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15-Ene-2010 
Enero 2010, No. 250
 
La Campana
 
Rufino Rodríguez Garza.

La Campana es un sitio muy especial. Casi todo el año encontramos agua de los escurrimientos de las sierras cercanas. Aquí existen propiedades privadas junto a comunidades ejidales. Aún se observan añejos nogales, unos secandose y algunos en producción. Diminutas parcelas de temporal y pequeños atos de ganado menor mordisquean el escaso zacate del rumbo.

En el año de 1970, el profesor Carlos Cárdenas publica un pequeño trabajo editado por la Universidad de Coahuila y la Normal Superior, el ensayo de 20 páginas (17 por 23), en el que habla de pinturas rupestres de algunos lugares del norte y sureste de Coahuila. Algunas pinturas corresponden a San Felipe, otras a La Campana y dos del municipio de Sacramento.El trabajo está ilustrado con 27 fotografías de las cuales una es de la planta de “drago” y otra corresponde a un paisaje de la sierra de San Francisco, lugar en el que se localizan las pinturas que conocemos como de San Felipe.

 

Se dice que fueron tierras del Gral. Francisco Coss. En cuando menos cinco fotos aparece el autor. Se observa, en muchas de las fotos, el uso del agua para que los motivos resalten un poco más visibles (ahora está totalmente prohibido). En algunas imagenes, se usó una pluma o la mano como escala, esto para darnos idea del tamaño del motivo retratado.

Los textos son muy breves, son algunas opiniones sobre el trabajo del profesor por los arqueólogos más importantes de la época, figuras que dejaron escuela, los que convivieron en un congreso internacional, celebrado en Mexicali en 1969. En un párrafo asegura que las pinturas fueron realizadas por irritilas, grupo indígena lagunero, porque las astas son de venados bura y el profesor Cárdenas asegura que aquí no los había. Ahora, con los nuevos descubrimientos arqueológicos, se ha demostrado que sí los hubo. En sitios como El Pelillal, Cerro Bola, El Aparejo y otros lugares, se ha encontrado la evidencia que demuestra que sí existieron esos mamíferos en el sureste coahuilense, por lo que no sabemos cuál es el grupo que los dejó diseminados en las rocas de acá, lejos de la laguna de Mayrán.

En este sitio, en el que las pinturas son importantes, también destaca por la gran cantidad de petroglifos. Entre la fauna representada en la gráfica de La Campana encontramos serpientes y astas de venado cola blanca. También dejaron grabadas herramientas para el uso diario, tanto en campamento como en la caza, la pesca, el trampeo y la recolección. Estas herramientas son flechas o proyectiles, navajas enmangadas y la “máquina” lanzadora de azagayas o lanzas: el atlatl.

En La Campana, los dibujos grabados en su mayoría son abstractos, sin embargo hay figuras que bien se pueden relacionar con el agua, con los astros y con cuentas o cómputos calendáricos. Hasta el momento ha sido La Campana el único sitio con atlatls adornados. En muchos sitios del sur de Coahuila encontramos representaciones de este artiluguio, pero sólo aquí lo observamos con adorno. Varios de los atlatls de La Campana se diferencían de otros de estos rumbos en que el gancho, el vástago o maneral y el contrapeso tienen puntos en su contorno. En Montes Coso del estado de California (USA) los hay muy parecidos a los de Coahuila, pero no cuentan con ese adorno que aquí los hace únicos.

En la publicación del profesor Cárdenas nada nos dice de figuras antropomorfas en color rojo o de manos y pies finamente grabados en los alrededores del sitio con pinturas. En el lecho del arroyo de este lugar, en unas rocas de regular tamaño, los nativos perforaron y fabricaron tres morteros para sus moliendas de semillas y frutos. Una buena parte de las fotos se refieren a San Felipe, sitio de importancia por sus pinturas rupestres. Cárdenas las califica como el “Altamira en miniatura”. A 40 años del escrito, pienso que el profesor cambiaría de opinión, pues ahora conoce San Vicente, el Tío Tacho y Mesa de Catujanos. En estos lugares las pinturas son más grandes y con más motivos gráficos diferentes.

El sitio de Catujanos es espectacular, con un estilo propio o parecido a Chiquihuitillos en Nuevo León. Allá por los años cincuentas, se conoció el sitio de pinturas llamado La Mancha, en la sierra del Clarín, del municipio de San Pedro. A este lugar se le llegó a mencionar como “La Capilla Sixtina” de las pinturas rupestres de Coahuila. Las cosas cambian y siempre hay un sitio que supera al anterior, como sucede con las pinturas del Cañón del Inglés, Chupaderos o Cañón Verde que superan con mucho a las de La Mancha.

En La Campana el vandalismo es mínimo hasta este momento. Las nuevas carreteras acercan a los citadinos y más tarde que temprano dañarán lo que por tanto tiempo se ha conservado. Por ahora las espinas de tasajillos hacen casi imposible que cualquier gente penetre si no sabe caminar por lugares dificiles. Otro agente natural que fastidia los grabados es el líquen, que poco a poco va cubriendo los motivos rupestres.

La Campana merece un estudio más profundo y pronto, pues con el tiempo puede desaparecer. Por lo pronto vale la pena conocerlo.

 
 
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