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el periodico de saltillo
Mayo 2014, No. 303


Mis sexenios (73)



José Guadalupe Robledo Guerrero.



La segunda etapa del sexenio enriquista


El 22 de abril de 2002, el Presidente cubano Fidel Castro Ruz, impactó a la opinión mundial al denunciar el servilismo de Vicente Fox con el demente Presidente George W. Bush, aquel al que se le acusa de haber planeado y ejecutado el acto terrorista en contra de las Torres Gemelas de Nueva York, el gran pretexto que necesitaban “los dueños del mundo” para instalar el “Nuevo Orden Mundial”, es decir el “capitalismo salvaje”. Bush además se ostentaba como el “defensor de los derechos humanos en el mundo”, mientras invadía, destruía y asesinaba a uno de los países más pobres del mundo: Afganistán.

La desavenencia se produjo poco antes de iniciar la Cumbre Monterrey convocada por la ONU del 18 al 22 de marzo de 2002, para debatir sobre el Desarrollo Mundial y su Financiamiento, con la participación de Jefes de Estado y de Gobierno, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio.

Antes de iniciar la Cumbre, Vicente Fox -Presidente del país anfitrión- habló por teléfono con el Presidente cubano para pedirle que sólo viniera un día y se regresara a Cuba “para que no me crees problemas”, refiriéndose a la molestia del Presidente estadounidense, que no quería encontrarse con el mandatario cubano mientras estuviera en México.

En el comunicado oficial que el propio Fidel Castro dio a conocer a la prensa internacional , se enumeran las actitudes intervencionistas en contra de Cuba que el gobierno de Vicente Fox había realizado a través del Secretario de Relaciones Exteriores, Jorge G. Castañeda Gutman.

Allí se destaca el llamado a la anarquía cubana que hizo Castañeda desde Miami dos meses antes, cuando abrió las puertas México y de la embajada mexicana en Cuba, a los cubanos que quisieran abandonar su país. El caso no tuvo repercusiones, debido a la intervención personal de Fidel.

Para acallar la campaña de mentirosas declaraciones -de Bush, Fox y Castañeda- contra el gobierno cubano, Fidel Castro dio a conocer una grabación en donde quedó claro la forma insolente y torpe con la que el cowboy guanajuatense, convertido para vergüenza de México en su Presidente, había presionado a Fidel Castro para que no estuviera en nuestro país durante la estancia de George W. Bush, “para que no le complicara las cosas a Fox con el Presidente Bush”. A aquel escándalo político lo conocimos como “Comes y te vas”.

Ante las contundentes grabaciones de la llamada de Fox que dio a conocer Fidel, el Presidente de México cobardemente escondió la cabeza y envío a un vocero, Rodolfo Elizondo, a contestar una sarta de tonterías insustentables, y en lugar de reconocer su error con un mandatario de un país hermano, se hizo el ofendido, porque según Fox era una plática privada.

Por su ignorancia y pendejez, Vicente Fox nunca entendió que su plática con Fidel Castro no se trataba de un asunto personal, sino de un caso de política exterior, en donde se dañaba la imagen de México, de su Doctrina Estrada y del sitio histórico que ha ocupado México en la América de habla hispana.

A la defensa de lo indefendible le entraron los dirigentes del PAN, esos seres pequeñitos, ultra reaccionarios y empleados de los grandes capitales, los que sólo atinaron a calificar de chantaje la respuesta del Presidente cubano, pero nada dijeron sobre las mentiras, servilismos, corruptelas y torpezas de Fox, que fueron constantes los seis años de su gobierno de frivolidad, corrupción y desencanto.

Por ese entonces, Jesús Ochoa Galindo, Rector de la UAC y uno de los principales miembros de la cofradía de José María Fraustro Siller, se dio el lujo de tener a José Manuel Garza Ortiz de Montellano (más apellidos que honestidad) como Director de “comunicación social”, o al menos así se ostentaba con la anuencia de su mecenas Rector.

José Manuel había sido señalado, incluso por el panista Lorenzo Burciaga, de ser el principal responsable de los millonarios desfalcos de la Tesorería Municipal de Saltillo durante el trienio saqueador de Rosendo Villarreal Dávila. El caso de José Manuel Garza llevaba años comentándose en los círculos políticos, pero se argumentaba que su permanencia bien pagada en la UAC se debía a una imposición de Enrique Martínez y Martínez. Al entonces gobernador también se debía que la cofradía de Chema Fraustro se apoderara de la UAC hasta nuestros días (año 2014).

Hace un par de semanas, Enrique Martínez de nuevo volvió a demostrarle su amistad a José Manuel Garza, a quien recientemente se llevó como su secretario particular en Sagarpa, en donde EMM es el titular.

Por esos días, concretamente el 26 de marzo, los ex alcaldes Manuel López Villarreal y su tío Rosendo Villarreal Dávila, aprovechando el inicio de semana santa y mostrando su amor por los semejantes, expulsaron de su partido familiar, el PAN, a mi amigo Gonzalo Rodríguez Gamez y a su hermano Carlos.

Gonzalo y Carlos no serán los últimos que los acomplejados e intolerantes riquillos correrán del partido que los propietarios del Grupo Industrial Saltillo (GIS) se apoderaron, para usufructuar el poder político en beneficio de sus negocios personales y empresariales.

Los pretextos de la expulsión son lo de menos. En el caso de Gonzalo, los motivos para que lo echaran del PAN son básicamente dos:

1.- Su atrevimiento de señalar al interior del PAN la falta de un proyecto popular, el alejamiento del pueblo y la condición de partido elitista-fami- liar, en donde sólo unos cuantos usufructuan los cargos públicos y los puestos de elección popular.

2.- Gonzalo se atrevió a disputarle una diputación local a la familia real del PAN, a los riquillos, y por eso decidieron expulsar a Gonzalo, por la insolencia de querer lo mismo que ellos.

Para estas fechas, los López del GIS, ya habían impuesto en la Alcaldía saltillense a dos de sus más incapaces familiares: Rosendo Villarreal Dávila y Manuel López Villarreal, quien había desaparecido de la escena pública desde que terminó su periodo municipal, a finales de 1999.

Pero al comienzo del 2002, último año del trienio municipal de Óscar Pimentel González, reapareció Manuel López lanzando severas críticas al alcalde saltillense, pues no había cumplido con los compromisos que había adquirido con los caciques empresariales, cuando decidieron apoyarlo para que llegara a la Presidencia Municipal ante la derrota de su candidato panista.

Manuel López y su esposa Tere Romo dieron inicio al plan de sus titiriteros al interrumpir una sesión del Congreso del Estado, portando ofensivas pancartas en contra del gobernador Martínez, con el pretexto de estar en desacuerdo con los consejeros electorales designados.

En su arenga, Manuel López arremetió contra Óscar Pimentel, señalando que el endeuda- miento que había hecho del municipio dificultaría el trabajo de la siguiente administración municipal, pero olvidó la deuda que él contrajo cuando fue alcalde y que Pimentel jamás reconoció.

Los López del GIS soñaban con apoderarse nuevamente de la Presidencia Municipal de Saltillo, para desde esa posición seguir insistiendo en gobernar Coahuila. Por eso le exigían a Enrique Martínez que hubiera alternancia en la Alcaldía de Saltillo, y querían que otra vez fuera Alcalde Manuel López Villarreal o su esposa Tere Romo.

El principal error de Óscar Pimentel fue su entreguismo a los “notables”. Pimentel entregó, cedió y concedió a cambio de su aceptación. A Pimentel se le olvidó que los López del GIS no tienen palabra, que no son confiables, por eso insistieron en cuestionarlo y denunciar sus errores.

De nada le sirvió a Pimentel haber colocado en empleos públicos muy bien remunerados a parientes y empleados de los López del GIS, quienes tampoco son agradecidos, de lo contrario buscarían la Alcaldía de Saltillo para devolverle algo de la riqueza que acumularon con la explotación de los trabajadores de saltillenses.

Se acercaban las elecciones intermedias, por eso el verdadero interés en desprestigiar a Pimentel no era llevarlo a la cárcel por corrupto, Pimentel fue -hasta esa fecha- uno de los más corruptos alcaldes de Saltillo. La intención era obtener nuevamente la Presidencia Municipal, para beneficiar sus negocios y buscar la gubernatura.

Por esos días electoreros, busqué a mi amigo, el valiente panista Lorenzo Burciaga Saucedo, para entrevistarlo sobre lo que sabe mucho: la política electoral al interior del PAN. Don Lorenzo criticó a su partido “para mejorarlo”.

En esos precisos tiempos, el grito de guerra de don Lorenzo era: “¡Fuera los favoritos! dejen que las bases del PAN elijan a los candidatos”. Y me confió el origen de la división panista: “El pleito Rosendo Villarreal Dávila-Juan Antonio García Villa es por el control del partido”.

Para explicar la composición que había en los grupos internos del PAN, don Lorenzo señaló que: “Jorge Zermeño Infante es ahora incondi- cional de Rosendo Villarreal”.

Burciaga nos dijo con quien simpatizaba a nivel nacional: “Me identifico más con Diego Fernández de Cevallos, aunque no esté totalmente de acuerdo con él, ni sea su incondicional”. A nivel local “El único que me sigue tomando en cuenta es Luis Rico Samaniego que hoy es un buen panista”. Por entonces, Luis Rico era Senador.

Para don Lorenzo, Manuel López era un buen prospecto nuevamente para la Presidencia Municipal de Saltillo: “Lo único malo es el GIS, pero si Manuel lograra desembarazarse del papá y del tío sería un magnífico Alcalde”. Y señaló: “El grupo de empleados del GIS es muy nefasto”.

Criticó preguntándose: “Cómo es posible que al cuarto para las doce quiten de la candidatura a José Ángel Rodríguez Calvillo, para poner en su lugar a Jesús de las Fuentes Cabello”, y aclaró: “Jesús de las Fuentes jamás fue del PAN”.

Finalmente me compartió su opinión sobre Óscar Pimentel: “Acuérdese que la historia de Pimentel es triste como político, porque no es una persona que haya emergido de las bases con luz propia, siempre ha estado bajo la sombra de los de arriba. Por eso Pimentel no tiene espíritu de servicio, porque no le debe nada a las bases, y si le debe a quienes lo han designado desde arriba”.

Para mayo de 2002, Enrique Martínez ya había dicho que para la Alcaldía de Saltillo había sólo tres precandidatos: Humberto Moreira Valdés, Miguel Arizpe Jiménez y José María Fraustro Siller.

Sin embargo, desde el principio estuvo claro que Humberto Moreira les llevaba una enorme ventaja al resto de los precandidatos. Humberto desde su ingreso al INEA construyó una gran estructura electoral con la que -según dicen- llevó a la gubernatura a Enrique Martínez, ganándole las elecciones a Rogelio Montemayor y a su candidato oficial, Jesús María Ramón Valdés.

Humberto Moreira era considerado el candidato natural y el seguro triunfador en las elecciones, pero para los dueños del GIS y también del PAN, Humberto era inaceptable, por su origen.

Respecto a José María Fraustro Siller, el entonces Consejero Electoral, Onésimo Flores Rodríguez, catalogó al precandidato como panista. Lo cierto es que Fraustro Siller es considerado del establo de los López del GIS, pero también el más cercano de Enrique Martínez y Martínez, por eso se creía que podía convertirse en el precandidato de la negociación.

Por su parte los priistas acusaban que Chema Fraustro no tenía militancia partidista, ni mayores méritos para aspirar a la candidatura por el PRI. Por eso desconfíaban del priismo repentino de Fraustro Siller.

En cuanto a Miguel Arizpe Jiménez se le veía como un político confiable y honesto, que según decía, tenía el triunfo asegurado, incluso con Manuel López como contrincante panista, pero la última palabra la tenía Enrique Martínez. Del gobernador dependía la decisión para la Presidencia Municipal de Saltillo, como un ensayo intermedio en su sexenio para la gran decisión que tendría que tomar tres años más tarde: El candidato que lo sucedería en la gubernatura.

Por otra parte, a dos años de arribar a la Diócesis de Saltillo, el obispo Raúl Vera López ya se había dado a conocer con los ciudadanos pensantes, quienes consideraban que el obispo de Saltillo se veía jalonado entre el religioso conservador y el extrovertido actor político.

Vera López no puede actuar con honestidad, cada declaración, sermón, mensaje que da es tendencioso, congruente con sus ideas, pero a la vez, negación de su apostolado. Sus intromisiones en los asuntos públicos ya no eran novedad, siempre se ha mostrado como un obispo que simpatiza política y electoralmente con el PAN. Estos curas simuladores han hecho creer que Cristo también tiene preferencia por los ricos y por el “capitalismo salvaje” del “mundo libre”.

Lejos de los debates que en la actualidad tienen que ver con la iglesia católica, desde la depravación sacerdotal hasta la imposición de un santo sin merecimientos, el obispo saltillense insiste en su participación política. Sus descalificadas opiniones y su gran ignorancia lo ubican claramente como panista, y por consiguiente derechista.

En esa época, unos amigos y yo, tomamos muy en serio hacernos una autocrítica como sociedad, y llegamos a algunas conclusiones:

1.- Que la sociedad mexicana está enferma: llena de odio, violencia, ignorancia, corrupción, vicios y perversiones.

2.- Que los corruptos gobernantes, autoridades y funcionarios del gobierno de todos los niveles y de todos los partidos son un reflejo fiel de la sociedad mexicana. Son el gobierno que merecemos y que está hecho a imagen y semejanza de los mexicanos.

3.- La sociedad está dividida, es ignorante, manipulada y acrítica. Es una sociedad enferma, caótica, que en lugar de curar sus males, los justifica con mentiras y muchos “análisis” jalados de los pelos.

4.- Las actividades ilícitas realizadas por distintos grupos de delincuentes, son actividades de la sociedad, protegidas por el gobierno, solapadas por la iglesia católica, fomentadas por los medios de comunicación y explotadas por los empresarios...

(Continuará).

La segunda etapa del sexenio enriquista...

 
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