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Septiembre 2013
Edición No. 295
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felipe calderonConflictos y controversias del México de hoy

“Hay ruedas moviendo ruedas en este pueblo, y fuegos nutriendo fuegos”.
Arthur Miller.

Luis Fernando Hernández González.

Los nuevos proyectos que reclama la gobernabilidad del país nos ubican como sociedad en el proverbio, en el cual lo viejo no se ha ido y lo nuevo aun no acaba por nacer, condición que exige innovar el marco institucional sobre el cual debe de transitar la República Mexicana, para así, dar respuesta a las pretensiones de sus habitantes de este tiempo.

Estos sucesos que ahora acontecen en nuestra sociedad no nos deben de sorprender, mucho menos provocarnos incertidumbre, son sin duda alguna situaciones y procesos de la misma realidad, en la cual los ciudadanos muestran su presencia de estar al pendiente de los cambios y transformaciones que como sociedad moderna se implementan en cada uno de los factores, bajo los cuales se pretende instalar un nuevo orden social.

Analicemos el por qué, cuando es a partir de la sucesión política nacional efectuada en el año 2000, fecha en la que se inicia una transformación en las variables y esquemas prácticos de hacer política, al modificarse una relación enteramente de sentido vertical bajo la dirección unipersonal que revestía de autoridad, la influencia de un presidencialismo, cuando al llegar el PAN a la presidencia de la República esto se transfigura, se distancia aquella influencia preponderante de mandato y dominio.

Surge como consecuencia de ello, el quebranto en la figura presidencial con Vicente Fox Quezada, quien al carecer de oficio, objetivos y esquemas funcionales hacia donde conducir la República, bajo la implementación de políticas públicas, ocasionan como secuela, el dejar hacer dejar pasar, sin directriz y sin rumbo, distanciándose gravemente de todo el complejo soporte de la vida institucional haciendo uso de fuerzas y factores mediáticos como base de toda acción gubernamental.

Ante una sucesión presidencial cuestionada y realizada en el año de 2006, Felipe Calderón Hinojosa, ve de entrada acotada su actuación como ejecutivo de la nación, situación que le obliga a disponer de una fuerza reclutada en los cuarteles y puertos militares para fines de seguridad, imponiendo a su equipo de trabajo la consumación de alianzas de facto representados por una izquierda moderada y maleable alejada de Andrés Manuel López Obrador y opositora a ultranza del PRI, con quienes formaliza su partido, el PAN, una coligación opositora en elecciones de carácter municipal y estatal durante los últimos años del mandato calderonista.

Llegamos donde se elige a Enrique Peña Nieto, quien asume su mandato bajo el esquema de mover al país hacia objetivos y metas que le hagan tener la viabilidad de estar a la altura de sus retos y circunstancias competitivas que reclama el desarrollo y la misma dinámica mundial, situación que motiva afinidades de aprecio en actores que empujan las reformas educativa, energética, hacendaria y política, lo mismo que en partidos en los que se contempla una coincidencia en propósitos de avance y modernidad administrativa y gubernamental.

Provocando divergencias conceptuales en otras personas, como en partidos políticos, los mismos que se manifiestan al buscar algún tipo de beneficio electoral con miras a futuro, como así sucede con el PT, PRD, MC y Morena, cuando señalan públicamente que se quiere privatizar la educación, se busca acabar con la patrimonialidad de PEMEX, fijar gravámenes a alimentos y medicinas, así como realizar una reforma política acotada para la manifestación plena de la sociedad, calificaciones que hacen de algunos sectores de izquierda salir a la calle, incitar a sus simpatizantes y crear las condiciones y atropellos a la vida ordinaria que ya son ampliamente conocidos sus resultados.

Existen voces sospechosas, maliciosas ellas, que en su búsqueda de ganancia y utilidad abonan en su intención al rompimiento, las encontramos en los grupos conservadores, en los grupos de derecha y de izquierda, en donde unos apuntalan el uso de la fuerza de represión como respuesta a los maestros que se manifiestan, otros critican la flexibilidad de la autoridad por pretender un entendimiento racional conciliatorio y otros más les da por apostar al enfrentamiento, para así etiquetar de represor al gobierno.

Los mexicanos en este momento no podemos permitir el quebranto de nuestra autoridad nacional, al pretender fincar el interés en el desgaste y en la pérdida de consensos, pues como bien lo sabemos, el deterioro y carencia de liderazgo le ha generado al desarrollo de México un alto costo político, económico y social, mismo costo que se traduce ahora en el atraso de doce años de gobierno panista.

México hoy reclama de organización y de acción concertada, de modernización en todos los agentes que den respuesta al desarrollo en la competencia, que nos permitan atender diligentemente y en las que se dé tino y sentido a lo que queremos como pueblo, en las raíces profundas está la solución y la respuesta.

Las alianzas del Estado, ni con la derecha, ni con la izquierda, sino más bien con el México que demanda de mayor justicia social.

 
 
 

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