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el periodico de saltillo
Octubre 2015
Edición No. 320


Ya arrancó la carrera hacia la gubernatura de Coahuila

Un político divide a las personas en dos grupos: en primer lugar, instrumentos; en segundo, enemigos.
Friedrich Nietzsche.

 

Jorge Arturo Estrada García.

Las alarmas están encendidas. La clase política cierra filas. Los ojos del país están puestos en El Bronco. Se ha abierto una posibilidad de expulsar a la clase política del poder. Los ciudadanos, cada día están más molestos. El país es sacudido por devaluaciones y crisis. El presidente naufraga en el desprestigio. La carrera hacia Los Pinos apenas arranca, pero en Coahuila ya empezó.

La carrera se dará en este marco. Los escándalos de corrupción y excesos serán cosa cotidiana, en la aldea global que habitamos y en la que estamos hipercomunicados. La opinión pública se modela de forma acelerada y se extiende, imparable. Los escenarios son inéditos.

Lo cierto es que no conocemos como podrían reaccionar: ¿La apatía seguirá aumentando o escalará la indignación? ¿Nos mantendremos al margen de los procesos electorales, o abandonare- mos la zona de confort y nos presentaremos ante las urnas?

La irrupción de El Bronco sacude los escenarios. Se abre una posibilidad para los ciudadanos de votar en contra de todos los partidos, al mismo tiempo. Castigarlos parejo. Los partidos ya perdieron sus oportunidades.

Las encuestas ya reflejan este sentir. Y aún estamos lejos. Lejos para Coahuila en 2017; y más todavía para La Grande en 2018. Más del 63% de la población, está dispuesta a votar a un independiente antes que por los partidos y sus aspirantes reporta una encuesta de Parametría. Al igual que para la clase política, la escena para los partidos están en su momento más bajo, sólo el 19% confía en ellos. El ambiente ha sido alterado.

Diversos intelectuales del país han coincidido en que: “Se necesita una candidatura independiente única, porque se debe jugar a ganar, no a figurar”, señala Jorge Castañeda.

Lo hemos discutido antes. Es cierto, que la alternancia no es garantía de mejores funcionarios públicos. Sin embargo es, cuando menos, un aliciente para presentarse a votar el día de las elecciones. También es la oportunidad para castigar a los partidos gobernantes. Y de presentarse ante las urnas, con la esperanza renovada de que nuestra decisión sea acertada y entremos a una buena época para nuestras familias y para el país. Los políticos juegan a alejarnos de las urnas y despacharse con la cuchara grande. Nos quieren lejos. Por eso ni buscan nuestros votos ni aprobación.

La política es un juego muy cerrado. Este juego se da entre los grupos del poder y sus personeros. Ya hay multitud de dinastías políticas adheridas a las ubres presupuestales. La debilidad del sistema político mexicano ha permitido que muchos personajes advenedizos se empoderen y se enriquezcan.

Los ciudadanos han perdido los escasos espacios que llegaron a tener a través de instituciones como el antiguo IFE, los Derechos Humanos y algunos institutos estatales de transparencia y electorales. El prestigio lo aportaban los propios ciudadanos que los integraban.

Actualmente vivimos la segunda alternancia. El fracaso del proyecto de Enrique Peña Nieto ya es evidente, y apenas vamos a la mitad de su período. Se percibe fuera ya de su alcance, y de sus planes, el progreso del país. Las reformas, que son los ejes de sus programas, no funcionan.

Fueron hechas a medias y a destiempo. La Reforma Energética, vital para relanzar al país, no despegará hasta dentro de cinco años. La Reforma Política ya tiene obstáculos enormes y mal diseño, el INE pierde credibilidad y se le percibe coptado. La Reforma Fiscal, destruyó privilegios a unos para dárselos a otros, el país entró a una turbulencia financiera que se escapa de las manos de Videgaray y demás operadores de Peña.

Por su parte, las leyes de transparencia y anticorrupción fueron hechas porosas. Y como siempre, hay enormes brechas para que los funcionarios las evadan.

Los escándalos de corrupción y endeudamiento exorbitantes siguen saltando por todo el país. Nada cambia, sólo se amontona estiércol en el barco de la impunidad que caracteriza a México en el siglo 21. Pero, el tiempo de las tormentas y crisis ya ha llegado.

Vicente Fox y su estilo de comunicar traje- ron la alternancia. Con él, también presenciamos la era de las oportunidades desperdiciadas. Descubrimos que es altamente incompetente como líder y como funcionario. Ahora lo vemos en su medida real de ignorancia y estulticia. Y sin embargo, él abrió el camino. Y así pasará a la historia.

El regreso del tricolor a Palacio Nacional también trajo un reacomodo en la política nacional. Modificó el sistema de pesos y contrapesos. Demostró que el PRI sigue siendo un partido poderoso. Y que “La Línea” sigue vigente.

En este momento, los audaces gobernadores y ex gobernadores, que construyeron la Era de los Virreyes, buscan adecuarse a las nuevas formas. O a las viejas formas, según se vea. Ahora ya tienen un jefe que es dueño de sus destinos políticos y ante quien someterse, cuando menos en las apariencias.

Los gobernadores, también siguen siendo poderosos. Pero ahora los ex gobernadores buscan aliarse con el centro para recuperar fuerza y relevancia. Se alienta el resurgimiento de los grupos locales. Generalmente son grupos antagónicos. Son cuadros políticos que ya padecie- ron la banca y/o que saben que serán marginados, desplazados o hasta perseguidos.

En Coahuila vemos a dos grupos de priistas que aspiran a consolidar cacicazgos. Veremos la guerra por la dominancia. No podemos descartar que los otros partidos, y hasta los candidatos independientes hagan pactos con el diablo. En la guerra por el poder todo vale.

La polarización y el clima político y social serán factores decisivos para la jornada electoral y las campañas. La ley electoral estatal es altamente restrictiva. En Coahuila, el que quiera ganar, que ya comience porque va tarde.

Miguel Riquelme se sigue moviendo intensamente, pero no avanza en las preferencias ciudadanas. No tiene carisma y sus resultados no son muy relevantes. Armando Luna es el Plan B, lo dijimos de hace muchos meses. La fórmula Riquelme-Luna es la que será impulsada decidi- damente por el Palacio Rosa. Si no es candidato a gobernador, Armando aterrizaría en el ayuntamiento de Saltillo si las negociaciones no lo desplazan. No siempre se gana todo, y hay que repartir el pastel.

La maquinaria de Riquelme es limitada. Sólo le da para empatar Torreón. Lo ha ganado sólo gracias a los pleitos entre Memo Anaya y el resto de los panistas destacados. Él depende esencial- mente del apoyo del gobernador.

Javier Guerrero, Alejandro Gutiérrez y Jericó Abramo son expertos en política partidista. Pero su carisma es limitado y no parece alcanzarles para prender entre el electorado. Cuando han ganado elecciones lo han hecho respaldados por las maquinarias, en su momento. Su fuerza vendría del centro, de la decisión de imponerlos, y de las coyunturas y consensos. La política es de circunstancias, no hay que olvidarlo.

Los panistas atraviesan por su peor época en la historia moderna de Coahuila. Luego de ganar sorpresivamente una decena de presidencias municipales, han sido aplastados en las siguientes dos elecciones. Y nada ha mejorado desde entonces. La dirigencia de Bernardo González es inoperante. El comportamiento de Memo Anaya es enfermizo y tóxico para el partido. La actuación de Isidro López es decepcionante, ahora le ha dado por los desplantes verbales. El silencio ayuda a los ignorantes, a veces, a parecer inteligentes.

La llegada de Esther Quintana podría meter orden y darle rumbo a la presidencia municipal de Saltillo. La remodelación de dos calles contando con un presupuesto de casi ocho mil millones, para los cuatro años de administración, no son nada para presumir. Más bien dan idea del tamaño del fracaso. No hay seguridad, ni tejido social, ni recuperación de espacios, ni desarrollo, Etc.

Al fin Armando Guadiana abrió sus cartas. Él ya anunció que quiere ser candidato. Lo malo es que no se ha preparado para avanzar y trascender. Guadiana es bueno para generar alianzas y apoyos en corto. Lo malo que nunca ha sabido conectar con la gente. Y sus ayudantes tampoco.

Noé Garza, sigue adelante. Su proyecto ni prende ni es creíble para los enterados. En la población ni se han enterado de quién es Noé.

El tiempo es un factor que ni se detiene ni se recupera. Este es el momento para proyectarse con decisión. Dentro de un año, casi exactamente, se hará el primer descarte entre los tricolores, por lo menos en las encuestas. Se detectará al “Natural”. Para los independientes será ocasión para medir sus posibilidades. Entonces, también los panistas deberán contemplar sumarse a algún independiente, o buscar la derrota con sus propios aspirantes.

Los panistas de otros estados nos son tan obtusos. En Puebla, Oaxaca y Sinaloa ganaron al apoyar a Rafael Moreno Valle, a Gabino Cué y a Malova. Con las exitosas alianzas que tanto enfurecieron al priismo.

Para que un Bronco gane en Coahuila se requiere que el PAN y la UDC no presenten candidatos, y se construya a una alianza amplia que reduzca el número de aspirantes en las boletas.

De igual forma, en esos días, el presidente debe encarrilar su propio proyecto sucesorio. La pregunta relevante será ver si Enrique Peña Nieto está dispuesto a cargar con el desprestigio de los gobernadores acusados de corrupción en México y Estados Unidos.

El mandatario ya trae muy escaso prestigio personal según las encuestas de mitad de mandato. Los casos de Rodrigo Medina, Humberto Moreira, Jorge Torres, Eugenio Hernández y Tomás Yarrington nos aportarán respuestas sobre las posiciones asumidas, por el PRI y el peñanietismo, para defenderlos o encausarlos. La clase política estará bajo fuego. Nadie se salva.

El propio PRI nacional ya se debate en una guerra intestina. El viejo PRI, personificado por Manlio amplía espacios de maniobra y los miembros del círculo cercano a Los Pinos, del emproblemado “nuevo PRI”, se resisten.

De por medio está nada menos que el trofeo mayor para la clase política: la Presidencia de la república.

La carrera por Coahuila es a campo traviesa. No hay caminos, mucho menos carreteras. Se deberán cruzar montañas, valles, cañadas, ríos y pantanos. Ni siquiera podrán hacerlo con vehículos todo terreno. A veces habrá que caminar, cabalgar y escalar. Será indispen- sable que consigan copilotos, mecánicos, caballerangos y meteorólogos y especialistas quienes sepan interpretar los mapas y leer las señales en el cielo. Ni el GPS ni google maps funcionan solos.

Unos videos, unas páginas del Face y notitas pagadas en los medios ya no bastan. Mucho menos los comentarios de los jilgueros desprestigiados. Estamos en el siglo 21. El mundo cambió. Y esta dinámica no se detiene.

jjjeee_04@yahoo.com
coahuilamx.com.mx

 
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