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el periodico de saltillo
Mayo 2014, No. 303


Zapalinamé y la discapacidad


Apolinar Rodríguez Rocha.

Buscando inspiración frente a nuestra sierra Zapalinamé, y así llegó y me obliga a hablar:

Te hablo a ti, corazón de mi pueblo, ahora veo, ahora que ando, ahora que escucho, ahora que hablo, para comunicarte parte de lo que veo, parte de lo que entiendo; poca cosa podría decirse, sin sentidos… más poca podría decirse sin entendimiento; mantener los sentidos y capacidades es de agradecer a Dios cada instante.

¿Cómo saber decir? ¿Quién podrá valorarte Zapalinamé, sino los ojos que no te ven, los pies que no te caminan, los oídos que no te escuchan?

¡Cuán grandiosas cumbres! ¡Más te estiman los que no te ven, los que no te caminan, los que no te escuchan, y que los que pudiéndote ver, caminar y escuchar, ni te ven, ni te caminan, ni te escuchan, los muertos, que viviendo, están muertos en vida. ¿Cómo no reprocharles que viviendo no te caminen, ni te vean, ni escuchen, que pudiendo ver, escuchar, caminar y hablar, no lo hagan y se dejen en cambio arrastrar por la ausencia ficticia de las drogas, el alcohol, la depresión y el suicidio?

¿Cómo no preguntarse? ¿Si fue la sierra que celosa tomó el nombre del gran hombre, del gran guerrero, del gran gobernante; o fue el gran hombre protector de su pueblo, que ansioso su espíritu de seguir protegiendo a su gente, a su tierra, quiso quedarse en la inamovible sierra que él andaba, caminaba, oía y hablaba; aquella que al mismo tiempo guarecía, protegía, daba sustento y agua, la sierra que cual noble gobernante o madre-padre que a sus hijos engendra, gesta, cuida protege y enseña.

Inmortalizada la sierra en el hombre, y el hombre en la sierra Zapalinamé es ahora aquello que viendo no veíamos, oyendo escuchemos lo que oyendo no escuchábamos, y andando nos llame a caminar lo que no hemos caminado y ¿por qué no? hablando nos obligue a decir lo que hablando no decíamos.

¿Por qué? Sólo las personas con capacidades diferentes, los discapacitados, son quienes valoran lo que ahora perdemos, son testigos de la destrucción de nuestro medio ambiente; los ciegos de aquello de lo que de Zapalinamé otros no ven o pretenden no ver; los cojos y lisiados, inválidos, decir que ellos quisieren andar lo que no se anda de Zapalinamé, sólo los mudos son capaces de acallar la queja de como la arbitrariedad y la negligencia, el maltrato, el abuso, la contaminación y destrucción de Zapalinamé, y solamente aquellos que no oyendo podrán decir que no escucharon la advertencia a tiempo.

Tanto reclama nuestra atención Zapalinamé y nuestros discapacitados.
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Seguimos trabajando, en Saltillo ya cayó Saltibús; en Ramos Arizpe ya cayó Agra.





 
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