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el periodico de saltillo
Junio 2014, No. 304


¿Qué pasa con los ancianos? (Parte II)

Ángel Zavala Jr.

Frecuentemente la página policiaca de cualquier periódico, en cualquier ciudad, incluye la siguiente nota:

¡Macabro hallazgo!
... anciano tenía varios días muerto!
Unos vecinos de la calle Guelatao, de la col. Benito Juárez, percibieron fétidos olores provenientes de una casa ubicada en el área, por lo que avisaron a la policía, al sospechar que algo le había ocurrido al anciano morador de la vivienda, ya que según ellos, el viejecito vivía sólo y algunos de sus alimentos le eran proporcionados por su vecina de al lado, a quien unos días antes uno de sus hijos la llevó a una ‘casa de reposo para ancianos’ .

Al forzar la cerradura de la puerta principal, los bomberos y paramédicos encontraron el cadáver del anciano boca abajo y con señales de putrefacción.”

El resto de la nota se adivina: abandono, falta de atención, soledad; enfermedades de cuerpo y alma…una vecinita en igualdad de circunstancias que tuvo qué ser llevada a un asilo para ancianos, donde seguramente va a sufrir las mismas situaciones de soledad interior, falta de atención, ausencia de visitas de parte del o los hijos. Un cuadro que lamentablemente se ve con mayor frecuencia en una población en la que los ancianos ocupan un porcentaje del 9.3 % según los censos de población y vivienda que realizó el INEGI (Instituto Nacional de Geografía e Informática) el año anterior, 2013.

En números redondos, la población mayor de 60 años en México, supera los 10.9 millones de habitantes.

Un estudio realizado con motivo de la celebración del “Día Internacional de las Personas de Edad”, que tendrá lugar el próximo día 1 de octubre, reveló que “existe una tendencia de crecimiento en el número de ancianos, a partir de la segunda mitad del siglo pasado, debido al aumento del nivel de sobrevivencia de la población. En México, esta tendencia se presenta desde la última década del siglo XX, pasando de un 6.2 % a un 9.3%, y se espera que para el año 2050, llegue al 21.5 %.

Los ancianos y la economía

Datos recientes acerca de la participación de las personas mayores de 60 años en la economía, indican que durante el último trimestre del 2013 ascendió a 33.6%.

Sin embargo, de acuerdo con datos del CONEVAL, (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social), “en México, 43 % de los adultos mayores se encuentran en situación DE POBREZA MULTIDIMENSIONAL”.

Esto último se define como “la situación de una persona cuando presenta la carencia de al menos uno de sus derechos relacionados con el desarrollo social, y si además sus ingresos no son suficientes para adquirir los bienes y servicios que requieren para satisfacer sus necesidades”.

Datos censales del año 2010, señalan que en el 26.1 de los hogares mexicanos cohabita al menos una persona de 60 años o más.

Lo anterior se entiende como que las familias mexicanas cuentan entre sus miembros al menos a un viejecito o viejecita y que por lo tanto, la atención funcional que los familiares jóvenes deben proporcionar a estas personas, como ayudarlas a vestirse, caminar, acostarse y levantarse, además de la de usar el sanitario, bañarse o comer, representa una especie de “molestia” para ellos, por estar ocupados en sus actividades diarias, de horario y trabajo.

“Mi papá o mi mamá deben comprender que si no trabajamos no pueden satisfacer sus necesidades”, afirmarían algunos. Eso, cuando el anciano no tiene ingresos económicos y depende directamente de sus hijos.

“¿Cuántos hijos tuvo, Petrita?” “Siete, cuatro hombres y tres mujeres”. “Ah, qué bueno, cuatro hijos para mantenerla y tres hijas para lavarle su ropa y hacerle su comida… ¡qué afortunada, Petrita!”

Mujer prolífica, acostumbrada a los quehaceres de la casa y a ser dependiente del esposo.

Al morir éste, viuda y enferma, depende de sus cuatro hijos para su manutención y de sus tres hijas para su atención. Pero: ¡ ¿qué sucede en la práctica? La viejecita está sola en la casa familiar, viviendo de sus recuerdos y de la escasa o nula ayuda de sus hijos, con la escasa o nula atención de sus hijas. Los vecinos caritativos son quienes aplican aquello de “hoy por ti, mañana por mí”.

“Don Rito, mire nomás; ya se le graduó otro de sus hijos,… ¿ingeniero, verdad? “ “Si, y los otros dos, un arquitecto y un contador.” “Felicidades, don Rito. Usted sí que fue bendecido por Dios” “Pues no me quejo… afortunadamente vivo de mi pensión, así es que ya ellos se ocupan de sus gastos, como debe ser”…

Los dos hijos mayores, ya casados, independientes económicamente, en muy escasas ocasiones visitan a Don Rito y a su Esposa. “Pues es que tienen muchas ocupaciones”, justifican los ancianos. El recién graduado, también se casó y se fue a trabajar al extranjero. “Gracias a Dios que sabe Inglés”, dice Don Rito. Así es que tampoco se puede contar ya con su presencia junto a sus padres.

Pasa el tiempo. Los hijos que viven en la ciudad ni visitan ni llaman a sus papás, y por supuesto, el que trabaja en el extranjero tampoco se preocupa por ello. Conclusión: abandono.

Y eso que son gente preparada académicamente, pero ingrata, desagradecida, hipócrita, porque en el momento triste de la partida de alguno de los papás, el llanto y las manifestaciones de tristeza son evidentes, para que la gente piense “pobre, cómo quería a su papá”. Después del sepelio, comienza la lucha por los bienes “que dejó papá”.

Puedo continuar con el tema, sin embargo es mi objetivo no abusar del espacio que me proporciona esta importante publicación, de manera que nos encontraremos la próxima edición.


ángel.zavala14@hotmail.com

 
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