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el periodico de saltillo
Febrero 2015
Edición No. 312


La corrupción es cultural

 
Nuestros políticos han labrado una comedia nacional
basada ésta en la degeneración suprema de su corrupción.
K. Treviño. del libro “Verdades y mentiras
de un país en donde no pasa nada”.


Fidencio Treviño Maldonado.

-La corrupción somos todos- dijo López Portillo, quien fue y aunque es difícil saberlo, uno de los peores Presidentes que nos ha tocado, el nepotismo que implantó en todo su esplendor y se vivió en su periodo. Desde entonces en 1980, pasamos por aquel -Somos así, porque así somos-, -Hoy, Hoy, Hoy-, -Arriba y adelante-, ¿y qué tal? -El Haiga sido, como haiga sido-Ahora el Presidente Peña Nieto se avienta la frase de que -La corrupción es cultural- para el país, para sus habitantes y desde luego para la clase política, donde nos incluye a los más de 100 millones de habitantes de este país.

Este es el tacto, es el estigma y hasta es la referencia que se nos tiene por parte de la clase política y llamada Casta Divina que gobierna en México. Nada que ver con aquella casta de raza a la que el inconmensurable José Vasconcelos la bautizó como La Raza Cósmica, elaborada no sólo de casualidades y circunstancias, sino de una mezcla de sangre capaz de traspasar todas las barreras que se le puedan poner a los mexicanos. El Ulises Criollo que del sepulcro se levanta Zapata y Villa que no permitían ni consentían el robo de una gallina, menos de un caballo. El león tal vez como se comenta -Cree que todos son de su condición- El papel de la corrupción por décadas en el país cobra mayor dimensión y también nos cobra muy caro la realidad de vivir dentro o en su entorno.

La sombra de esta incultura llamada corrupción está plasmada en la mayoría de las funciones de cualquier referencia institucional, republicana o abanderada por poderes del ámbito político nacional. Al referirse el Presidente, Peña Nieto de que la Corrupción es Cultural, no es más que la sumisión garante de sus funcionarios de primera hasta la quinta línea, son motivos puramente lacayos, representados estos servidores públicos por el fracaso de la legalidad y tapando sus culpas con el poder que da la soberbia, el dinero y la influencia en la vida social, jurídica y política del país.

Nadamos en un mar de cieno, que va desde la desmocratización de todas las instituciones habidas en el país, hasta la injusticia representada por los órganos judiciales en todos sus ámbitos, y de ahí que parte del perverso epíteto del que endosa el Presidente Enrique Peña Nieto a lo que él llama cultura del caos, el imperio de lo arbitrario, degeneración suprema y siempre esperando horizontes fingidos en el desorden y la anarquía que desemboca en la corrupción, es decir, ante la inoperancia del Estado en su aplicación del Derecho y su fracaso ante el reparto equitativo de la riqueza nacional, hace y genera esta cultura del marco referencial a la que hace alusión el Presidente de México.

En este país no aprendemos de los fracasos, al contrario los mejoramos y su ganancia aumenta. Un ejemplo es darle te de Tila al campo para que su improductividad duerma el sueño de los justos sea rasante, y en este caso que sigan los monopolios mandando en los precios de los productos básicos alimentarios. Otro ejemplo son los combustibles, es mejor adquirirlos a precios altos que convertir nuestro producto (que tenemos de sobra), seguir las reglas y reformas del fracaso para que sea la corrupción, el imperio de la fortuna, maneje el país, es decir -Seguirle limando las uñas al dragón, en vez de mocharle la cabeza-.

Es pues ésta la gigantesca y grosera mistificación de vivir encerrados en esa cultura de la corrupción y seguir la tristísima realidad, sin siquiera tener la más mínima sutileza de gritar y decir ¡Ya basta ¡ o, Señor Presidente no todos los mexicanos tenemos o somos de la misma condición que los políticos…!

kinotre@hotmail.com

 
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