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Noviembre 2011
Edición No. 273
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Una imagen puede decir más que mil
palabras, y además pasar a la historia

Adolfo Olmedo Muñoz.

Poner el ejército en las calles no le dará a Calderón un sitio en la historia,
ni siquiera al tamaño que físicamente lo distingue.

En el medio de la comunicación periodística, es tradicional la pugna entre fotógrafos y periodistas. Los primeros, tildados por los periodistas, son llamados “tomaplacas”, mientras que los segundos son “desdeñados” por los fotógrafos bajo el apodo de “tiralíneas” a los redactores.

Sin embargo hay también otra clasificación que sirve como “comodín” pues a veces casan pleito con los redactores y en otras con los fotógrafos, y éstos son los caricaturistas de la plana de opinión, llamados de caricatura política.

En nuestro país disfrutamos de una gran tradición al respecto, desde la época del legendario Guadalupe Posada. Pero a partir de la segunda mitad del siglo anterior, proliferaron nombres como: El Chango Cabral, Guasp, Guici, Rius, Vadillo, y luego muchos otros entre los que podemos mencionar a Helio Flores, Deschamp… ¡y un montón más!, (hasta Fraga está por ahí) a cual más de buenos.

Fotógrafos y caricaturistas, se adjudican indistintamente en propio beneficio el contenido de aquella frase que dice: “Una imagen habla o dice, más que mil palabras”.Pero en lo personal, y no por ser de las filas de los “tirarrayas”, considero que se trata de un dicho relativo aunque cierto. No todas las imágenes cumplen ese cometido de comunicación y se hallan vacías, estériles, mudas. En cambio, hay ocasiones en que una sola frase, y lo que es más, ¡una sola palabra! Puede ser, como dicen en el argot de la comunicación periodística: “Lapidaria”, “fulminante”.

Espurio, lo explica todo.
Lo cierto para concluir, sería decir que es relativo el peso de textos o ilustraciones; ambas son una manera indiscutible para la configuración de mensajes semióticos.

Esa será la gran disertación que a los politólogos, sociólogos, historiadores, comentaristas de opinión, culteranos, además de algunos asiduos parroquianos de cantinas con prosapia, que echarán de vez en cuando “su as de espadas” a fin de discernir con qué perfil será inscrito en la historia de nuestro país, el exiguo Presidente actual.

No faltarán correligionarios de éste, que opinen que si llenó -aunque con toda su humanidad- las botas que hasta las rodillas, se hicieran famosas por su predecesor.

No pocos teóricos de la grilla consideran que el distintivo del mandato de FCH con el que se inscribirá en su proyección histórica sea el uso de las fuerzas armadas en las calles, en una lucha que “a su amparo” fue creciendo.

Sin embargo, ese “privilegio” le correspon- dió ya a Gustavo Díaz Ordaz quien se apoyara en un lóbrego “personaje”, que fue José Hernández Toledo, como especialista para contrarrestar la entonces paranoica “penetración comunista” en las universidades públicas de nuestro país, hasta culminar con la “cacería” de “disolutos sociales” que se perpetró la noche del dos de octubre, jugada “olímpica” para un año Olímpico. Hoy, ni los panamericanos conmueven, a pesar del uso politiquero y mediático que se ha pagado el frustrado ex precandidato presidencial, gobernador de Jalisco.

Otros, no menos teóricos, aunque eso si ¡más profundos!, aseguran ya la nefanda iconografía de una “torre de luz” que apesta desde ya, a uno de los fraudes más grotescos de que se tenga conocimiento. Y lo peor es que al parecer, puede quedar impune, como aquel asqueroso “Fobaproa”.

Sin embargo hoy… ¡HOY! … ¡hoy!, los “moneros” (caricaturistas) van ganando una batalla por la que seguramente no se harán acreedores a un “Pulitzer”, y menos cuando lo otorga el gran aliado del Presidente.

Más que cientos de miles de palabras pergeñadas en periódicos y revistas, o dichas en la televisión o la radio desde donde paleros apologistas como el obtuso Ferris de Con. Han tratado de “lavarle la cara” … ¡y las manos!, al presidente en turno; Más que todo ese alud de bazofia propagandística (el que paga manda), estará en la mente de los mexicanos, la figura alfeñique de un petiso personero de la infiltración extranjera, que hoy por hoy, ha logrado penetrar el aparato más delicado y vital de cualquier nación: su estructura de Seguridad Nacional.

Por esa filosa perspicacia de quienes han “editorializado” con “monos” (la caricatura presidencial es más que elocuente) hoy, inicio los festejos en honor a los caricaturistas de México, por ser los más fieles expositores de la pírrica lid de un sujeto,…caricaturesco por cualquier ángulo que se le vea.

Esta vez, le damos el round a los “moneros”, dicho sea con todo respeto y cariño gremial a los caricaturistas que a nivel nacional, han sabido retratar la malhaya figura de la mediocridad.

Y aunque es lamentable, esa contrahecha facha es la carátula con que nuestro país se pasea por el mundo.”Che vergogna” diría Martinolli

 
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