publicación Online
 

 

 

 

el periodico de saltillo
Mayo 2014, No. 303


¿Qué pasa con los ancianos?



Ángel Zavala Jr.

Hace unos días, charlando con un amigo, comentamos acontecimientos no muy agradables relacionados con los ancianos. Hablamos, por ejemplo, de los sucesos recientes en la capital del país, referentes a la captura de una banda de asaltantes y asesinos de ancianos.

Su modus operandi era muy sencillo: los posibles candidatos eran personas que asistían a los servicios religiosos a las diversas iglesias. Los vigilaban durante una semana, investigaban, además de la ubicación de la vivienda, el número de habitantes y la posibilidad de que contaran con dinero, joyas u objetos que pudiesen ser vendidos.

Hay que hacer notar aquí que:

· Los ancianos seleccionados vivían solos,… los hijos, si es que tuvieron alguno, los habían abandonado.
· La conclusión de las investigaciones de los ladrones y asesinos era en el sentido de que las víctimas contaban con objetos de valor y fácil venta, o tal vez dinero en efectivo.
· La banda capturada estaba formada por hombres y mujeres.

No hace mucho tiempo -en los últimos años del siglo pasado -, una mujer conocida con el mote de la “mata–viejitos” fue encerrada y condenada a permanecer en la cárcel por muchos años.

Esta mujer se hacía pasar como enfermera y profesional especializada en el cuidado de ancianos, sin embargo no era más una ladrona y asesina. Asistía diariamente a la vivienda del anciano al que “cuidaba”, cuando realmente, lejos de atender a la o las personas, procedía a robar cuanto de valor hubiera en la casa y acto seguido, al desvalijar por completo al “viejito”, simplemente le provocaba la muerte y escapaba lindamente. Al parecer sigue en la cárcel aunque eso no devuelva la vida a ninguna de sus víctimas.

¿HIJOS, O CUERVOS?

¿Quién podría pensar que esos seres, cuidados con todo el amor, llevados a la escuela de la mano, objeto de satisfactores como casa, alimentación, vestido y educación, sean los más crueles verdugos de sus ancianos padres?

Sin embargo, es tan real como estar viendo la luz del sol; los abusos de los hijos son posiblemente más terribles que si cualquier banda o asaltante solitario, entrase de noche a la casa de algún anciano, le robase y no conforme con eso, le diese muerte.

Los hijos despojan de sus escasos bienes a sus padres; exigen “la parte de la herencia que me corresponde”, la reciben todos y cada uno; y todos y cada uno se la gasta bonitamente. ¿Qué sucede entonces? El anciano se queda sin nada, sin techo, sin alimento, sin atención médica, sin pensión económica, si es que fue beneficiado con ella después de concluir su vida laboral. Los hijos, simplemente se quedan con todo, casi casi se reparten los bienes que quedan jugando a los dados, como los soldados que crucificaron a JESUS el NAZARENO. La pugna entre ellos, además del despojo, consiste en que “que sea fulanito o fulanita quien cuide a papá y mamá, que si no tiene chance, se la dé, porque al fin y al cabo son sus padres”…

“¡Ah, no!, ¡qué esperanzas!, ¿Quién les dijo que yo puedo cuidarlos? En todo caso nos turnamos: una semana uno otra semana el otro y así, sucesivamente”.

“¡Si, pero quién te dijo que yo puedo cuidarlos? “ Pues yo tampoco; ni yo, yo menos…. Y continúa, hasta que alguien tiene la brillante idea de llevarlos a una Casa de Reposo para Ancianos; a un asilo, pues.

Allí se les solicita, además de la firma de conformidad de todos los hijos e hijas, la tarjeta de débito a través de la que el anciano o la anciana cobra su pensión mensual. ¿Para qué? Pues para que pueda recibir toda la atención que requiera en cuestión de alimento, aseo, atención médica

Aún así, ¿crees, amable lector, que realmente se atienda al anciano adecuadamente? Yo lo dudo.

Debe haber personal que cumple con su encomienda, repito: debe haberlo, pero ¿dónde?

Los ancianos, después de vivir una vida destinada a trabajar para ganarse el derecho, muy humano, de vivir de “sus rentas”, se enfrenta a toda una gama de cuervos, comenzando por sus propios hijos.

LEGISLACION A FAVOR DEL ANCIANO.

En mi colaboración anterior, comentaba de la iniciativa de Ley ante el Congreso de Estado de Coahuila, del diputado Refugio Sandoval, en la que se pretendía el acuerdo de prohibir la actuación de los animales en los circos, ”pues son objeto de golpes y maltrato al entrenarlos”, así rezaba más o menos la tal iniciativa. Decía yo también que ese mismo ímpetu con el que habló al interior del Congreso y ante las cámaras, micrófonos y grabadoras de los reporteros, debería ser digno de mejores causas.

Invito al Diputado Sandoval, y a todos aquellos que le siguieron el juego al perredista, que atraigan a Coahuila todas y cada una de LAS LEYES DE PROTECCIÓN PARA LOS ANCIANOS que existen en la CONSTITUCION, Art. 23, en la que además de fincarse el derecho al trabajo, se contempla también la ley del Seguro Social, que comprende seguros de invalidez, vejez, seguro de vida, de cesación involuntaria del trabajo, atención a las enfermedades y accidentes, entre otros.

LA LEY DE LOS DERECHOS DE LAS PERSONAS ADULTAS MAYORES (2002), además de garantizar el ejercicio de los derechos de los ancianos, y establecer los mecanismos, bases y disposiciones para su cumplimiento, también regula lo concerniente al Instituto Nacional de Personas Adultas Mayores, (INAPAM), “organismo público descentralizado con autonomía técnica y de gestión al que se le confía la rectoría de las políticas públicas para la atención de este sector poblacional”.

En la siguiente colaboración hablaremos de ABANDONO, DISCRIMINACIÓN, MALTRATO, FALTA DE RESPETO, ABUSO y otros atropellos que las personas de la tercera edad, deben soportar al final de sus vidas.

ángel.zavala14@hotmail.com

 
© 2014 El Periódico de Saltillo contacto@elperiodicodesaltillo.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
carton noviembre 09 Noviembre 09 Rufino