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Abril 2013
Edición No. 290
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refotma migratoria

México y la reforma migratoria de EUA





Carlos Alfredo Dávila Aguilar.

El impacto de la reforma migratoria que se discute actualmente en Estados Unidos, tendrá importantes repercusiones para México. Actualmente, más del 10% de lo que debería ser la población del país, vive en Estados Unidos. El flujo migratorio que se da a lo largo de la frontera entre ambos países, es probablemente el más importante del mundo. Además, México es el tercer país receptor de remesas a nivel mundial, sólo después de India y China (que tienen una población diez veces mayor). Esto hace de México, el país que recibe la mayor cantidad de remesas per cápita en el mundo; y de las remesas, la segunda fuente de ingresos del país después del petróleo. Así, la relación que se da en torno a este flujo migratorio es un fenómeno de enorme importancia económica, política y social tanto para México como para Estados Unidos, tanto, que deberíamos prestar especial atención a la reforma migratoria que se discute en estos momentos en aquel país.

Sin embargo, los mexicanos tendemos a ver con cierto recelo e indiferencia el acontecer político de nuestro vecino del Norte, grave error. La reforma migratoria que hoy se discute, gira en torno a la regularización de más de once millones de indocumentados (la abrumadora mayoría mexicanos) que viven y trabajan actualmente en los Estados Unidos, y al establecimiento de cuotas anuales de trabajadores mexicanos a los que se les permitirá la entrada para abastecer de mano de obra barata el mercado norteamericano. Dicha reforma es impulsada por un grupo de ocho legisladores de ambos partidos; cuatro republicanos y cuatro demócratas, y todo parece indicar que será aprobada (después de ciertos ajustes que deriven de las negociaciones). Las consecuencias de su aprobación no serán positivas para todos, a continuación se verá por qué.

De entrada, llama la atención que legisladores de ambos partidos estén apoyando este proyecto. En la víspera de las pasadas elecciones presidenciales de 2012, Obama prometió a la población latina el impulso a esta reforma, que significaría la suspensión de la persecución de Estado de la que es víctima este sector de la población: cada día que pasa sin reforma, se deportan aproximadamente 1,000 latinos. La respuesta del electorado fue contundente: aproximadamente el 85% del voto latino (y un gran sector de ciudadanos estadounidenses) apoyó al Presidente demócrata con la esperanza de lograr este cambio. Ante esto, el partido republicano parece estar percatándose de que no puede seguir dándose el lujo de cargar con la percepción de ser el partido anti-latino, y ahora se adhiere a este proyecto de ley.

Y es que no hay razones para oponerse a la reforma cuando los grandes dueños del capital del país están de acuerdo con ella. El sector empresarial estadounidense, no sólo apoya la reforma, sino que presiona para ampliar el número de trabajadores que se permitiría entrar bajo las cuotas anuales. Bajo una nueva visa para trabajadores, estas cuotas serán de entre 20,000 y 200,000 trabajadores por año; en el primer año se expedirán 20,000 visas; el segundo, 35,000; el tercero, 55,000; el cuarto 75,000. Esto, claro, sin atender a las necesidades de empleo de los propios ciudadanos estadounidenses, quienes sufren de una cifra alarmante de desempleo que llega aproximadamente a los 22 millones de desempleados.

Las negociaciones parecen dar señas de aplazar la votación, después de que se llegó a decir que la reforma sería finalmente votada la siguiente semana. Esto porque algunos de los sindicatos de trabajadores estadounidenses pugnan porque las cifras sean menores, ya que la entrada de tales números de inmigrantes al año, constituye un desequilibrio en el mercado que bajaría el precio de los salarios en el país ante la sobreabundancia de mano de obra. Pero cuando de ganancias se trata, el sector empresarial de cualquier país muestra siempre la misma indulgencia, y los principios dogmáticos del equilibrio del mercado que defienden a capa y espada, parecen de pronto ser bastante flexibles.

Además, la regularización de los más de once millones de indocumentados que se plantea, no contempla claramente la posibilidad de su eventual obtención de ciudadanía. Lo cual dejaría a los trabajadores mexicanos en una situación con cierto grado de incertidumbre, sobre todo, ante una eventual crisis económica. Otros grupos, pugnan porque se agregue a la reforma este tipo de contemplaciones de forma clara para que los nuevos residentes eventualmente tengan acceso al estatus de ciudadanos.

Ante tal panorama, hacer un balance de la reforma es evidentemente complicado. Para empezar, es una reforma de coyuntura, de “borrón y cuenta nueva”, que después de algunos años tendrá que ser reevaluada porque no soluciona ninguno de los problemas de fondo de la migración. En cambio, el beneficio inmediato que recibirán nuestros connacionales, estará acompañado de una devaluación general de la fuerza de trabajo (que ahora los incluirá también a ellos) que afectará a la clase trabajadora del vecino país, sobre todo a los sectores más pobres, los de los trabajos poco calificados, y a los millones de desempleados.

Más allá de esto, la difícil pregunta de si la reforma es positiva o negativa, no es la pregunta correcta. En todo caso, y ya que tanto México como Estados Unidos se han caracterizado en las últimas décadas por impulsar el proyecto neoliberal, la pregunta es: ¿Por qué se siguen discutiendo reformas migratorias para regular el tráfico de personas, entre dos países que aspiran al liberalismo económico? Pues, según los postulados de Adam Smith, el libre flujo de personas es parte esencial del libre comercio para que, en teoría, el mercado sea capaz de regularse. La respuesta es evidente: el proyecto neoliberal a escala mundial se basa justamente en lo opuesto: libre flujo del capital, y poblaciones de trabajadores cautivas en zonas que permitan mantener el precio del trabajo bajo. Después de que los países tercermundistas atraen inversión por cierto tiempo y la mano de obra comienza a subir, el capital abandona el país y se traslada al siguiente para comenzar de nuevo, mientras tanto, en los países de origen de estas empresas transnacionales, la población sufre índices de desempleo cada vez más altos. ¡Bienvenidos a un mundo globalizado!

 
 
 
carlos0alfredo01
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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