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el periodico de saltillo
Mayo 2015
Edición No. 315


Pueblo domesticado

Fidencio Treviño Maldonado.

Para el hombre actual, la modernidad y la globalización significan un triunfo, así lo palpa la sociedad en la que estamos coludidos y según parece no hay escapatoria, como en la novela de Aldous Huxley “El mundo feliz”. La uniformidad de actuaciones y de pensamientos son acaparados por los medios que nos imponen la moda, los ídolos de lodo, la modernización como el triunfo de la copia, la ironía como arma esgrimida para construir nuestra identidad en la búsqueda de un tótem. Es decir, la propiedad y la posesión de objetos, incluyendo a las personas, la privacidad del glamur de comunicación. La misma educación y sus sesgos de triunfadores, no transformadores, en donde el lugar para cobardes es bajo la mesa o masticando la comida del jefe. ¿Es nuestro país una fiel copia de lo que acontece en los países de la más baja calaña, o sólo copiamos lo que nos conviene y aceptamos sin recelo?

Veamos

-Aceptamos que los bancos como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial de Desarrollo presten dinero al país y nadie sabe su destino o al menos en México nunca se hace notorio.

-Aceptamos que los miles de niños a esta altura de la administración, trabajen en ingratas labores agrícolas e inclusive sean usados como objetos sexuales, y su explotación es ya una costumbre o sólo signifiquen cifras y no una vergüenza social y el fracaso de la política gobernante en turno del país.

-Aceptamos que los grandes laboratorios médicos y agro alimenticios tengan un paraíso en el país para sus productos, que sean usados para producir carne, leche, granos, que los animales sean prolíficos, precoces, etc. Insecticidas y foliares regados en el subsuelo o pesticidas esparcidos en el aire sin ninguna protesta menos resistencia de la sociedad. No esperamos que las autoridades hagan algo, ya que los laboratorios los embarran con cifras en billetes verdes, en el glamoroso carrusel de la corrupción.

-Una sociedad indiferentes ante las injusticias, los atropellos contra personas que incluso por no tener la misma ideología son perseguidas, y en casos extremos encarcelados con juicio sumario por no hablar el español, caso concreto los más de dos mil indígenas encarcelados porque no hablan el español.

-Aceptamos callados la tala sin control de los pocos bosques, los escasos lagos son contaminados, los ríos son utilizados como cloacas y lo peor, los mantos freáticos agotados, no somos capaces de mover un dedo en su defensa. Nuestra sociedad -dicho sea de paso- no está hecha para defender a los animales en vida salvaje. Preferimos tirar la basura, en lugar de no arrojarla en cualquier parte.

-Aceptamos disciplinados considerar la historia heroica del país como una celebración de discursos políticos y con la publicidad mercenaria de la orientación mediática, escupimos sobre la tumba de nuestros héroes, incluso festejamos con risotadas la burla y escarnio ridículas caricaturas que se hace de ellos.

-Aceptamos se cumpla la frenética búsqueda del beneficio propio como un fin superior, y la ambición de la riqueza como la máxima realización de toda la vida humana.

-Aceptamos sin protestar la crisis de la economía nacional, el enriquecimiento ilícito de los políticos y la afectación a nuestro patrimonio, aunque sea una catástrofe sin precedentes.

-Aceptamos el sistema actual, porque suponemos que nada podemos hacer para cambiarlo. “El sistema está bien”, dicen los jilgueros y cerramos los ojos sin organizar oposición alguna.

-Aceptamos ser tratados como manso ganado, con un conductismo que asusta, los gobiernos nos indican el dónde, el por qué, el cuándo y el cómo de todas nuestras actividades. Dormir y despertar sin hacer algo, ver todo con indiferencia, sumisión y ceguera que se parece a la estupidez.

-Aceptamos que nuestros gobernantes nos humillen y nos soslayen cada segundo de la vida nacional con sus miasmas, con sus usufructos y su desmedida ambición por el poder y el dinero.

-Somos el país con los gobernantes, funcionarios y políticos más corruptos, y como una paradoja surrealista y perversa, estos personajes siguen mandando en el país y ante nuestra mansedumbre.

-Tan inocentes somos que pensamos, creemos y hasta imaginamos que cuanto más se gaste en anuncios sobre la democracia, el país cambiará.


kinotre@hotmail.com

Nota: No es mi estilo pedir disculpas, sin embargo como dijo el filósofo de mi rancho: El que tenga cuchis (cerdos, marranos, cochinos) que los amarre y el que no tenga, pos no.

 
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