publicación Online 4 de abril de 2011
 
 
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Edición No. 265 , ABRIL 2011
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Mi experiencia en el IMSS

Lilia Rabiela Garcíacano.

Estimados lectores en esta ocasión deseo compartir con ustedes mi experiencia en la Clínica 2 del IMSS con motivo de una operación de vesícula. El vía crucis (recordando que estamos en cuaresma) comenzó cuando el médico del área de cirugía ordenó mi internamiento y me solicitó un donador y una prueba cruzada.

Para empezar me citaron con el donador el 21 de marzo a las 7 a.m., pero nos advirtieron que había que estar “más temprano” para hacer fila, pues ese día sólo aceptarían a 10 donadores. Llegamos a las 5:30 de la mañana, y a eso de las 7:35 la encargada del laboratorio, de nombre Gaby, nos dice que ese día siempre no iban a recibir donadores porque no había médico.

Después de la desmañanada y de 2 horas de hacer una inútil fila, al reclamarle a la persona en cuestión ésta se molestó y dijo “quéjense con quien quiera, como sea hoy no”, así que con el coraje y todo tuvimos que regresar al otro día igualmente a las 5.30 a.m. y con otro pretexto nos regresaron, porque el donador no era apto según ella, y así devolvíó a más de la mitad de las personas que acudian a donar sangre, y después de llevar a 6 donadores por fin uno de ellos pasó.
Así, con mi hoja de donación y todos los papeles que piden, acudí el lunes 28 de marzo a las 5:30 a.m. donde amablemente me recibió la asistente de urgencias, llamó a quirófano y cuando le avisaron que pasara me proporcionó una bata que no tenia manga y estaba toda rota pero no había más.

De ahí pasé al quirófano donde me atendieron muy bien, la anestesióloga se presentó y me explicó brevemente el procedimiento de anestesia, en seguida pase al quirófano y me dormí, después de casi 2 horas desperté sin vesícula y muy adolorida, y tuve que esperar desde las 9:30 de la mañana que salí de cirugía hasta las 6 de la tarde que me subieron a piso en una camilla demasiado incomoda, donde apenas me cabía medio cuerpo, y todo porque “no había camas”.

Después de mucho molestar me pasaron a piso, y la cosa cambió, pues estando en esa habitación, en la que compartí espacio y vivencias con mis compañeras de cuarto, me di cuenta de una realidad muy difícil de aceptar, pero que muy tristemente sucede.

Vayamos por partes, a decir verdad la mayor parte del personal es muy amable, desde enfermería, trabajo social, camilleros, hasta limpieza, quizá los más serios son los médicos, que obviamente por su carga de trabajo atienden a gran cantidad de pacientes y no alcanzan a interactuar con ninguno. Debo mencionar que mi médico, el Dr. Camacho de cirugía, me atendió de una forma excelente y muy profesional quedando muy satisfecha y agradecida por el resultado de mi operación.

En fin, el personal a pesar de la excesiva carga de trabajo hacen su mejor esfuerzo para atenderte lo mejor posible, pero… como siempre hay un pero, aquí va la segunda cuestión: el material de trabajo. Resulta que hay un exceso de carencias en la institución: la falta de camas, medicamentos que no hay, la falta de material de curación, vendas, sellos venosos, etc., y claro el familiar del paciente tiene que andar consiguiéndo lo necesario si tiene los recursos, sino se espera hasta que haya o va a ver que vende o empeña para salir del problema.

Tercer punto: estando internada me di cuenta de la forma en que la encargada del banco de sangre pide a los familiares traigan donadores, porque “urgen”, y a las 6 de la tarde le avisan al familiar que necesitan sangre, para que traiga al día siguiente a los donadores. Mi unidad de sangre no se usó, pero tampoco autorizaron que se la pasara a mi vecina de cama que tanto la necesitaba y no conseguía donadores para el día siguiente, hágame usted el favor, habría que revisar las “ políticas de manejo de la sangre”, porque luego nos enteramos que aún se sigue vendiendo la sangre, ¿cómo ve amigo lector?

Cuarto punto limpieza: todos nos quejamos de lo sucio que está el IMSS, pero quienes lo ensuciamos somos nosotros mismos, las camas llenas de chicles, los baños súper sucios, los pasillos llenos de basura que los familiares tiran, los cuartos con restos de pan, galletas, botes de agua, refresco, yogurt, etc. Y aunque el personal de limpieza ande “en friega” no se da abasto para recoger tanta basura, y con qué cinismo nos quejamos si somos nosotros los que dejamos así la institución, y se enojan porque no los dejan pasar comida, pero no entendemos.

Quinto punto los familiares: En mi cama de hospital pude ver claramente los tres tipos de personas y sus actitudes al cuidar a un paciente. El primero, que sería el mejor, es cuando tus familiares y amigos te cuidan con todo cariño y paciencia y están al pendiente de todo lo que necesitas, como sucedió en mi caso. Aprovecho para agradecerles a todos su preocupación y cariño demostrado, sobre todo a mi esposo Juan Antonio, a mis padres, a mi hijo, a mis cuñados Vicky y Gabriel, Pochis, Sergio, Silvia y Raúl, a mis sobrinos y a los amigos que estuvieron pendientes de mi, especialmente a Pepe Mena, Tere, Ernesto y al Sr. Robledo.

El segundo cuando la familia paga a una persona para que te cuide, esta persona lo hace de forma impersonal y sólo cumple su deber; y el tercer tipo, el más lamentable y común, cuando la familia te cuida a fuerza, porque no hay de otra y ahí delante del paciente están peleando por ver a quien le toca cuidarlo, “a mí ya me tocó, por qué no viene fulano yo ya no me quedo”, y en el inter dejan solo por mucho tiempo al paciente, además por consiguiente los “cuidanderos” lo hacen de mala gana y maltratando al enfermo, esto es lamentable pero desgraciadamente así sucede, trayendo como consecuencia la depresión en el paciente que hace que éste se agrave más.

En fin, esta experiencia se las cuento para que cuando a alguien le toque estar en el IMSS o en cualquier hospital tome en cuenta estas cosas, y sobre todo trate con amor y paciencia al enfermo porque en ese momento lo necesita demasiado.

 
lilirabiela@hotmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     
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