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el periodico de saltillo
Junio 2014, No. 304


Isidro, un fiasco que se convirtió en lastre

Jorge Arturo Estrada García.

Falló la gran figura del PAN. Isidro López ha sido una gran decepción. No sabe ser alcalde. No sabe gobernar. No sabe comunicar. Al acercarse la jornada electoral de julio próximo, la que se visualizaba como una fuerte figura política emergente local, ha resultado un fiasco. Y un impulso para el panismo en Coahuila. En este momento, hasta es considerado un lastre en diversos sectores.

Sabemos que los buenos candidatos no siempre devienen en buenos gobernantes. Pero al menos, se convierten en líderes políticos sólidos para sus partidos. En activos políticos. Y, que no espantan a los electores. En un análisis de sus primeros 150 días de gestión, habría que considerar que siempre ha tenido a un sector hostil de los medios que exagera sus desaciertos. Eso le ha valido, una cierta red de protección.

El espionaje y la “mala leche” de algunos de sus críticos le han ayudado al nuevo alcalde a encubrir su falta de trabajo, de proyectos, de colaboradores capaces y su ausencia de autocrítica. Sin embargo los saltillenses padeceremos sus carencias.

Isidro López, básicamente no ha compren- dido cuál es su papel, como presidente municipal de la capital de Coahuila. No se trata de venir a hacer caridades e invitar a unos cuates a sumarse y echarle ganas. Tampoco de traer amplia sapiencia gerencial. Su estilo es evidente que está muy rebasado. En lo personal, ni siquiera es una lumbrera como emprendedor o como inversionista. Más acostumbrado a los socialitos que al trabajo duro en el campo de los hechos, Isidro se percibe lejano aún para su heterogéneo equipo de colaboradores.
Su victoria llegó a través de la conjunción de una serie de circunstancias. Isidro no es especialmente cultivado o dedicado. Bonachón y carismático, el nuevo alcalde aún no sabe qué hacer con Saltillo; y su Plan Municipal de Desarrollo parece tarea estudiantil incompleta. No hay rumbo, ni tampoco mapa. El capitán está perdido.

Esa ignorancia e indecisión la pagamos todos. No sabe cómo reconstruir el tejido social. Y sólo pinta plazas y centros comunitarios. No sabe cómo combatir la marginación, la que no distingue de la pobreza, y el alcalde, su círculo cercano dan tumbos, no avanzan; y ofrecen cursos de zumba. No imparten nuevas habilidades.

No hay estrategias para evolucionar a una ciudad del futuro y sustentable. No hay proyectos de parques tecnológicos ni de banda ancha en lugares públicos. Tampoco de impulso a la innovación, la ciencia y la tecnología y al abatimiento de la brecha digital. Ni siquiera un proyecto de transporte público.

Sus visitas a Austin se limitan a ver camiones de bomberos y asuntos de policías y no a la ciudad del conocimiento que nutre, desarrolla y genera calidad de vida a la capital texana. Hasta para viajar hay que saber qué lugares visitar.

Isidro anda ya en la búsqueda de constantes de pretextos para su escasez de resultados. Y con la mirada puesta, permanentemente en la hora de salida. Extraña su tiempo libre y el campo de golf.

Definitivamente las cosas no son como él las esperaba. Ni tampoco como los saltillenses lo esperábamos. Evidentemente requeríamos mayo- res conocimientos, eficiencia y visión de futuro. Saltillo ha padecido una cadena de nefastos presidentes municipales.

Humberto Moreira, el diablito de las Fuentes y Jericó Abramo fueron pésimos alcaldes. Arrebatados, con escasa preparación, opacos, ambiciosos y vanos. Sin proyectos estratégicos. Demagogos y con la mira puesta en escalar posiciones con base en exprimir el erario público, pasaron con más pena que gloria.

Y por supuesto no estuvieron a la altura de los retos del Saltillo del siglo 21. Saltillo, al igual que Coahuila, se rezaga ante el progreso de otras capitales del propio país. Para el gobierno estatal y los alcaldes, los pasos a desnivel son la máxima expresión de obra pública.

La política da muchas vueltas. No sabemos qué pasará con la carrera de Isidro. Sin embargo los saltillenses no podemos seguir perdiendo tiempo y desarrollo con alcaldes malos e impreparados, que nutren a sus equipos mediocres con las arcas municipales.

La entidad está inmersa en política electoral. El PAN está ante la oportunidad histórica de derrotar al PRI en varios distritos. Sin embargo los albiazules construyen su nueva dirigencia estatal sobre cimientos de gelatina. Sus figuras no se involucran o están peleadas o en la hamaca.

Así, vemos algunas cosas bien hechas, otras flojas y otras pésimas y descuidadas. Los candidatos andan con más entusiasmo que estrategia. No han sido debidamente arropados. Dependerá en mucho de si logran calentar la elección, en sus distritos, la forma en la que los ciudadanos se acerquen a las urnas.

En contraste, el PRI intenta renacer de sus cenizas. Luego de dos derrotas consecutivas, la generación de políticos en el poder se percibe agotada, desgastada y rebasada. Sus integrantes aportarán poco lucimiento para el cierre y no se ven muy fuertes para la sucesión.

Como partido, el PRI será derrotado y los aliados de los partidos bonsái serán los que harán fuerte al gobernador, con sus curules, en el Congreso local. Sin embargo de seis a 10 opositores podrían convertirse en una aguerrida fracción, que aporte algo de contrapeso en el Palacio de Coss.

David Aguillón está ante su última oportunidad. El resultado electoral será decisivo en diversos puntos. Entre ellos, la viabilidad de los delfines del Palacio Rosa: el SuperMike Riquelme, Armando Luna y el propio David.

En contraparte, el nuevo liderazgo panista se ve poco eficiente y demasiado laxo. La oportunidad es histórica, pero pareciera que no saben cómo trabajar para una victoria decisiva.

El gobernador Rubén Moreira está debilitado. Sus aliados también, además de que ya le regatean los apoyos y sueltan críticas ácidas a sus espaldas. Al Palacio Rosa le urge un golpe de timón y un balance con corte de caja. Ya no es posible perder más tiempo. Ni para los coahuilenses, ni para el propio gobernador.

Coahuila, es un gigante herido. Un gigante lisiado, dañado y enfurecido. Más de un lustro de muertes, inseguridad, temores, corrupción, impunidad e incapacidad lo marcaron indeleblemente. Las problemáticas que se padecieron intensamente en la entidad, demandaban talento y sabiduría. No la hubo. Los problemas rebasaron a la pésima generación de políticos que tuvieron las encomiendas. No estuvieron a la altura de los retos. Y ahora, en Coahuila lo sufrimos todos. Las urnas serían un escape.

jjjeee_04@yahoo.com

De lunes a viernes por http://mdsaltillo.tv/ sigue nuestro programa: De política y más, de 10 a 11 am. Compartimos micrófonos con el analista Juan Antonio Estrada.

 
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