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Agosto 2012
Edición No. 282
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FCH¿Y las otras deudas?

 

Fidencio Treviño Maldonado.

Cada familia en México debe muchos pesos, esto sin haber firmado un papel, deudas de miles de pesos, por robos, rapiña, conocidos en el argot político como peculado, desvío de fondos o recursos y en el cinismo que cobija a estos truhanes, por simples errores de los que nos gobiernan, endeudamientos del país, poniendo como avales a los millones de mexicanos, el caso concreto fue FOBAPROA (IPAB) un ahorro de los mexicanos que olímpicamente se les entregó, dio, regaló y condonó a gente adinerada y que nunca va a pagar, aunado está el caso de cientos de ex gobernadores y algunas recuas que les acompañan, y como burla muchos rateros de este tipo aun ambulan en los pasillos de palacio, otros en el “jet set” de la alcurnia nacional.

Sin embargo hay deudas diarias que la clase política desde tiempos inmemorables ha quedado a deber y que cada vez en sus discursos retóricamente las repiten, las dicen sin dejo de vergüenza, sin tapujos a una sociedad callada, ciega, sorda y muchas de las veces vendida por un plato de lentejas. Nuestra clase gobernante nos debe la seguridad, nos ha dejado desamparado a merced del crimen, desarmados sólo con “Dios y Jesús” en la boca ante los continuos, constantes y permanentes delitos de toda índole, deuda impagable por los miles de hogares enlutados que sin deberla ahora la pagan. Nos debe la Educación, con la rala y casi nula cobertura educativa que campea en todo el sistema, tiene deuda con el poco interés que pone en los problemas y cobertura de salud, todo está empantanada y transolada en un axioma burocrático nacional, así como también la deuda grande con los recursos de la nación vendidos, regalados o en el caso actual, secuestrados por nefastos líderes que la misma clase política (diputados, gobernadores y senadores) amparan.

Nos adeuda la clase gobernante una cascada de mentiras, sofismas lúdicos que cada tres o seis años son recicladas, mejoradas y aumentadas, nunca corregidas, nos deben el derecho a réplica, nos deben la impunidad e inmunidad que los cobija como armadura ante cualquier ataque de un ciudadano común o de su misma u otra manada. En este país -como dice Liuis Spota (El primer día)- La política, mejor dicho, el Poder trastorna a los sensatos y ensoberbece a los pendejos, de ahí que digan cada sarta de mentiras y contraigan deudas y más deudas a espaldas de los ciudadanos.

“Mis manos están limpias y así saldrán en esta administración”, es tal vez la frase estúpida más repetida y es el juramento de algunos imbéciles y el más roto que para el final de sus administraciones o función pública digan. Para nada afectan los ladridos de la gente de la oposición y, será la historia, no mis contemporáneos, la que me juzgue. Es sabido por todos que en la política no hay amigos, sólo intereses y colaboradores, que hay que desconfiar de los estúpidos, sólo aceptar a los malvados como son, para ganar dinero antes que amigos, y como recordatorio está el aforismo político de la vida: nada de mujeres feas ni amigos pendejos.

Las deudas de los políticos crecen cada día, vemos como la corrupción tapa una deuda y sale otra, así van naciendo y vemos las malas y costosas obras y de ribete de nada sirven, caminos infernales con hoyancos y mal construidas con materiales de cuarta categoría, obras que sólo basta un soplo de la naturaleza (llovizna por ejemplo) para desnudar el fraude y la ineptitud de quien las lleva a cabo, calles, avenidas y colonias más oscuras que la conciencia de un político. Éstas y otro grueso catálogo se puede llenar con las deudas que tienen pendientes y mala asignatura la clase gobernante para con el pueblo.

Quiero terminar este artículo con algunas de las frases que mi abuela Jovita decía o repetía cuando alguna persona no era grata a su confianza: “Desde que se inventaron las medidas, cualquier vasija descarapelada o olla tiznada quiere ser de a litro”, y la otra: “Ahora cualquier pelagatos ya quiere mandar en este pueblo de castrados”. Pues para variar al país lo han saqueado, rapiñado y hurtado a placer y a lo largo de la historia sólo han pasados dos cosas: No hay castigo para estos bandidos, y el pueblo es el que siempre ha pagado; ¡que conste, me refiero a México!

 
kinotre@hotmail.com
 
 
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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