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Abril 2013
Edición No. 290
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¡Que vivan los locos!





Profesor Evaristo Velasco Álvarez.

En varias ocasiones y de repetidas personalidades, he leído acusaciones contra algunos de los personajes que han dejado huella de su existencia en el mundo, de que están perturbados de sus facultades mentales, puesto que son diferentes a la mayoría de los que habitamos este mundo, llamado La Tierra. De locos, paranoicos, dementes, perturbados, inadaptados, revoltosos, problemáticos, indeseables, y muchas otras lindezas, llegando a creer que eran una amenaza para la sociedad.

Pongamos el caso de Albert Einstein, quien era un niño problema a quien se acusaba de loco, pues vivía pensando en cosas “del demonio“, pues los demás no lo entendían, ni le querían entender. Porque pensar, confrontar las ideas que eran consideradas como reales, leyes, legítimas, etc., y hacerle caso a ese loco, con sus ideas de la relatividad, representaba un grave problema, pues había que razonar… y es tan latoso y problemático hacerlo…

Y qué decir de Galileo Galilei, quien se enfrentó a la iglesia católica al asegurar que “LA TIERRA GIRA ALREDEDOR DEL SOL”, mientras que aquellos sostenían que la Tierra era el centro del universo (¿?). A quien quisieron pasar a la horca, porque la “SANTA”(¿?) inquisición decía que esas ideas eran influenciadas por el demonio y que Galileo debía firmar un documento en donde se establecía que el diablo le había estado hablando al oído, y que después de firmar, desde la puerta de salida del edificio, Galileo pronunció las palabras que la historia registra como de un rebelde: “Y SIN EMBARGO LA TIERRA SE MUEVE”.
Así mismo le sucede a Jesús el Nazareno, quien se enfrenta a los doctores de la Ley, y que corre a latigazos a los mercaderes del Templo, y que se atrevió a caminar sobre las aguas, a curar a los leprosos, a los ciegos, a los inválidos; que transformaba el agua en vino, que revivía a los muertos, y que desafió a los poderosos, y se atrevió a morir por sus ideales. Un hombre al que llamaron loco, inadaptado, esquizofrénico, epiléptico, orate, y muchas cosas más.

Don Miguel Hidalgo sufrió en más de una ocasión el ataque de los soberbios que le acusaron de enemigo del progreso y del orden, y que lo enviaron a Dolores, en el estado de Guanajuato, para que estuviera alejado del Colegio de San Nicolás, en Morelia, donde había sido maestro y poco faltó para que fuera el rector. Lo vituperaron de tal manera que fue degradado por los jerarcas de la iglesia católica. Estando en el campo de batalla, un enviado del arzobispo Abad y Queipo, representante de Roma en México, le entregó en propia mano un comunicado del Papa que le exigía renunciar al ejército insurgente y retirarse de inmediato, para presentarse ante el arzobispo. Hidalgo le preguntó al enviado: “¿Y hacia dónde queda Roma, donde vive el Papa?

El enviado señaló un punto en el horizonte, a lo que el cura Hidalgo ordenó a sus tropas: “¡Apunten hacia allá!”, y en tres ocasiones dispararon sus armas los soldados insurgentes. El enviado, considerando loco a Hidalgo le dijo: “¿Cree usted que las balas le llegarán al Papa? A lo que Hidalgo replicó, rompiendo el comunicado y tirando los restos al suelo: “Pues entonces a mí tampoco me llegó nada”, y dando la media vuelta, dejó a su interlocutor perplejo, solo y sin saber qué hacer.

Son muchos los ejemplos que pudiéramos dejar claros en este espacio, pero el espacio mismo no es tan grande para soportarlo, así que mejor concentrémonos en dejar de ser uno más en el mundo e intentemos ser diferentes, ser locos, ser orates, ser inadaptados, ser paranoicos, pero progresistas, pensando y anteponiendo a la patria por delante de nuestras aspiraciones. Hagamos pues ¡Que viva México!

 
 
 
velasco_alvarez@yahoo.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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