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el periodico de saltillo
Abril 2014, No. 302


Mis sexenios (72)



José Guadalupe Robledo Guerrero.

Segunda etapa del sexenio enriquista
Al inicio de la segunda etapa del sexenio enriquista, enero de 2002, ya había aparecido la preocupación en Coahuila por el crimen organizado, debido a que en la vecina ciudad de Monterrey comenzaron los ajusticiamientos.

Por ese entonces, el periodista y escritor Rafael Loret de Mola publicó su libro “Los cómplices”, en donde señala que Piedras Negras era uno de los puntos de mayor importancia en México en la ruta de las drogas que dominan los narcotra- ficantes.

El 21 de enero de 2002 murió Evaristo Pérez Arreola, a quien el gobierno de la república y los trabajadores universitarios del país tanto le deben. Evaristo fue el fundador y líder moral del STEUNAM (Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Nacional Autónoma de México), sindicato pionero y columna vertebral que impulsó, apoyó y protegió al sindicalismo universitario que surgió a principios de los 70, agrupando a las corrientes ideológicas universitarias que sobrevivieron a la masacre del movimiento estudiantil de 1968.

Ese movimiento sindical universita- rio que desde principios de los 70 se extendió a lo largo y ancho de la nación, reivindicando las condiciones laborales y salariales de los empleados de las universidades públicas de México, determinó en momentos difíciles que la Ley Federal del Trabajo, regularía las relaciones laborales en las instituciones de educación superior.

Con Evaristo tuve, al principios de los 70, la oportunidad de transitar muchos caminos de la República, y estar presente en la constitución de algunos sindicatos universitarios de cuyos esfuerzos proselitis- tas me quedaron gratos recuerdos.

En alguna ocasión lo acompañé a una asamblea sindical en la UNAM, a su llegada los centenares de representates sindicales allí reunidos querían linchar a Evaristo. Luego de una andanada de acusaciones en su contra que duró un par de horas, cuando terminaron las acusa- ciones, Evaristo tomó el micrófono y comenzó a explicar lo que sus compañeros ignoraban. Al terminar fue sacado en hombros por los mismos que horas antes querían lincharlo.

En otra ocasión cuando el sindicato de la UAC y de otras universidades estaban en huelga por mejores condiciones laborales y salariales, me invitó a acompañarlo a México “para arreglar los asuntos de los compas”.

Mientras Evaristo sacaba la audiencia con el subsecretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, me dejó en casa de unos amigos alemanes que vivían en la hermosa delegación de Coyoacán “para que no te quedes en un hotel, los revolucionarios no somos agentes viajeros”.

En la semana que disfruté la atención de Franz e Ingrid, Evaristo se daba el tiempo para vernos. Cuando llegó el día de la audiencia con Gutiérrez Barrios llegamos hasta sus oficinas y me percaté de las grandes deferencias que los asistentes del alto funcionario le prodigaban a Evaristo.

Cuando entramos a la oficina de “don Fernando”, como le llamaba Evaristo al subsecretario de Gobernación, quien de inmediato le dijo: “Sé a lo que viene don Evaristo, usted dígame cómo quiere que se solucionen los problemas de sus compañeros y así será”.

Los trabajadores universitarios de Coahuila le deben mucho a Evaristo, pues invariablemente siempre apoyó sus luchas democráticas y reivindicativas. La última de las luchas que recibió el respaldo de Evaristo fue el Movimiento Pro Dignificación de la UAC en 1984.

Por esos días Vicente Fox había retirado los subsidios a la energía eléctrica, lo que produjo una enorme irritación de los ciudadanos. Para ayudarle a Fox, el protagónico obispo de Saltillo, Raúl Vera López, envío un mensaje a sus ovejas cautivas: “La feligrecia debe guardar la calma, evitar el desorden y la violencia ante el retiro de los subsidios a la energía eléctrica”, y para justificar el aumento a las tarifas eléctricas, el mentiroso y simulador obispo señaló: “(El aumento) es el efecto de una globalización que exige controles a los países pobres”.

Por aquel entonces el ex Presidente José López Portillo comenzaba un escándalo que dio pena ajena a los mexicanos. Para justificar su escandaloso divorcio, López Portillo dio a conocer que su esposa, la vedette y actriz de películas de ficheras, Sasha Montenegro, lo golpeaba y lo insultaba verbalmente.

Buscando la conmiseración y la lástima de los mexicanos, el ex Presidente que se creía la reencarnación pura de Quetzalcóatl, señaló que a sus 81 años de edad, la poco comprensiva de su esposa Sasha Montenegro, además de catalogarlo como traidor, pendejo e hijo de la chingada, reiteradamente le decía que era “poco hombre”. Qué lástima que Óscar Flores Tapia ya había muerto, porque estas confesiones del escándalo de Sasha y JLP le hubieran causado un enorme regocijo.

Para salvar un poco su maltrecha dignidad, López Portillo señaló que los maltratos que sufrió de parte de su esposa Sasha, comenzaron después de que él sufriera una embolia cerebral en marzo de 1995, es decir que JLP tenía 7 años sufriendo las torturas físicas y psicológicas de que lo hacia objeto Sasha Montenegro.

El pobre de López Portillo abundó en más detalles de su viacrucis marital, y acusó a su esposa de haber empezado las agresiones en su contra, porque se opuso a la demanda penal que Sasha interpuso en contra de sus hijos por haber sustraido de su casa 163 libros que les habían regalado.

Según López Portillo, debido a eso su esposa “lo insultaba y lo golpeaba en las espalda con el puño cerrado, sin importarle mi convalescencia”, incluso Sasha le reprochaba: “Me has cagado la vida, no sé porque no te moriste”. JLP confesó que luego de su operación a corazón abierto, estos insultos y agresiones se hicieron más crueles y cotidianos.

José López Portillo dijo ésto y mucho más, pero Sasha Montenegro no se quedó callada, y declaró que ella no era una loca, que nunca había pensado en asesinar a sus hijos ni suicidarse como lo afirmaba JLP.

Sasha también hizo responsable a su esposo si aparecían muerta ella o alguno de sus familiares, y de paso delató que a un hijo no reconocido de Juan Ramón (hijo del ex Presidente) lo “suicidaron”.

Pero este caso tuvo otros motivos del divorcio, pues en otras declaraciones el indigno ex Presidente confesó que su esposa Sasha le insistía que le compartiera del “guardadito” que había hecho como Presidente, pero López Portillo le dijo que no existía tal ahorro, pues él había sido un mandatario extraordinariamente honesto, patriota e íntegro a carta cabal. Pero Sasha no le creyó. Tampoco los mexicanos.
Finalmente el escándalo dejó de comentarse, López Portillo volvió con sus hijos, pero todo lo que se supo demuestra que JLP además de haber sido un pésimo Presidente, también era muy poco hombre, según lo declaró doña Sasha Montenegro, a quien seguramente le constaba su contundente afirmación.

Por esos días se dio a conocer que el papa Juan Pablo II vendría a nuestro país con el fin de hacer santo al mítico Juan Diego, aquel indígena de quien no hay evidencias históricas de que existió como lo afirma la iglesia católica. El obispo Juan de Zumárraga no lo menciona en sus escritos, a pesar de haber sido a él a quien supuestamente Juan Diego le comunicó la aparición de la virgen, y le entregó el ayate con su estampa.

Finalmente la competencia por la Presidencia y la Secretaría General del CEN del PRI se definiría con el voto de los domesticados priistas. En Coahuila perdió la mancuerna de Roberto Madrazo-Elba Esther Gordillo, y ganó el dueto contrincante: Beatriz Paredes-Javier Guerrero, según se dijo, porque el gobernador Enrique Martínez dio línea para que en Coahuila los priistas votaran por Beatriz y Javier.

Sin embargo, en la votación nacional ganaron Madrazo y Gordillo. Los protagonistas de esta elección interna del PRI, fueron los gobernadores de los estados, cada uno dio línea para que los domesticados priistas votaran por los candidatos del gobernador en turno. EMM apoyó a Beatriz Paredes y a Javier Guerrero, por eso ganaron en Coahuila, pero perdieron en el país. El 4 de marzo de 2002 tomaban posesión del CEN del PRI Roberto Madrazo Pintado y Elba Esther Gordillo Morales.

Por aquel entonces entrevisté periodística- mente a mi estimado amigo don Lorenzo Burciaga Saucedo, quien era el más indicado para hablar criticamente de su partido, el PAN, pues antes de arribar a la Presidencia Municipal de Saltillo Rosendo Villarreal Dávila y Manuel López Villarreal, hablar del PAN era hablar de don Lorenzo Burciaga.

En aquella ocasión, don Lorenzo acusó a José Manuel Garza Ortiz de Montellano de haber desfalcado 10 millones de pesos de la Presidencia Municipal de Saltillo cuando fue tesorero en la “administración” de Rosendo Villarreal. Pero no sólo eso se robó el tesorero rosendista, también se dijo que le había robado afectos sentimentales a su jefe, el Presidente Municipal.

Lorenzo Burciaga aseguró que la militancia panista “No tenía porque cargar culpas de cabrones sinvergüenzas”, y aseguró que “Rosendo Villarreal es desconfiable en cualquier institución , pública o privada”, y señaló: “En su campaña para Presidente Municipal, los obreros del GIS que lo tuvieron como jefe me decían: Lorenzo cómo quieres que votemos por ese sátrapa de Rosendo Villarreal, si nos trataba con la punta del pie”.

Para Lorenzo Burciaga: “El valor supremo es el respeto a la dignidad humana, porque si no hay ésto, no hay ningún otro valor”.

Le pregunté a Burciaga si seguía pensando que Manuel López Villarreal era distinto ahora que ya había sido alcalde. Su respuesta: “No, no, Manuel no dejó de imprimirle el sello de los López del Bosque a todas sus acciones. Dicen que hacen el bien para exaltarse ellos mismos”.

En otro tema señaló: “Hay mucho relajamiento en sacerdotes y religiosas”, porque en ese momento era público el enésimo escándalo de pederastia en la iglesia católica, que el diario Boston Globe dio a conocer, sobre el caso de 80 curas pederastas que habían abusado de cientos de niños que estaban bajo su tutela.

El vocero de la diócesis de Boston, el cardenal Bernard Law dijo desconocer el número de víctimas, pero los investigadores estimaron que los curas abusaron sexualmente cuando menos de 200 niños, y aseguraron que los cardenales norteamericanos estuvieron al tanto de esta situación.

Tan es así, sigue la nota periodística, que a algunos de los curas pedófilos los cambiaron de parroquias, y en otros casos, la Arquediócesis pagó por el silencio de las víctimas. En todo el mundo los curas pederasta y pedófilos hacen de las suyas.

Otro caso reciente había sucedido en Polonia, tierra natal del papa Juan Pablo II, en donde el rotativo “Rzeczpospolita” denunció al arzobispo de Poznan, Juliusz Paetz, “quien abusó sexualmente de estudiantes de Teología y religiosos de su obispado”. Igual que en Boston: “los ataques sexuales son conocidos por la jerarquía sacerdotal desde hace dos años”.

Otro caso escandaloso, fue por esos días, el protagonizado por el cura John J. Geoghan que fue acusado de abusar de 130 niños. Éste y otros casos de pederastia, pedofilia, y sodomía persisten en la iglesia católica desde que ésta se entronizó como iglesia imperial en la roma de Constantino.

También hay que decir que el emperador Carlomagno, rey de los francos y emperador de occidente (742-814) quiso terminar con la sodomía del sacerdocio, y no lo consiguió, a pesar de que en aquellos tiempos la jerarquía eclesiástica era subordinada del rey.

En México el cinismo y la prepotencia de la jerarquía católica dejaba constancia, cuando dos obispos señalaron que “los trapos sucios se lavan en casa”, y advirtieron que no iban a entregar a la justicia civil a los curas pederastas y pedófilos, “porque era como si un padre entregara a sus hijos”.

Era la época del papa Juan Pablo II, protector de los pervertidos. A Marcial Maciel lo protegió cuando un grupo de profesionistas denunciaron que los había violado de niños. Juan Pablo II, lejos de castigar a Maciel lo nombró su representante personal ante la Conferencia Episcopal que se realizó en América del Sur en los tiempos que estalló el escándalo de la pederastia que era una práctica socorrida entre los Legionarios de Cristo.

Pero no fue Maciel el único jerarca católico que Juan Pablo II protegió. Luego del gran escándalo de la Diócesis de Boston, ratificó en su cargo al Cardenal Bernard Law, principal responsable de cientos de casos de pederastia que se denunciaron en Estados Unidos.

Para curarse en salud, en todo el mundo los jerarcas católicos iniciaron la estrategia de reconocer que existían casos de curas pedófilos y pederastas, pero al mismo tiempo se defendieron, argumentando que ninguno de ellos tenía conocimiento de algún caso de pederastia sacerdotal en sus diócesis.

Hasta el hablantín y retardatario Cardenal de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, en aras de defender a sus iguales, a sus compañeros de preferencias sexuales, cinicamente dijo que “se debe comprender y perdonar a los curas pedófilos y pederastas, puesto que el hombre es débil y está expuesto a fallar”. ¡Qué poca madre!

En Saltillo también un tal Fernando Nieto, vocero de la diócesis de Saltillo, aseguró que se denunciaría ante las autoridades al sacerdote que cometiera abuso sexual contra menores, y prometió que se combatiría la pedofilia y pederastia en la iglesia católica. Pero días antes había dicho exactamente lo mismo “El Papable” Cardenal Norberto Rivera Carrera, pero nada ha sucedido. Los curas siguen violando niños...

(Continuará).
La segunda etapa del sexenio enriquista...


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