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el periodico de saltillo
Abril 2014, No. 302


El Hospital Universitario de Saltillo: corrupción y “bomba de tiempo”



Armando Montalvo Olivo.

Vehículos lujosos que adquieren algunos directivos, viajes a Europa, nómina “inflada”, compras arregladas, cantidades exorbitantes que salen de las cajas sin ningún control, y una institución que perdió el sentido humano de apoyar con servicio médico a las clases más desprotegidas de Saltillo y la región, es la deducción en este momento del Hospital Universitario de Saltillo, que camina con dirección a una privatización forzada bajo el consentimiento del Rector de la Universidad Autónoma de Coahuila, Blas Flores Dávila.

Las irregularidades que a diario se cometen en esta institución médica dejaron de ser un secreto, y ahora hasta un intendente tiene información detallada de las anomalías, que desde hace tiempo llegaron a varias direcciones de Rectoría, pero que extrañamente ningún funcionario habla al respecto sobre el trabajo del director Luis Alfonso Carrillo González al igual que del subdirector Roberto Ramírez Rivera, quien es señalado por su mismo equipo de colaboradores de ser el responsable de gran parte de la corrupción que existe en este hospital.

De acuerdo a un antecedente laboral, Ramírez Rivera en una ocasión fue despedido del Hospital Universitario hace años atrás cuando era director José Inés Escobedo, al confirmar este último que su colega había cometido una ilegalidad injustificable. Pero el cabildeo y la voracidad de Roberto Ramírez fueron más allá, porque de nuevo fue contratado como subdirector en el periodo de Héctor Mario Zapata de la Garza, quien ocupó la dirección del hospital poco más de cuatro años.

La apatía existente entre quienes trabajan en el HUS en todos sus niveles, es tanta, que ahora solapan y aplauden las malas decisiones del médico Alfonso Carrillo, quien llegó a la dirección del hospital no por méritos propios, sino por ser cónyuge de la actual Secretaria del Trabajo en Coahuila, Felicitas Molina Duque.

Aunado a esto, la agrupación sindical de trabajadores del Hospital Universitario, quien no está del todo conforme como lo dirige Carrillo González, tampoco demuestran ganas de alzar la voz y señalar las acciones deshonestas que ocurren desde hace años en este nosocomio. Lo mismo ocurre con los médicos decanos de la institución, que prefieren callar y seguir cobrando como si nada ocurriera.

Un punto que se le cuestiona a Alfonso Carrillo es que desde hace años, se realizan investigaciones en el hospital que son financiadas por compañías farmacéuticas de Estados Unidos, y que representan ingresos de miles de dólares por paciente. Esto inicio desde el periodo del ex director Héctor Mario Zapata y sólo ellos dos saben del destino que se le dio a este dinero, porque hay informes de que nunca lo reportaron a las arcas de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Héctor Mario Zapata y Alfonso Carrillo son considerados desde hace tiempo por las organizaciones médicas de la ciudad, como dos profesionistas que pasarán a la historia saltillense por ordenar que un edificio construido por el Club Rotario de Saltillo hace 20 años, durante el periodo del director ya fallecido, Miguel Ángel Talamas Dieck, se utilizara como albergue para familiares de pacientes foráneos de escasos recursos y no para otra función, a pesar de que existe un contrato de comodato con una vigencia de 99 años. Y pareciera que los rotarios ni cuenta se han dado.

El despojo del albergue inició en el periodo del ex director Zapata de la Garza, cuando la parte baja de este inmueble se transformó en farmacia y se afirma que es un “negocio” entre el actual director y Roberto Ramírez. Ahora, en la actual administración, se ordenó que el segundo piso se convirtiera en oficinas administrativas de un personal no prioritario para el hospital, y que sólo atienda proyectos del titular de la institución que nada tiene que ver con la asistencia y enseñanza.

En cambio, desde hace semanas, el departamento de Trabajo Social del HUS fue desarticulado para entrar en su lugar una oficina de Cobranza encabezada por el cuestionado ex funcionario estatal, Emilio Ramírez, quien se encarga de conocer el estatus social de quienes pretenden atenderse en el hospital, pero sobre si tienen recursos para cubrir los gastos que generen. Las trabajadoras sociales fueron reacomodadas en otras áreas del hospital.

La ambición del subdirector Roberto Ramírez y del mismo Alfonso Carrillo no tiene límite, porque desde hace dos años no renuevan la Fuente Generadora de la Radiación (pastilla) de la Bomba de Cobalto, cuya vida útil se termina, a pesar del servicio de Radioterapia que presta a pacientes de Saltillo y la región, sobre todo a la gente de escasos recursos y a los derechohabientes del Seguro Popular.

No dar el mantenimiento adecuado de este aparato que tuvo un costo superior a los 400 mil pesos, provoca que quienes lo necesitan no sólo tengan que viajar a Monterrey, sino que además retrasan su tratamiento médico y ponen en riesgo su vida. Nadie hace nada sobre este punto.

Por si fuera poco y sin ganas de cumplir su trabajo como lo marca la ley, el órgano fiscalizador de la UA de C al igual que el Rector Blas Mario Flores, están lejos de exigirle cuentas claras a Alfonso Carrillo así como al mismo Héctor Mario Zapata sobre una “Nómina Interna” que este último implementó y que luego heredó al actual director. En ésta aparece contratado personal administrativo que realiza funciones no prioritarias como asistencia, enseñanza e investigación, con salarios dos o tres veces superiores al del personal médico y de enfermería. Los agraciados son en su mayoría amigos y familiares al director.

Para ripley, Carrillo González autorizó para que con recursos propios del Hospital Universitario se pagara una maestría de Administración en Sistemas de Salud a la Facultad de Contaduría y Administración de la UA de C con sede en la ciudad de Torreón. Incluso, invitó, a algunos médicos del HU para que impartieran cátedra sin paga a los casi 40 becados, en donde la mayoría son personas externas del hospital. Lo lamentable, es que a nadie le avisó ni involucró a la Facultad de Medicina.

En este momento, el HUS se convirtió en una “bomba de tiempo”, desde que en la entrada principal hay filtros con vigilantes no por razones de seguridad, sino para prohibirle el acceso a la gente de escasos recursos y controlar la entrada y salida de pacientes para que nadie salga sin pagar. Los murales que representan un orgullo para esta institución médica están olvidados, sin importarle a nadie.

Hay tantas irregularidades en este hospital que ya no se pueden ocultar y donde pareciera que el relevo de Alfonso Carrillo de la dirección cada vez está más cerca, porque la llegada a esta institución del urólogo Sebastián Cepeda (cónyuge de la cuestionada ex Secretaria de Salud Bertha Castellanos Muñoz) a la subdirección de Enseñanza e Investigación, es una señal para el esposo de la secretaria de Trabajo Felicitas Molina, de que su gris trabajo y la corrupción que solapa ya llegó a Palacio Rosa.

De algo pueden estar seguros, el progreso económico y la ostentosidad de quienes dirigen el Hospital Universitario y otros que ya lo hicieron, es tanta, que no la pueden ocultar. Su vida cambió a sabiendas de que ese patrimonio que tienen ahora es producto de una desmedida ambición corrompida.


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