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el periodico de saltillo
Agosto 2015
Edición No. 318


La corrupción y la falta de transparencia

Luis Eduardo Enciso Canales.

En nuestro país cuando hablamos de transparencia lo vemos mas como un acto de fe que como un acto de confianza, y es que en México la transparencia, como muchas otras cosas, es algo que despierta suspicacias. Las iniciativas gubernamentales para atajar el problema a lo más que llegan es a la creación de instancias para tratar de vigilar, traslucir y contrarrestar la opacidad que el mismo gobierno diseña y promueve, creando con ello una cortina de humo que se vale de la complejidad del propio sistema. Poco o nada sabemos sobre lo que representa o es la transparencia en el ejercicio público y hasta dónde son sus verdaderos alcances. Esta actitud distante de la realidad es el resultado de la construcción de verdaderas murallas que resguardan celosamente la “función pública” desalentando el interés ante lo impenetrable que resulta este tema, permitiendo que los gobiernos generen un discurso desfasado y contradictorio que le apuesta a la ingenuidad del pueblo, o en el peor de los casos a la propia perversidad del poder.

Hace falta más que la indignación y que la sola apelación a la ética y la defensa de la justicia para que los gobiernos comiencen a tomarse en serio un problema que está dejando sin recursos a la economía pública, generado una infraestructura limitada, deficiente y de mala calidad, dejando sin posibilidades de desarrollo a los más necesitados. El flagelo de la corrupción genera temor y pone en grave riesgo la incipiente democracia, ya que la ciudadanía no confía en sus gobernantes que llegan al poder a través de un sistema de partidos y de un órgano electoral infiltrados por este cáncer. Es importante estudiar el fenómeno de la corrupción por el pernicioso efecto que produce en el ánimo de la ciudadanía, la legitimidad y credibilidad del estado y sus representantes, sobre el desempeño de la economía nacional y sobre la legalidad. Como en el caso de la enfermedad, hace falta conocerla para poder erradicarla: localizarla, medir su extensión, identificar sus causas, encontrar las áreas de oportunidad que permiten su reproducción, examinar sus mecanismos de operación, y exhibir sus efectos nocivos.

La corrupción es posible a través de una sofisticada red de complicidades y la existencia de una sociedad permisiva. La corrupción existe en todas partes, lo que varía es la tolerancia ante la deshonestidad, y quizá este nivel de resistencia social es infinitamente superior en nuestro país, o será por la réplica de mayor a menor grado de las prácticas corruptas en todas las esferas de la sociedad lo que de alguna manera nos vuelve cómplices a todos, ya lo dijo el ex presidente Adolfo López Mateos: “En México todos tenemos la mano metida en el bolsillo de otro mexicano, ¡y hay de aquel que rompa esta cadena!”. Para poder contrarrestarla es necesario la intervención directa de la sociedad, pero esto es algo que no va a venir del gobierno, será la comunidad quien tendrá que tomar conciencia de lo que es suyo de derecho y defenderlo, ya que las instituciones han caído en un descrédito absoluto, incluso ante las propias instancias de poder que las crearon. La corrupción y la falta de transparencia son cómplices que se entrelazan para constituir un modus vivendi, todo se vende y todo se compra.

El reto de la transparencia debería ser el impulsar un cambio de paradigma y sustituir un sistema diseñado precisamente para ocultar y no para mostrar, por uno menos complejo y democrático que permita la transparencia. La función pública cuando es corrompida al igual que cualquier ladrón trata de ocultar, de borrar evidencias, de no dejar rastro, se vale de prestanombres, de cómplices, es por eso que las esferas de poder están conformadas por grupos cerrados en donde se encuentran posicionados estratégicamente familiares, amigos cercanos y socios, una estructura que si la ponemos a contra luz, comparativamente, está articulada igual que una organización criminal.
Quien sabe en qué estaremos pensando cuando creemos que en un país como el nuestro la corrupción, la tranza, la desigualdad, el tráfico de influencias, el nepotismo y muchos otros vicios acendrados se pueden ocultar, no queremos darnos cuenta que el sol no se puede tapar con un dedo y que lo único que alcanzamos a ver de este terrible problema es tan solo la punta del iceberg.




 
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