publicación Online 4 de abril de 2011
 
 
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Edición No. 265 , ABRIL 2011
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Basta de diagnósticos y mediciones

Fidencio Treviño Maldonado.

De pronto nos llenamos de todólogos en la televisión, en la radio, en los diarios y revistas, todos nos ofertan y regalan un manto obsceno y hasta morboso de cifras clonadas de gráficas y mediciones con que pretenden cubrir al país. Demagogia que con sus palabras bofas quieren arreglar entuertos, pero que sólo sirve para mantener a muchos mequetrefes en los puestos públicos y ser parte del perverso discurso con promesas mesiánicas, y en el caso de la clase política arreglar lo que ellos mismos descompusieron en el país.

Cual malos sastres, cada segundo nuestros “conductores políticos” nos dan a la medida un traje para vestir el país. Todos opinan, dan diagnósticos, sin embargo nadie da soluciones a los problemas. Sabemos que el narco está hasta en la cocina de los poderes judiciales, que las cifras de ejecutados o muertos en esta batalla entre inocentes y protagonistas son miles, sin embargo nadie ofrece una verdadera solución, sólo nos llenan de comparaciones con otros países, con otros meses o años, de estadísticas y mediciones o promedios ¿Y dónde está la solución y el protagonismo de la clase gobernante?

Se diagnostica a cada segundo que nuestra educación está desde hace décadas en declive, y la causa está sin duda en el poder que ostenta la profesora rural más rica del universo, Elba Esther Gordillo. Esto lo sabe el presidente Calderón, también lo conoce el secretario de Educación, de apellido Lujambio, los profesores lo saben, la sociedad también, sin embargo nadie resuelve nada al respecto.

Los diferentes institutos nos dan cifras, comparaciones y hasta diagnósticos de cuál es el mal que aqueja al país y sobre sale la pobreza, eso no se puede esconder, pero nada gana el pueblo con saber que somos un país rico (aun) en recursos naturales y la miseria, a doscientos años de la Independencia y a cien de la Revolución, aumenta, pero con conocerlo no ganamos nada, hay que resolver.

De nada nos sirve tener un INEGI que nos diga dónde y cuál es el pueblo más pobre o más rico, que nos dé señales de cómo se consume éste u aquel producto o cuántos mexicanos tienen casa, etc. Si de antemano no utilizan esos datos nuestros funcionarios para satisfacer las necesidades, que para eso les paga el pueblo. Hay que aclarar que los ciudadanos somos incapaces de protestar, muchas veces hasta de señalar a los corruptos o gritarles a los políticos sus promesas incumplidas (así como ellos las gritaron y pregonaron en campaña).

Ahora resulta que los países árabes, con atavismos y dogmas, nos ponen el ejemplo y nos demuestran que los mexicanos somos valientes, pero sólo de pico y con alegría en el estómago, o en bola. No es tampoco raro que entre ramilletes de micrófonos, en mesas redondas, cuadradas u octagonales, se firmen acuerdos, se formen comisiones y hasta patronatos para esto o aquello, sin embargo la prueba tangible de estos acuerdos y estas comisiones es que no sirven para nada de nada.

En este bendito país en donde impera la pobreza, sólo los líderes sempiternos y los grupos monopólicos en el poder son los que dictan las cifras y hacen las gráficas según les aconseja su oscura conciencia: gráficas y cifras literales, alegóricas, inmorales y antagónicas, de acuerdo a los aforismos de la megalomanía con la que por años han gobernado.

Señores (as) de la cúpula empresarial, política, gubernamental, entiendan por una vez en su vida: el pueblo no quiere cifras, ni saber cómo amaneció la bolsa de valores, lo que el pueblo necesita es empleo, circulante en su bolsillo, tener pan y sal en su mesa, seguridad en las calles, y que la impunidad y la perversa inmunidad dejen de joder y de ser el estorbo más grande que hay en el país, ya que son las dos malas madrastras de la corrupción...

 
kinotre@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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