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el periodico de saltillo
Junio 2015
Edición No. 316


 

La OCDE acaba de descubrir que la mayoría de los mexicanos están jodidos

Muchos millones de dólares le cuesta a nuestro país pertenecer a organismos internacionales como la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) para recibir solo a cambio, engaños y mentiras, ¿o acaso el gobierno de México cree que lo dicho por José Ángel Gurría (OCDE) respecto al diferencial entre ricos y pobres en México es algo creíble?

 

Augusto Hugo Peña Delgadillo.

La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) presidida por José Ángel Gurría un mediocre connacional que no se ha cansado de vernos a los mexicanos la cara de pendejos, ahora resulta que el 10% de los mexicanos ricos -lo dice la OCDE y Gurría- ganan 30.5 veces más que el 10% de los mexicanos más pobres. Este imbécil mexicano, también hijo de extranjero como muchos de los que están al frente de este gobierno y del INE, donde están, Lorenzo Córdova de presidente, Edmundo Jacobo de secretario y Benito Nacif de consejero. Gurría pretende hacernos creer que estamos jodidos pero no tanto. Esto es un vil engaño.

Esta declaración es absolutamente falsa e intenta desviar con ello la percepción real de los mexicanos y que desde el exterior se tenga del México desvencijado en el que los peores mexicanos nos gobiernan, convirtiendo a México muy lejos de ser una Dictadura Perfecta y muy cerca de una Kakistocracia (donde los que gobiernan son los peores). La realidad es que el 10% de los mexicanos son prácticamente ricos, muy ricos y de clase media alta; esta gente gana en promedio muchísimo más de 100 mil pesos mensuales, mientras el 10% de los mexicanos pobres están reconocidos nacional e internacionalmente como quienes habitan en la extrema pobreza que no son capaces de llevar a sus hogares ni lo mínimo necesario para comer siquiera.

El 10% de los de abajo -los que trabajan- ganan entre 72 y 144 pesos diarios, cantidad insuficiente para adquirir la canasta básica alimenticia y por ello son gente con déficit alimenticio que se convierten más que en pobres, en miserables e indigentes. Si esta gente, la que trabaja, gana entre 72 y 144 pesos, promedia $ 108 pesos de ingreso diario, equivalente a que cada uno de los del 10% de arriba gana de 150 a 250 veces más que los de abajo, ¿de dónde sacaron la cifra la OCDE y José Ángel Gurría de que los pobres ganan 30.5 veces menos que los ricos?

Dice Gurría que las familias mexicanas han caído muy bajo en sus percepciones a partir de la crisis del 2008-2009, y que ello ahondó la brecha entre pobres y ricos. ¡Falso!... Absolutamente falso, el declive de los ingresos de los mexicanos –de la mayoría- empezó en 1983, unos meses después de que Miguel de la Madrid y Carlos Salinas llegaron a la presidencia a inventar la secretaría de Programación y Presupuesto, ex profeso para empobrecernos y favorecer a las clases pudientes y a las trasnacionales, en suma, ahí es dónde y cuándo los gobiernos de México -1983-2015- nos han partido la madre y han metido a México a un berenjenal con las deudas interna y externa, con la privatización de las empresas del Estado -las reformas educativa, fiscal, energética, de educación y financiera- y la militarización nacional, la que su única función a la vista es la de controlar a los mexicanos inconformes con que los sigan robando y vejando, y de paso garantizar los intereses de los plutócratas y oligarcas y de las empresas trasnacionales que son enormes.

Lo que ha caído muy bajo no es la percepción sobre los ingresos que reciben los mexicanos de a pie por su trabajo, sino la percepción que tenemos la mayoría de los mexicanos de nuestro gobierno, de nuestro ejército, de las instituciones internacionales como la OCDE, (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos), la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OIT (Organización Internacional del Trabajo), ha caído tan bajo la percepción que los mexicanos tenemos de nuestro gobierno, ejército y las instituciones mencionadas, que el mexicano promedio, amén de repudiar al presidente e incluso de no tenerle el mínimo respeto, ya no cree ni en la paz de los sepulcros porque los discursos, los dichos y la retórica de los políticos y sus cómplices de la iniciativa privada, se han convertido -como dicen los árabes- en una JARA (más o menos un pedazo de algo similar al excremento). O, ¿usted qué opina, apreciable lector?

ah.pd@hotmail.com

 
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