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el periodico de saltillo
Junio 2015
Edición No. 316


El Coyote

Rufino Rodríguez Garza.

Años sin venir, cada vez menos gente en el ejido. Los caminos que van de Amargos al Coyote pésimos, intransitables. Sólo quedan 6 familias; la migración por la falta de agua, recursos, trabajo o de plano demasiada soledad.

Los pocos que quedan se dedican al pastoreo en pequeña escala y a la quema de candelilla. Tienen ojitos de agua azufrosa que utilizan para regar los jardines, para hervir la candelilla y cuando no hay más para dar agua al escaso ganado. Está en la línea de la Azufrosa y Ojo Caliente. Las familias, en su mayoría son parientes entre si. Juan Vega funge como el patriarca, pues son sus hijos y/o sus hermanos los que tienen buena parte de los derechos ejidales, el resto se fué a Ramos o Saltillo y aun no regresan.

El candidato y actual alcalde, en su visita proselitista, en busca del voto, les prometió arreglar la purificadora de agua y componer los caminos. Pues ni una cosa ni la otra. El papalote funciona pero el agua es salada sólo se usa para regar las plantas y para lavar y los caminos no se pueden transitar.

El ejido El Coyote es muy antiguo, fue un rancho ganadero desde la épocas de la Colonia, aún ahora se observan muros y tapias de las antiguas casas que vieron mejores tiempos. Este apartado lugar, rico en mármol, también tiene Arte Rupestre.

La sierra El Coyote, que corre de norte a sur, en su parte más alta tiene unas modestas pinturas, motivo de nuestro regreso a esta comunidad.

Subir la empinada cuesta, nos llevó más de media hora y la mitad de ese tiempo bajarla por las virtudes de los planos inclinados.

Esta sierra también sirve de division a dos estados: Coahuila y Nuevo León, de dos ejidos (Coyote y Presa de la Mula) y de dos municipios Ramos Arizpe y Mina en el vecino estado.

Los colores de las pinturas están muy erosionados, el sol les dá de lleno, por no decir que toda la tarde, a partir de del medio día, el sol pega de lleno sobre las pocas pinturas.

Los colores son en su mayoría el rojo y varios tonos del mismo, algo de color amarillo y un solo motivo en blanco.

Los dibujos son del estilo "linel rojo", donde lo que priva es el geometrísmo. Son figuras abstractas que forman triángulos, líneas quebradas, rombos, cuadrículas y cuentas a base de puntos.

No hay motivos de herramientas, plantas, fauna o figuras antropomórfas. A diferencia de El Jabalí (Parras), donde nos tardamos más de tres horas en subir y llegar al sitio prehistórico, aquí, en El Coyote en media hora ya estábamos tomando fotos y elaborando apuntes.

Lo apartado de los caminos y lo retirado del lugar hacen que los dibujos estén sin vandalizar. En los alrededores hay grabados que los vecinos del lugar han rayado y pintado.

En el pie de monte, en rocas dispersas se observan algunos grabados. En su mayoría abstractos, aunque también figuras naturistas reconocibles como algunas cuentas, puntas de proyectil y abundantes atlatl's. Esta herramienta, el atlatl no indica la antiguedad del sitio.
Junto a las pequeñas lagunas de aguas azufrosas, el compañero Ventura encontró representaciones de borregos cimarrones. Este sitio, al igual que el Marrón, Ojo Frío y Presa de la Mula y más retirado, en Fraustro, la Batea, Forlón y la Rata, son lugares donde se representó en grabado este escurridizo animal, que fué exterminado por los cazadores a mediados del siglo pasado.

Es la segunda visita a esta comunidad. Cada vez más abandonada, Juan Vega tenía visitas de familiares, ahora avecindados en Ramos Arizpe, y arreglando herencias. Los visitantes, comiendo el manjar de la temporada, el quiote de maguey. En medio del ejido, una capilla pequeña dedicada a la virgen de Guadalupe, donde el altar está lleno de lienzos y figuras varias de tan adorada virgen. Y claro no podía faltar una vieja fotografía con una oración del Niño Fidencio (José Fidencio Cíntora Constantino). La referida capilla, conserva una pequeña campana de bronce. En los alrededores unos hermosos arbustos en flor, llamados Anacahuitas.

Regresando al arte rupestre de El Coyote podemos decir que tuvo una finalidad precisa: comunicar información por medio de signos y símbolos.

¿Y cual era esa información? Simplemente indicar rutas o veredas para los traslados, informar de la localización de aguajes, o señalar lugares y períodos de recolección. También se indicaba sitios de cacería y cual era precisamente la fauna de estas regiones. Otros símbolos marcaban lugares propios para levantar campamentos o para que los jefes o chamanes localizaran plantas para llevar a cabo curaciones. También localizar plantas sagradas como el toloache y el peyote para sus mitotes o para que los sacerdotes, al consumirlo, alteraran su estado de conciencia y lograr la comunicación con sus entes superiores o del inframundo.

Con seguridad, algunos símbolos o dibujos servían para ubicar lugares para la práctica de rituales especiales, éstos, alejados de los sitios públicos. Esos lugares sagrados eran utilizados para el tránsito a la edad adulta, el paso a la sociedad de los guerreros, o para ritos de fertilidad o cacería.

En los símbolos ya sea grabados o pintados, seguramente se refieren a peticiones de sanación, o los que llamaban símbolos propiciatorios. Más de uno se refiere a la tan necesaria lluvia.

Todos los dibujos, los pintados o grabados, en su tiempo, tuvieron un sentido. Toca a nosotros, gente del siglo XXI, tratar de traducir e interpretar las figuras arcaicas de nuestros antepasados.


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