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el periodico de saltillo
Diciembre 2015
Edición No. 322


¡No tendrán mi odio!

José Luis Rodríguez Flores.

“No sé quiénes son, ni quiero saberlo, son almas muertas”, es parte del texto de la valiente e inusual, pero sensata carta que escribió Antoine Leiris, en la que afirma que en el atentado perpetrado por el Estado Islámico (ISIS) en Francia donde hubo 129 víctimas, le arrebataron un ser excepcional, el amor de su vida y madre de su hijo, “pero yo no les daré el regalo de odiarlos” revira y con humildad, les da en su madre a los terroristas, tajante dice: “Ustedes no tendrán mi odio”, a diferencia de ISIS que busca odio y terror, Leiris en su excepcional misiva no busca revancha y agrega que no arruinarán su libertad, ni generarán miedo en la vida de él, ni de su pequeño de 17 meses. “Somos dos: mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo” concluye Leiris.

Por desgracia no somos muchos los que coincidimos con Antoine Leiris ya que aquellos que pensaban que la época de los cruzados había terminado, se equivocan pues al grito encolerizado de la “YIHAD”, un puñado de fundamentalistas musulmanes mal encausados pertenecientes al Califato del Estado Islámico, basados en el supuesto CORÁN distorsionando su interpretación y creando un fanatismo llevado al extremo, provocan brotes de terrorismo, que como “medusa” se ramifican en muchos países del mundo, y van causando muerte, pánico y desolación principalmente alrededor del mundo occidental.

El factor visible que desencadenó el cambio de actitud occidental frente a los musulmanes de oriente fue sin duda la orden del califa Fatimí Huséin al-Hakim Bi-Amrillah de destruir la Iglesia del Santo Sepulcro, hecho ocurrido en el año de 1009, pues en el año 1095, el entonces emperador Bizantino Alejo I Comneno, pidió ayuda militar a Occidente contra los Selyúcidas, (dinastía turca que reinó en los actuales Irán e Irak) petitoria recibida por el Papa Urbano II, que a la sazón, marzo de 1095, durante el Concilio de Piacenza, convocó al Concilio de Clermont (Francia), e ipso facto se realizó el Sínodo mixto de eclesiásticos y laicos de la Iglesia católica, en noviembre de 1095, Urbano habló en el Concilio de los problemas en el Oriente y pidió a los cristianos pobres y ricos que acudiesen en auxilio de los griegos en el este, pues Deus Vult (Dios lo quiere) exclamación con la que el papa terminó su discurso, declarando la guerra Santa (bellum sacrum) contra los musulmanes que ocupaban Tierra Santa, desenlazando el Concilio de Clermont la Primera Cruzada iniciada en 1096 la que culminó con la conquista de “Jerusalén” en 1099.

Quienes nos consideremos católicos y/o cristianos, o de cualesquier creencia espiritual reprobamos aquellos remotos acontecimientos, ni se justifican de un lado (católicos, cristianos) con un número de creyentes que suman más de 2,100 millones, ni del otro lado (musulmanes) que tienen por religión el Islam, con 1,300 millones de seguidores, sin justificar los hechos, destacar que eran otros tiempos cuando sucedieron los detestables acontecimientos siglos X y XI, y entonces se manejaba la supuesta pero indebida justicia llamada “Ojo por ojo diente por diente”. Cristo fue más allá y dijo en el Evangelio según San Matero Capítulo 5, 38-42 “Si te pegan en una mejilla pon la otra.”

Les digo a mis buenos amigos lectores que cada ser tiene o tenemos un grado de iluminación, entonces podemos discrepar con nuestros semejantes, pero debemos ser tolerantes con los individuos que no piensan como nosotros, ya que dependiendo es ese su menor o mayor grado de iluminación, y si consideran que el Islam o el hinduismo, o el cristianismo es la opción, obvio debemos de respetar la (s) diferencia (s) sobre el pensamiento espiritual de cada quien que nos conduzca a la concordia, y por consiguiente la paz; evitar actos de terrorismo u otros hechos análogos que fomenten la violencia.

Mi pública aprobación a la referida misiva enviada por Antoine Leiris; me quedo con sus atinados comentarios y con las manifestaciones tolerantes que buscan concordia, y sin conocer su religión, ni creencias; me solidarizo con las expresiones de amor de Antoine Leiris. Como muchísimos mexicanos se han unido de numerosas maneras con los deudos de todas las víctimas; coincido con los que no persiguen revancha, ni odio, por el contrario considero que debemos hacer oración por los victimarios que intervinieron en tan lamentable acontecimiento, y pido a Dios que encuentren un grado de iluminación que lleve a los musulmanes; y nos lleve a todos por igual, a conseguir la paz en el mundo.

 
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