicia cruel burla, la sociedad un sepulcro, la conciencia un desierto y es soplo creador que nadie puede robar a nuestro espíritu y que entre las tinieblas de todos los tiempos, y a las plantas de todos los tiranos, y en el seno de todas las tempestades, relucirá siempre inmortal, como esencia de nuestro ser, como la obra más grande y más hermosa del Eterno… La historia del mundo es la historia de la libertad”.

Sin el dogma del progreso no se explica, no se puede explicar la historia, según Castelar. Los siglos, las edades, nos dice, se eslabonan como la progresión matemática, como los organismos en zoología; se eslabonan mediante una gran idea, que los une, y que es la razón común de su existencia. Pero el hombre y la libertad nada son sin la idea de la libertad, que en la antigüedad es una idea oscurísima. La filosofía pre-socrática está encerrada en la naturaleza, y apenas sabe nada del hombre. El mismo Sócrates comprendió más la inteligencia que la libertad. Tanto Platón y Aristóteles, si comprendieron la libertad de las clases sociales no alcanzaron ni a intuir la del individuo. Ni tampoco los Estoicos, que fueron los que más cultivaron la noción de la libertad, llegaron nunca a captar el concepto de la libertad individual. Este paso definitivo en las rutas del progreso humano sólo lo dio y solamente podía darlo el Cristianismo: “La libertad bajará del cielo y se quebrará para siempre la terrible coyunda del destino”.

La demostración de esta “verdad”, con erudición y elocuencia, es la enorme tarea que lleva a cabo Castelar en su “Historia de la civilización en los cinco primeros siglos del cristianismo”.

Es un libro que contiene un resumen histórico plagado de cultura universal, de citas, de análisis filosóficos, discurso tras discurso, todo un tratado de oratoria para aquel aspirante a orador que comprenda primero, que orador que no se cultiva, que no lee, será un orador mediocre, sin lustre.

Historia de la civilización en los cinco primeros siglos del cristianismo, es un libro que todo político debe leer, se los recomiendo. De seguro encontraran ediciones más recientes; mi pobre libro luce ya un poco desgastado, por los años. Ahora que acudí a él para apoyar estos apuntes con transcripciones que vienen en la presentación inicial, me di cuenta que debo ingresarlo a un hospital del libro. Se los recomiendo.

 

 
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