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el periodico de saltillo
Mayo 2015
Edición No. 315


La gran tragedia de México: políticos nefastos y pésimos ciudadanos


PRI apuesta al abstencionismo; el PAN al voto de castigo, el PRD a no desaparecer, Morena a que López
Obrador siga encontrando votos. El resto son rémoras: son negocitos familiares, personales o de grupitos.


Jorge Arturo Estrada García.

La víspera de una jornada electoral es un excelente momento para evaluar, otra vez, en dónde estamos, cómo estamos y hacia dónde vamos. Llegaremos, este 7 de junio, en medio de una de las peores crisis de confianza y credibilidad hacia las instituciones y la clase política en la historia del país. Este proceso electoral se trata de una lucha de los partidos políticos contra los ciudadanos.

Los políticos quieren fuera de la política a los ciudadanos. Ni siquiera los quieren como votantes, muchas veces. Tampoco los quieren como nuevos miembros. En Coahuila el PRI gana sin problemas sólo con su maquinaria electoral, bien aceitada por los programas sociales. El PAN se consolida como una familia feliz, que acapara cargos, candidaturas y chambas, marginando al resto y se resigna a las derrotas o reza por cachar votos de castigo. En el PRD las tribus se enfrascan en duelos que los llevan a la extinción y la ruptura.

En estas campañas los partidos se han dedicado a atacarse ferozmente. Pretenden hacer ver que los oponentes son peores que ellos. O, simplemente, que todos son igual de malos, dañinos y corruptos.

Las campañas transitan ante la mirada indiferente de los electores. Es un enigma cómo reaccionarán éstos ante las circunstancias imperantes. Los grandes temas otra vez están ausentes, de fondo. El desarrollo sostenido, la conquista de más oportunidades de progreso y mejor calidad de vida, no forman parte de las agendas partidistas. Son materias demasiado grandes y complejas para explicar por qué se dan los grandes fracasos en los que estamos inmersos. Candidatos, partidos y spots tienen poco tiempo y capacidad para comprenderlos y exponerlos.

La incapacidad y la corrupción han construido crisis enormes que sacuden al país entero, y dañan a todos los mexicanos. Los presupuestos gubernamentales se desplomaron en cascada, el dólar se disparó, los escasos proyectos estratégicos de desarrollo se cancelaron. La corrupción, los conflictos de intereses y las riquezas mal habidas son expuestos cotidianamente. La clase política se dice dispuesta a ser transparente y austera. Pero nunca se reconocerá responsable de los excesos, de los derroches y los latrocinios que nos hunden.

Los políticos actuales son de escasísima visión y despreciablemente pragmáticos: sólo quieren llegar al poder, enriquecerse a lo grande y seguir escalando en sus carreras. Sus resultados son maquillados, deformados y difundidos intensamente ante un público apático e inmune a estos mensajes y a estas discusiones estériles. Tal vez seamos los peores ciudadanos de la historia de México.

Es increíble que las generaciones de electo- res del siglo 21 sean engañadas tan fácilmente. Son los ciudadanos con mayores niveles de educa- ción y escolaridad en la historia de México. Las clases medias son mayoría. Están ampliamente comunicadas e informadas. Ya ni siquiera se requieren de los obsoletos duopolios televisivos, ni de los arcaicos espacios radiofónicos e impresos, ni para divertirse ni para informarse. El TRI de Televisa y Miguel Herrera será la invitación para quedarse en casa y no votar.

La indignación y el malestar ciudadano serán pospuestos para las charlas del medio tiempo y del lunes 8. Y tal vez, las urnas volverán a registrar el abstencionismo del 60 por ciento. Tenemos políticos nefastos y somos pésimos ciudadanos. Mientras, Brasil derrota a la “decepción Nacional”.

Así, vemos cómo el PRI apuesta al abstencionismo; el Pan al voto de castigo, el PRD a no desaparecer, Morena a que López Obrador siga encontrando votos. El resto son rémoras: son negocitos familiares, personales o de grupitos.

En Coahuila, la sucesión está en marcha. Se ha escogido este momento para impulsar con mayor intensidad a los aspirantes al Palacio Rosa. Unos llegan como invitados, y otros como “colados”. Unos son locales y otros son “federalizados”. Panistas y priístas mueven sus cartas. Y claro, algunas cartas se mueven solas.

Es muy bajo el nivel de la mayoría de los calefactos. Los que van en las boletas de la elección de junio no traen excelentes calificaciones que los respalden. Sin embargo han sido escogidos o colocados como piezas de ajedrez de la sucesión estatal.

Los candidatos no proponen absolutamente nada que sirva para mejorar las condiciones de vida de los coahuilenses. De los habitantes de sus distritos. Se limitan a recitar: gestorías, acercar recursos y crear nuevos programas. Agrega: Más empleos, educación para todos y más seguridad.

Jericó Abramo fue un alcalde pésimo. Más dado a la alharaca que a los resultados y los proyectos que traen progreso. Cuando no le dieron permiso de endeudarse, se concretó a presumir deuda cero con proveedores. Lo que acarreó cero obras y una corporación policiaca con sólo 200 efectivos, en medio de una guerra a balazos en las calles y colonias de Saltillo, aumentando la inseguridad y la impunidad.

Armando Luna ha hecho carrera meteórica a la sombra de los gobernadores Humberto y Rubén Moreira. Dos veces ha sido secretario de gobierno, fue titular de los derechos humanos y estuvo en la estructura del PRI. El gobernador lo distingue con su amistad y lo proyecta como aspirante a diputado federal. Ha logrado ganarse su confianza.

Javier Guerrero llegará al Congreso de la Unión apoyado por sus contactos federales. No se le considera parte del grupo compacto de Rubén Moreira. Aunque el gobernador lo hizo miembro de su gabinete. Ya se mueve por el estado en busca de alianzas. Ya perdió hace nueve años la interna del PRI por la candidatura.

Por su parte, el PAN sigue una inercia que deja solos a Guillermo Anaya, Luis Fernando Salazar e Isidro López, como aspirantes potenciales. Los poderes fácticos designaron candidatos mediocres y no apoyaron a cuadros que podrían crecer a través de sus características personales. Esto será un duelo entre Rosendo y Memo Anaya y sus facciones. Sólo Jorge Zermeño, podría entrar a la disputa. Están resignados a perder otra vez.

Javier Guerrero corre por el carril de afuera. Jericó aprovechará al máximo la tregua que le brinda el grupo en el poder. Luna y Jericó se disputarán la autoría de las partidas presupuestales con Javier Guerrero y Jorge Dávila. Riquelme ya recorre cada rincón de la entidad.
Los problemas de México y de Coahuila son enormes. Ya no se pueden conseguir fondos federales para proyectos estratégicos relevantes. La federación está colapsada. Y el estado vive en permanente crisis financiera con motivo de la megadeuda. Los diputados son levantadedos.

La crisis de seguridad es enorme. La debilidad de las policías es impresionante. Los alcaldes no hacen la tarea. Están resignados a hacer dos o tres obritas de relumbrón y a cobijar, con nóminas enormes, a sus aliados y militantes. Con su incapacidad y miopía no se dará ni un solo paso en el progreso de nuestras ciudades. Sus escasas acciones sólo encierran negocios para echarse unos milloncitos a los bolsillos de sus socios.

Y lo peor, es que Miguel Riquelme e Isidro López ya piensan en convertirse en candidatos a la gubernatura en 2017. Miguel Riquelme renovará el alumbrado de Torreón concesionándolo a una empresa desprestigiada y en lo oscurito. Lo mismo está por hacer con la planta tratadora de aguas residuales.

Isidro salió bueno para gozar el dinero público y los reflectores del cargo. Lejos de donar su sueldo, como lo haría un exitoso empresario, se lo aumenta, al tiempo que engrosa la nómina con sus cuates, parientes, recomendados, aliados, etcétera.

Su curva de aprendizaje ya dura casi un año y medio. A un costo millonario se tropieza cotidianamente con errores onerosos y metidas de pata. Chilo se llevará seis millones de pesos por su paso de cuatro años en la presidencia municipal. A cambio de estos millones, Isidro sólo está dispuesto a trabajar 8 horas al día. Lo malo es que ni lo hace bien.

Miguel Riquelme ya le lleva ventaja, trae un avanzado proyecto de metrobús para Torreón. Y da pasitos para la reparación de tejido social en puntos muy localizados de Torreón. En contraste, el transporte urbano de Saltillo es pésimo, inoperante, caro y que además le roba horas de sus vidas a cientos de miles de operarios, empleados y estudiantes. Y una decena de centros comunitarios de Saltillo se enfocan en clases de zumba y captar votantes. Uno salió regañón; y el otro, quejoso y mentiroso.

En Saltillo y Torreón la inseguridad es enorme. Con robos e impunidad al por mayor en Saltillo. Y, extorsión, asaltos, secuestros y asesinatos en Torreón. Riquelme explota con frecuencia y regaña a empresarios y periodistas que sostienen estas demandas. Isidro López, se queja, trata sistemáticamente de evadir las responsabilidades. Lo cierto es ambos personajes no están a la altura de los retos de sus cargos. Mucho menos de los retos que implica ocupar el Palacio Rosa.

Los electores en Coahuila no necesitan ser expertos en geopolítica. Con observar su entorno, con evaluar los problemas que enfrentan. Con analizar brevemente, las oportunidades que se les han presentado para concretar sus sueños; para obtener empleos de calidad y bien remunerados; tener acceso a educación de calidad; y recibir una seguridad que proteja sus patrimonios y la integridad de sus familias, podrán tomar sus decisiones, salir a votar y hacerse escuchar. O dejar otra vez que la clase política se despache con la cuchara grande. Y que otra vez gane sin ellos.

jjjeee_04@yahoo.com


 
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