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el periodico de saltillo
Abril 2014, No. 302


Desaliento generalizado en La Laguna.
No hay cambios, todo sigue igual.

 

La desconfianza es
el principio del odio.
Heinrich Mann.




Jesús M. Moreno Mejía.

Están próximas las elecciones de nuevos diputados para el Congreso local de Coahuila y únicamente los partidos políticos y los precandidatos muestran un interés real en la renovación de la Legislatura, pues la ciudadanía tiene un desencanto crónico en los representantes populares, sean del partido político que sea pues nunca se ve un cambio significativo en las leyes que beneficie a la comunidad, pues en lo general todo sigue igual en nuestro entorno.

Durante las campañas políticas los discursos de los candidatos están plagados de toda clase de promesas de beneficios para la ciudadanía, pero finalmente ¡oh desencanto! todo es pura demagogia, según se ha observado en el devenir de la historia social de Coahuila y del país en general. Por ello no existe entusiasmo alguno en los coahuilenses.

Hacia el interior de los partidos políticos, en cambio, se ve un entusiasmo desmedido por obtener una candidatura, al grado tal de no vacilar en hacer quedar mal a otros correligionarios que también aspiran a una representación popular y con ello asegurar una jugosa dieta económica a cambio de sólo ir (cuando van a las sesiones) a levantar el dedo al recinto del Congreso.

Leyendo a Jesús Cantú, articulista de temas políticos y exconsejero del Instituto Federal Electoral (IFE), en su colaboración titulada “La decadente vida partidista mexicana” aborda lo relativo el actuar de los organismos políticos nacionales en la renovación de sus dirigencias nacionales, con todos sus vicios que se dan a nivel interno, tales como el caudillismo, clientelismo y patrimonialismo, complementados con malas prácticas empleadas también en los procesos de elección popular.

A nivel interno los partidos políticos, particularmente los de oposición, se vienen dando “hasta con la cubeta”, pues desean hacer prevalecer el caudillismo que de una manera o de otra han ejercido y ello no sólo a nivel nacional, sino por extensión a los estados, sin caer en cuenta (o tal vez importándoles poco) que le están haciendo un gratuito favor al partido en el poder.

Sin embargo, interesa más comentar lo que ocurre en Coahuila, donde también se sufren las consecuencias del divisionismo de las dirigencias de los partidos de oposición (al grado de que hay quienes creen que son alentados “bajo el agua” por el partido en el poder).

Los partidos de izquierda no logran unificarse a pesar de existir un caudillo mayor a nivel nacional (Andrés Manuel López Obrador), pues cada “tribu” tiene sus propios intereses muy por encima de la supuesta identificación con la comunidad y la emancipación del pueblo.

Acción Nacional, por su parte, se sigue identificando como un partido de “derecha” y asegurando actuar por el bien común, pero tiene dos caudillos que se disputan la dirigencia nacional (Gustavo Madero y Ernesto Cordero, hasta el momento de redactar este artículo). Por lo que hace a los líderes de ese organismo en Coahuila, uno de ellos (Guillermo Anaya) ayer estaba con uno de los caudillos mencionados y después con el otro, pues así conviene a sus intereses políticos a nivel particular, con el consecuente divisionismo de correligionarios a nivel interno.

Por lo que hace a los precandidatos de los principales partidos políticos, algunos de ellos aseguran estar “ya amarrados” y otros a la espera del visto bueno de su dirigencia para “jugársela” por la vía de la representación minoritaria (también conocidos como plurinominales), pero recurren también a tácticas intimidatorias o prácticas indebidas entre ellos, tales como lanzar acusaciones de enriquecimiento inexplicable y otras zancadillas, para finalmente olvidarse de esa situación una vez obtenido el “hueso” que se proponen.
Sin embargo, según se ha opinado por parte de analistas políticos, así como en los corrillos de restaurantes, bares y cafés, “la caballada está muy flaca” tanto en el PRI como en el PAN.

Por otra parte están los partidos “morralla”, que en Coahuila suman catorce (el mayor número de partidos locales a nivel nacional; ver nuestro artículo “A Coahuila no hay quien le gane en número de partidos políticos”, de fecha 15 de enero de 2014), y que algunos analistas políticos son calificados como partidos mercenarios, y en otros como negocio familiar o de un determinado grupo, a los que sólo les interesa cobrar las prerrogativas que les otorga la ley y obtener prebendas que les otorgan las autoridades gubernamentales.

Hay quien defiende la idea de que “en Coahuila entre más partidos existan seremos más democráticos, pues así existen más opciones en los procesos”, lo cual constituye una falacia, pues la más de las veces ni siquiera tienen un candidato propio, sino que se coaligan con candidatos de otras instituciones políticas, particularmen- te del PRI o del PAN.

Es por ello que a esos presuntos partidos se les da el calificativo de “morralla”, pues los institutos políticos auténticos los utilizan para asegurar el triunfo cuando las elecciones se avizoran difíciles, tal como ocurrió en la pasada elección de Presidente Municipal en Torreón. Pero también se les identifica a ciertos partidos locales como un negocio familiar, pues los forman sólo miembros de una misma progenie y amigos de la parentela.

Otros “partidos” nacen de la nada, casi en forma espontánea, con algún nombre llamativo que los identifique supuestamente con un sector de la comunidad (el campesinado, la juventud, etc.), pero sabiendo que después de las elecciones habrán de sucumbir pues de antemano entienden que no alcanzarán el mínimo de votos requeridos para seguir existiendo. Alrededor de diez de los partidos autorizados por el IEPECC están sentenciados a desaparecer, junto con sus prerrogativas (el dinero que les autorizan para subsistir), pero conservando algunas prebendas.

A los partidos pequeños se les identifica también como “la chiquillada”, en alusión a que son grupos minoritarios, y su participación es sólo para “hacer la bola” en los procesos electorales a nivel estatal con el apoyo incondicional del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Coahuila (IEPECC), cuyo organismo se supone es autónomo pero que en la realidad está sujeto a dictados del gobernador y del aparato legislativo.

Por todo lo anterior la ciudadanía sufre de un natural desaliento por las elecciones del domingo 6 de julio próximo, cuyo mal se ha vuelto crónico pues ya está cansada de tanto engaño de los políticos de todos los partidos tradicionales, y de la chiquillada, pues sólo salen ganando éstos en dichas contiendas ¿o no?
¡Hasta la próxima!

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