publicación Online
 
 
el periodico de saltillo
Enero 2015
Edición No. 311


Incapacidad y cinismo de la clase política


“Todos los empleados públicos deberían descender a su grado inmediato inferior, porque han
sido ascendidos hasta volverse incompetentes”.
José Ortega y Gasset.


Jorge Arturo Estrada García.

El discurso de la clase política se ha vuelto más cínico. Está plagado de demagogia y mentiras. La clase política construyó una partidocracia, con una amplia zona de confort, con leyes a modo y se resiste a salir de ella. Y los ciudadanos, ya ni siquiera somos capaces de sacarlos de ahí. Mucho menos de arrancarlos del poder.

El año nuevo no traerá nuevas caras. Los mismos changos en distintas ramas, dirían los abuelos. Plenos de incapacidades y malos resultados, reciben nuevas encomiendas. Ya sabemos lo que vendrá: nulos avances, trabajo mal hecho, pérdida de tiempo y de recursos millonarios, oportunidades de progreso y sueños que se cancelan para las familias. El estado de bienestar y la evolución a la sociedad del conocimiento están muy lejos, ni siquiera lo integran a sus discursos los funcionarios y sus chalanes.

La democracia no arregla los problemas y las asimetrías, por sí sola. Tampoco, a los estados fallidos ni a la corrupción. En México sólo ha traído alternancia. En Coahuila ni eso.

La era de los virreyes marcó a nuestra entidad para siempre. Treinta años de deuda son lastres formidables para el desarrollo, con instituciones destruidas, cero confianza en las autoridades, corporaciones policiacas insuficientes, seguridad precaria. Tenemos ex gobernadores que son señalados como corruptos y uno de ellos es considerado prófugo. El abstencionismo crece alarmantemente. En suma, un divorcio completo entre la clase política y los coahuilenses.

Así, vemos como llegan a los puestos de mayor responsabilidad personajes que no pueden con los retos que los cargos implican. Estos funcionarios resultan carísimos por sus altos sueldos, por ser pésimos administradores, por derrochadores, por no saber entender las proble- máticas sociales y económicas; por corruptos y además hasta dejan endeudados por generaciones a los gobiernos por los que pasan.

Laurence J. Peter, un catedrático de Ciencias de la Educación, publicó su principio en 1969 en el libro “The Peter Principle”. Peter concluye “que las personas que realizan bien su trabajo en algún nivel, son promocionadas a puestos de mayor responsabilidad hasta que alcanzan su nivel de incompetencia”.

El Principio de Peter es una crítica de las estructuras muy jerarquizadas. En una organiza- ción donde la cadena de mando es muy larga y piramidal, es decir donde hay numerosos escalones intermedios, los problemas del Principio de Peter se harán más evidentes.
En Coahuila tenemos muchos ejemplos de incapacidad de la clase política. Funcionarios que reciben premios inmerecidos y altos cargos. Ellos son desleales, traidores. Se traiciona la amistad, cuando no se cumple con las encomiendas por incapacidad, por indolencia o por dedicarse a negocitos al amparo del poder.

Vemos pasar a alcaldes y funcionarios que fallaron miserablemente en impulsar y consolidar el desarrollo y el progreso de Coahuila. Los clústers ya son obsoletos, incompletos, desgastados y no se abren nuevos. Los empleos que se captan son de la era industrial, del siglo XX. Y no hay planes ni proyectos estratégicos para el desarrollo e inserción en la economía del siglo XXI. Las finanzas municipales están quebradas, no hay ni para pagar policías suficientes y confiables. Los barrios y colonias están desprotegidos. Hasta los baches se los tiene que tapar el gobierno estatal.

La inseguridad se mantiene presente. Sólo hubo un retiro estratégico. Las cifras son maquilladas y segmentadas. Los parámetros se basan en las denuncias a una procuraduría a la que no le tienen confianza. Ni Humberto Torres Charles, ni Homero Ramos nunca pudieron con el cargo.

En educación, pese a los miles de millones invertidos anualmente, la calidad está por los suelos. Los alumnos reprueban las pruebas Enlace y PISA. Los profesores de Coahuila son de los peor evaluados. El colmo se da en secundaria en donde la deserción llega al 18 por ciento, cifras comparables sólo con los estados menos desarrollados del país. Por allí han pasado Humberto Moreira, Jaime Castillo, Samuel Rodríguez, Chema Fraustro, y Chuy Ochoa, por nombrar a algunos.

El deterioro educativo alcanza ya hasta la infraestructura. Edificios con servicios precarios. Sin computadoras, internet, ni siquiera líneas telefónicas. En pleno siglo XXI.

Chema Fraustro es líder de los diputados. Jesús Ochoa Galindo, ahora es secretario de Educación. Chuy en tres años logró aumentar la deuda de 20 a 30 años. El paso de Ochoa por Finanzas trajo déficits de mil millones anuales durante tres años, hasta que volvió insostenible las cosas. Y eso, que sólo va un año de pago de intereses más capital, los dos anteriores fueron años de gracia, sólo intereses. En estos tres años de Ochoa hubo que contratar más de 3 mil millones más, además de los adeudos del pasado y los que se generaron.

El paso de Chema y Chuy por la Rectoría dejó a la Universidad Autónoma de Coahuila en el lugar 300 de América Latina, en el 37 en el país y a la prepa insignia, el Ateneo Fuente, en el lugar 38 de Coahuila, en la prueba Enlace. Cifras que contrastan con un estado que presume estar entre los primeros cinco por PIB, competitividad y calidad de vida. Alcaldes y funcionarios son cacha empleos inerciales, cifras maquilladas y desinfladas por falta de denuncias y de confianza en las procuradurías.

Aún así, estos personajes son reciclados, como candidatos o como funcionarios. El grupo Saltillo alcanza niveles insospechados y cosecha fracasos enormes. Ya no aportan prestigio ni respaldo de la iniciativa privada. Ya no generan confianza. Y tampoco garantizan resultados. Las fallas de Jorge Torres con Humberto y Javier, lograron una megadeuda de 20 años.

Jericó Abramo y Francisco Saracho no fueron buenos alcaldes ni diputados. Jericó dejó cero obras, miles de baches y a oscuras el 30 por ciento de Saltillo. Y también sin policías a la capital de Coahuila.

En Coahuila, la oposición es de mentiritas. Y la única, el PAN, ha demostrado que es incapaz de ganar elecciones. Sus dirigentes y liderazgos son impreparados y funestos. Así lo han demostrado.

Carlos Orta, Bernardo González, Memo Anaya y Rosendo Villarreal, se sirven del partido para ser cabecitas de ratón, hacer negocios y proteger a sus chalanes. Ellos han dejado ir las oportunidades miserablemente. Les faltó talento y amplitud de miras para visualizar lo que parecía una oportunidad única para tener mayoría en el Congreso de Coahuila, y dar un salto enorme hacia el Palacio Rosa.

Carlos Orta, Bernardo González, Memo Anaya y Rosendo Villarreal tuvieron una derrota aplastante: 16 a 0, en julio pasado. A pesar de contar con algunos buenos candidatos, como Lariza, Pepi, Wheelock y Kalionchis, los dejaron solos, y sus campañas fueron desastrosas, no lograron despertar a los apáticos ciudadanos coahuilenses. La maquinaria del PRI de Aguillón funcionó implacablemente, se despachó con la cuchara grande y arrasaron.

Las victorias del PRI fueron inobjetables, aunque personajes mediocres fueron electos sin problemas. La mayoría priísta en el Congreso seguirá allanando el camino para la salida del gobernador dentro de tres años. La mayor parte de ellos han sido sus empleados.

Ante el desgaste de Guillermo Anaya y las pugnas de los panistas laguneros, Isidro López es considerado como un perfil fuerte para la elección a gobernador en 2017. Sin embargo, López Villarreal ha resultado un fiasco. Isidro todavía piensa que viene a realizar una obra altruista a favor de los saltillenses. Lo cierto es que no sabe de qué se trata ser alcalde, ni cómo hacer las cosas.

Él declara que echó a perder el primer año aprendiendo, que el segundo será para corregir lo que él y su equipo hicieron mal, y entonces, dentro de esa lógica hasta 2016 comenzará a hacer las cosas bien. Y eso si él y sus colaboradores lograron aprender. Lo importante es la esencia de las cosas, no solamente los procedimientos. Lo dicho salen carísimos y son de lento aprendizaje.

Lo primero que hizo Isidro fue aumentar los sueldos, incrustar a sus cuates, recomendados y aliados en la nómina y fabricar altos puestos. Mediante sus mal entendidos conceptos empresariales pretende gobernar Saltillo, aunque sólo se ha concretado a mal administrar los problemas. No hay soluciones ni innovación, en su infantil Plan Municipal de Desarrollo. Esto se reflejará en escaso progreso y sólo inercias obsoletas. Él nunca ha sido un destacado empresario. Sus hermanos y primos son quienes han dirigido al GIS. Su experiencia directiva no es mucha.

Estos procesos de aprendizaje cuestan cientos y hasta miles de millones. El progreso no llega y el desarrollo se vuelve lento. Los gobernantes se convierten en lastres. Su publicidad está, también llena de cifras maquilladas y verdades a medias. Y lo peor, con su retrato impreso.

Los ciudadanos fueron expulsados de los organismos ciudadanizados. En la Era de los Virreyes, gobernadores con poderes ilimitados, se encargaron de desmantelarlas. Así, los institutos electorales, los de transparencia y los de Derechos Humanos dejaron de ser autónomos.

Con brotes de indignación, reacciones explosivas y rechazo masivo hacia la clase política por sus fallas, los mexicanos se manifestaron en diversos foros, en 2014. Hasta el Presidente Enrique Peña Nieto se sacudió. Sin embargo todo eso pasó rápido. Apuestan por el olvido, por la memoria corta de los ciudadanos. Sin embargo, el malestar está latente.

En el 2015 seguirán las, promesas de transparencia, más leyes y reformas, pero sin renuncias por los conflictos de intereses evidentes, los malos resultados y sin castigo a los casos de corrupción.

Con pésimos ciudadanos, sectores sociales cooptados o temerosos y una clase empresarial diluida, en Coahuila transitamos por una época de turbulencia. Así quedará señalado por la historia. Y así nos enfilamos al año electoral de este 2015.

Veremos cómo los funcionarios se reciclan. Y que el Principio de Peter se multiplica. Que la demagogia y las mentiras llenan los espacios. ¿Los ciudadanos seguiremos apáticos mientras la clase política se despacha con la cuchara grande otra vez?


 

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino